Movimiento de los Focolares

Jerzy Ciesielski, testigo de la fe

Dic 28, 2013

Ingeniero, padre de familia, pionero del Movimiento de los Focolares en Polonia. Fue propuesto por la Iglesia católica como modelo de vida evangélica radical.

El 18 de diciembre de 2013, el Papa Francisco reconoció, la vida ejemplar de Jerzy Ciesieloski (12 de febrero de 1929 – 9 de octubre de 1970). Fue uno de los primeros en recibir y difundir la espiritualidad de los Focolares en Polonia.

Jerzy Ciesielski  nació el 12 de febrero de 1929 en Cracovia. Se graduó como ingeniero civil y, en 1957 se casó con Danuta Plebaczyk. El casamiento fue bendecido por el cardenal Karol Wojtyla quien acompañó a los esposos en su crecimiento espiritual. Nacieron tres hijos, María, Caterina y Pietro. Jerzy había conocido al cardenal Wojtyla cuando estudiaba en el Politécnico de Cracovia, y luego de haberse graduado como doctor y haber ejercido la docencia universitaria, integró un grupo de intelectuales que, con el  Cardenal, siguieron un camino de profundización cultural y espiritual.

En 1968, Jerzy conoce  el Movimiento de los Focolares. Impresionado por el amor evangélico que viven los miembros de la primera comunidad, abraza la espiritualidad y, junto con el Dr. Giuseppe Santanché, un focolarino italiano que venía desde la República Democrática Alemana, visitan al Cardenal Wojtyla y le piden su bendición para el Movimiento que estaba naciendo.

«Siente el llamado de donarse a Dios como focolarino casado en el verano de 1969, después de una ‘semana de vacaciones´ en Zakopane, localidad turística en los montes Tatra». Esto recuerda Anna Fratta, focolarina médica, testigo directo de algunos episodios de la vida humana y espiritual de Jerzy. La ‘semana de vacaciones’ era una Mariápolis clandestina…

El 9 de octubre de 1970, un accidente en el rio Nilo en Sudán, se lleva las vidas de Jerzy y de sus  hijos Caterina y Pietro.

Karol Wojtyla preside el funeral. Siendo Papa, en el libro: “Cruzando el umbral de la esperanza”, describe a Jerzy como un joven que aspiraba decididamente a la santidad.  «Este era el programa de su vida – escribe Juan Pablo II-. Sabía que había sido “creado para las cosas más grandes”, pero, al mismo tiempo, tenía claro  que su vocación no era el sacerdocio ni la vida religiosa».

Wojtyla, en su escrito, enfatiza especialmente cómo el matrimonio y la vida familiar eran considerados por Jerzy  como la respuesta a un llamado de Dios, y también  encaró así  su compromiso profesional, vivido como servicio.

 

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