«Un día, entraron los rebeldes a Alepo, al barrio en el que vivíamos. En ese momento estábamos en Facebook chateando entre nosotros. Preocupación, rabia… distintos sentimientos surgieron en cada una. Había quien, sofocada por el temor escribió: «Se ve que también Dios está contra nosotros»; «No, Él está llorando con nosotros»; «Pero ellos nos están arruinando la vida»; «Tratemos de amarlos también a ellos»; «Pero ¿cómo?»; «Rezando para que también ellos encuentren el amor».
Al final aceptamos el desafío de amar también a quien nos estaba haciendo daño.
Para decir la verdad – escribe Mira desde Alepo – no siempre logro vivir el Ideal de la unidad como quisiera; el odio que hay a mí alrededor casi ha logrado entrar en mi corazón, pero no logrará vencerme. He llegado al punto de que mi visión de las cosas se ha vuelto pesimista. Me he preguntado: ¿cómo pudo Chiara Lubich vivir la guerra cuando empezó el Movimiento? Pero después me respondí: si ella lo logró, quiere decir que quizás yo puedo hacerlo. Esto me ha dado el impulso para seguir adelante, para recomenzar. Siento que tenemos que tenemos que tratar de amar como lo haría Jesús en nuestro lugar si estuviera en Siria, por eso todos tratamos de ayudar en la medida que podemos; de repente son sólo pequeños gestos.
Quisiera pedirles a todos que recen porque, créanme, sus oraciones nos dan una gran fuerza. Espero que ninguna de ustedes vida estos momentos negros que nosotros vivimos ni vea lo que nosotros vemos. Perdonen si he escrito poco, traté de escribir velozmente antes de que nos desconecten la electricidad. Pedimos que el Señor le de paz a nuestros corazones».
Y precisamente esta cadena de oraciones ya está rodeando a tantos en el mundo: es el “Time Out”, todos los días a mediodía hora local. La idea nace poco antes del primer Supercongreso mundial (1987), la gran cita de los Chicos por la Unidad. Fue el nombre que sugirió un chico que jugaba baloncesto.
A Chiara Lubich le gustó tanto la idea que durante la guerra del Golfo pidió “permiso” para adoptarla, para hacer un tam-tam de oraciones por la paz. Y en diciembre de 2012 Maria Voce lo volvió a proponer: sólo Dios puede responder a la necesidad de paz que hay en la humanidad. Sería necesaria una oración fuerte, potente”, “con una fe renovada que Dios lo puede hacer, que si le pedimos en unidad Dios nos responde”:
Fuente: Revista Gen3 – n.1/2013
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