Este año, en el mundo gen 4, ha habido una novedad importante: dos grandes citas para las gen 4 filipinas. La primera en Cebú –isla del archipiélago filipino, rodeada por 167 islas más pequeñas-, donde se han reunido 68, llegadas también de las otras islas. Después, 75 se reunieron en Tagaytay, en los alrededores de Manila, donde está la ciudadela asiática de los Focolares. Estuvo presente en sus congresos Cristiane Heisendorff, del Centro Gen 4 mundial.

 Gran atención hacia el argumento central: el hilo de oro del amor de Dios en el antiguo testamento, desde Abraham a Moisés. Y después, la vida de Chiara Lubich –de quien las gen 4 han nacido- como respuesta de amor a la voluntad de Dios.

 Una historia fascinante: su ‘aventura más grande’, como Chiara misma había contado a los y las gen 4 en el 1988, cuando en Loreto entendió su camino. Para todas las niñas presentes, un descubrimiento luminoso: ¡hacer la voluntad de Dios hace que la vida se convierta realmente en una aventura!

 Los juegos, las representaciones teatrales, las canciones y en particular, las danzas, modernas y típicas, en este clima de amor recíproco han creado una atmósfera hermosa. ¡No nos habríamos marchado nunca!

 Las gen 4 venían de situaciones familiares y sociales muy variadas, alguna también con muchas dificultades – pero somos verdaderamente una familia y sus necesidades han dado a nuestro corazón el empuje para encontrar nuevos caminos para hacerlas llegar al menos lo necesario para vivir, también mediante la ayuda a distancia y los proyectos desarrollados con el Movimiento de los Focolares.

 Algún flash directamente con sus palabras: “He sido muy feliz durante el congreso. He aprendido muchas cosas. He aprendido a amar”. “Una niña me ha dado un golpe. Me dolía y he llorado, pero me ha pedido perdón, entonces la acepté y la perdoné. No me enfadé con ella y somos ya amigas nuevamente”.

 «Querido Jesús, gracias porque he podido ir a Tagaytay. Gracias también por las bendiciones que nos has dado, por las nuevas amigas que he conocido. Gracias por mi familia y amigos. Gracias también por la niña que me ha prestado sus zapatillas. Y aunque la otra niña me cansa, la quiero lo mismo”.

A cargo del Centro Gen4

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