«¿Dónde está la belleza de Chiara? Está en la sencillez con la que ella empezó a vivir el Evangelio. Tomó el Evangelio y lo vivió al pie de la letra y lo vive, eso es todo.

Porque el cristianismo, como decía S. Pablo a los griegos, no está en la cultura sino que está en la vida, en algunas leyes de la vida que son muy sencillas. En Chiara siempre me impactó su unión con Dios.

Nunca he visto algo parecido. Ella vive con Dios en todo momento, en cualquier cosa que diga, en cualquier cosa que haga, en cualquier parte esté. Consiguió realizar aquello a lo que todos hemos sido llamados, es decir a recuperar nuestra unión con Dios, la unidad que se había roto por el pecado original.

Es una criatura que cualquier cosa que diga, cualquier cosa que haga está en armonía con la voluntad de Dios.

Cuando íbamos a los bosques donde se hacían las primeras Mariápolis, recuerdo que tomaba una flor y hacía, sobre ella, la más bella interpretación, la más sublime que se pueda imaginar, porque veía en ella la obra de Dios: porque Dios hizo las flores, porque Dios hizo las hojas, porque Dios creó así la naturaleza, porque Dios al hombre lo hizo así. En todas partes buscaba la presencia del amor, de Dios.»

Igino Giordani, Loppiano 3 de Julio de 1974

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