Durante estos años hemos recordado algunos puntos de la espiritualidad de la unidad (Dios Amor, la Voluntad de Dios, la Palabra, el amor al prójimo) .Consideramos ahora el “mandamiento nuevo” de Jesús: “Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 13, 34)

Con el correr de los años, Chiara Lubich, capta cada vez más su importancia y su novedad. Lo ve también como la gran esperanza de  nuestra época.

Ofrecemos una breve muestra de las ideas centrales de un discurso realizado por Chiara Lubich el 24 de octubre de 1978, dirigido a los responsables del Movimiento de los Focolares:

«El señor usó una pedagogía especial para enseñarnos a amar al hermano, permaneciendo en el mundo sin ser del mundo. Enseguida nos hizo comprender que amar al hermano, sin caer en el sentimentalismo o en otros errores, era posible porque El mismo podía amar en nosotros, con la caridad […]

La caridad es una participación del «ágape» divino […]

San Juan, después de haber dicho que Dios nos amó, no concluye –como habría sido lo más lógico– que, si Dios nos amó, nosotros debemos amarlo en compensación, sino que dice: «Queridísimos, si Dios nos amó, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros» (1 Jn 4,11).

Y sólo porque la caridad es la participación al «ágape»  de Dios podemos ir más allá de los límites naturales y amar a los enemigos y dar la vida por los hermanos.

Por esto el amor cristiano es propio de la era nueva. Es un  mandamiento  radicalmente nuevo e introduce en la historia humana y en la ética humana una «novedad» absoluta.

“Este amor –escribe Agustín– nos renueva, de modo que seamos hombres nuevos, herederos del Testamento Nuevo, cantores del cántico nuevo” (cf. Io. Evang. tract. 65, 1; PL 34-35)».

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Extraído de  Chiara Lubich, L’amore reciproco, a cargo de  Florence Gillet, Editorial  Città Nuova, Roma 2013, pp. 38-39.

 

 

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