famiglia2«[…] Hoy el vínculo matrimonial estable parece en contradicción con la libertad personal. Más que en los valores ‘relacionales’, se hace hincapié en las diferencias y en los puntos de conflicto. En el ámbito político, instituciones y gobiernos codifican estos ‘datos de hecho’ en leyes contrarias al bien integral de la persona. Divorcio, aborto, eutanasia, experimentos biogenéticos, entran en las conciencias como prácticas posibles y, por lo tanto, lícitas. La tasa 0 de natalidad, las libres convivencias, la anarquía sexual, se convierten en moda y costumbre. […]

¿Cuántos cónyuges dejados y frustrados? ¿Cuántos niños privados de uno de los padres? ¿Cuántos hijos drogadictos? ¿Cuántos en la espiral de la delincuencia y de la prostitución? ¿Cuántos esposos e hijos arrebatados por las guerras? ¿Cuántos ancianos abandonados? ¿Cuántos niños mueren de hambre cada día? […] Podemos representar de manera plástica a la familia actual con una imagen: una madre herida y desolada que recoge en su seno el sufrimiento de la Humanidad y grita al Cielo su “por qué”.

[…] Pero si creemos que detrás del entramado de la existencia está Dios con su amor, y si, fortalecidos por esta fe, percibimos en los pequeños y grandes sufrimientos cotidianos, nuestros y de los demás, una sombra del dolor de Cristo crucificado y abandonado, una participación en el dolor que redimió al mundo, es posible comprender el significado y el horizonte también de las situaciones más absurdas.

Ante cualquier sufrimiento grande o pequeño, ante las contradicciones y los problemas sin solución, intentemos adentrarnos en nosotros mismos y mirar de frente lo absurdo, la injusticia, el dolor inocente, la humillación, la alienación, la desesperación… En ello reconoceremos uno de los muchos rostros del Hombre de los dolores.

Es el encuentro con Él que, siendo Persona divina, se hizo individuo sin relaciones, con Él, el Dios del hombre contemporáneo, que trasforma la nada en “ser”, el dolor en amor. Será nuestro “sí”, nuestro gesto de amor y de apertura hacia Él, lo que comenzará a desmoronar nuestro individualismo, haciéndonos hombres nuevos, capaces de sanar y revitalizar con el amor las situaciones más desesperadas.

[…] No son sueños, son las experiencias cotidianas de muchas familias que, pasando por el plano inclinado del abandono del Hombre-Dios, han transformado ese dolor que los desbordaba en una vida nueva. A veces los traumas se resuelven, las familias se recomponen. A veces no. Las situaciones externas siguen igual, pero el dolor se ilumina, la angustia se sana, la fractura se supera. A veces el sufrimiento físico o espiritual permanece, pero adquiere un nuevo sentido, uniendo la propia pasión a la de Cristo, que continúa redimiendo y salvando a las familias y a la Humanidad entera. Entonces el yugo se vuelve suave. La familia puede intentar recomponerse en el esplendor originario del designio del Creador, bebiendo de la fuente del amor que Cristo trajo a la Tierra.

Creo que los esposos y las familias pueden saciar en esa fuente su sed de autenticidad, de comunión continua y sin reservas, de valores transcendentes, duraderos, siempre nuevos. También porque es Dios mismo quien puede estar presente en su casa y compartir con ellos su misma vida. Jesús dijo: “Donde dos o más están reunidos en mi nombre – que significa en mi amor – allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Es una espléndida posibilidad que se le ofrece también a la familia, la de convertirse en lugar de la presencia de Dios.»  (Fragmento de la intervención de Chiara Lubich “La familia es el futuro” en el Congreso de la Fundación Suiza para la familia – Lucerna – Suiza, 16/05/1999).

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