Arthur George Baum fue al Paraíso el 4 de febrero de 2021 a la edad de 92 anni, en Augsburg, Alemania.

Nació el 18 de mayo de 1928 en Hinckley, una ciudad rural de Leicestershire, en el corazón de Inglaterra. Soltero, Voluntario de Dios  y miembro del Centro Internacional de los Voluntarios de los Focolares, trabajó durante muchos años en la Radio Vaticana, dejando un lindo recuerdo de sí.

En el último mes de su vida terrena, se encontraba internado en una residencia porque lo habían operado por una fractura de fémur después de una caída.

Fue uno de los primeros Voluntarios de Dios y formó parte del primer núcleo del Centro internacional de los Voluntarios.

Se distinguía por su sentido del humor inglés, pero también era muy ordenado, estilo alemán y era preciso como un suizo, pero sobre todo lograba superar los obstáculos con la genialidad de los italianos. A propósito de su sentido del humor, Hèctor Lorenzo (Voluntario de Dios y amigo de Arthur) cuenta que, también pasando por situaciones físicas trágicas, una noche después de las 23,00 recibió una llamada telefónica: “Soy Arthur, tengo una hemorragia en la pierna”. Con su esposa y su hijo, Héctor fue corriendo al apartamento de Arthur y después de atenderlo, enseguida llamaron la ambulancia. Cuando estaba en la camilla y antes de que lo subieran a la ambulancia, Arthur sacó la cara  de entre las cobijas que lo protegían del frío, y le dijo a Héctor: “Sabes me falta una cosa”. Héctor le preguntó: ¿qué? Y él: “mi sombrero”.

Desde hacía diez años se había transferido felizmente a Alemania. Quien conocía a Arthur sabía que él amaba el viento fuerte de Irlanda y del norte de Inglaterra, se emocionaba delante de una flor, cantaba las canciones del Tirolo y algunos temas de Elvis Presley, gozaba con el silencio de las iglesias góticas y con el canto gregoriano, apreciaba el vino caliente en el invierno y producía una pequeña cantidad de licor de miel que siempre compartía con sus amigos. Compartía también el gulasch caliente y algo de cocina oriental.

Era muy exigente en el construir una fuerte unidad en el núcleo de los Voluntarios, era siempre el primero en amar a todos para generar el Amor recíproco, estableciendo siempre un diálogo íntimo de misericordia.

Héctor cuenta: “Habiendo sido compañero de núcleo en el Centro de los Voluntarios y habiendo vivido con mi familia en el apartamento al lado del de Arthur, nos enriquecimos de su singular personalidad y testimonio evangélico. Nuestro hijo Julián dijo: “Arthur es su nombre pero se podría llamar Humildad, Generosidad, Acogida”.

Arthur ha sido un hombre distinguido, de palabras esenciales, de intimidad religiosa. Sabía pasar de las reflexiones serias a la sana ironía para distinguir las actitudes constructivas de las inútiles y nocivas. Su sonrisa elocuente expresaba de todas formas y siempre gratitud.

 Lorenzo Russo

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