En el lugar donde fue formulado el Credo Viernes, 26 de noviembre, cuarenta Obispos – ortodoxos, siro-ortodoxos, armeno-apostólicos, anglicanos, evangélico-luteranos y católicos de varios ritos, provenientes de 18 naciones –llegaron a Nicea, el lugar donde hace casi 1700 años, durante el Primer Concilio Ecuménico, fue formulado el común Credo cristiano, llamado niceno-constantinopolitano. Conscientes de las tristes consecuencias de la falta de unidad en el curso de los siglos, en este lugar-símbolo se prometieron solemnemente actuar en todo y sobre todo el mandamiento evangélico del amor recíproco, «de modo que Cristo viva siempre entre nosotros y el mundo pueda creer también por nuestro aporte», como dijo el arzobispo de Praga, el Card. Miloslav Vlk, uno de los principales promotores de la iniciativa. Ha sido éste –dijeron los participantes- uno de los momentos más importantes del 23� Congreso Ecuménico de los Obispos amigos del Movimiento de los Focolares que, por invitación del Patriarca Bartolomé I, tuvo lugar del 23 de noviembre al 1� de diciembre en Constantinopla.
Intervención del Patriarca ecuménico Bartolomé I En la oración ecuménica de apertura, en la Iglesia Católica de San Antonio, repleta de cristianos de las diversas comunidades presentes en Estambul, participó personalmente Bartolomé I, quien en la mañana sucesiva se dirigió a los Obispos, felicitándolos por su celo por la unidad de los cristianos, y después se detuvo en el tema del congreso: “donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18,20). Con una amplia referencia a la Escritura y al pensamiento de los Padres griegos, el Patriarca subrayó tres presupuestos fundamentales para que se verifique esta promesa de Jesús: “el amor hacia Cristo, realizado mediante la observación de sus mandamientos, la fe en Él, manifestada como confianza en Él, y la fe recta… como recta conciencia de Su persona que brota de la comunión personal con Él”.
Visitas a las Comunidades cristianas de Estambul En el curso del Congreso los Obispos visitaron las varias Comunidades cristianas de la ciudad, uniéndose a su oración, conociendo sus tesoros espirituales y compartiendo alegrías y sufrimientos. De particular relieve la visita al Patriarca Armeno Apostólico Mesrob II, quien, después de la celebración de las Vísperas, se entretuvo con los huéspedes para un amplio diálogo sobre la vida y la situación de la Iglesia Armena, que ha dado, a lo largo de los siglos, un testimonio a menudo heroico. En su mensaje por la apertura del Congreso había ya formulado un apasionado llamado a la unidad. Muy cordial fue también el encuentro con el Vicario patriarcal Siro-Ortodoxo Filüksinos Yusuf Çetin y su vivaz Comunidad que preparó una gran fiesta a los Obispos. En una entrevista concedida, el Metropolita subrayó que tal entendimiento entre los Obispos es un ejemplo importante para los fieles. Alegría por un gesto ecuménico de gran significado En el Fanar, la Sede del Patriarcado ecuménico, los Obispos participaron en la solemne celebración por la llegada de las reliquias de San Juan Crisóstomo y San Gregorio El Teólogo, donadas por el Papa al Patriarca Bartolomé I, en la Basílica Vaticana. El gesto ecuménico –había dicho en Roma el Patriarca Bartolomé I- tiene un gran significado, y “confirma que en la Iglesia de Cristo no existen problemas insuperables, cuando el amor, la justicia y la paz se encuentran”. La participación continuó durante la celebración de La Fiesta de San Andrés, patrono del Patriarcado Ecuménico, para la cual, además de la Delegación Vaticana guiada por el Card. Kasper, vinieron a Constantinopla representaciones de las Iglesias ortodoxas del mundo.
“Diálogo de la vida” La presencia de Cristo entre quienes están unidos en su nombre ha sido no sólo el tema del Congreso sino sobre todo la experiencia que ha marcado su desarrollo, creando –como dijeron los Obispos- “una intensa relación de verdadera fraternidad”. Tres intervenciones preparadas por Chiara Lubich, ilustraron los fundamentos de este camino ecuménico que nace de la espiritualidad de comunión vivida en el Movimiento de los Focolares: el así llamado “Diálogo de la vida”, o “Diálogo del pueblo” que –explicó Chiara Lubich – “no es un diálogo de la base que se contrapone o se yuxtapone al de los así llamados vértices o de los responsables de las Iglesias, sino un diálogo en el que todos los cristianos pueden participar”. “Si vivimos así en nuestras Iglesias, éstas reflorecerán”, afirmó un obispo católico de Inglaterra, refiriéndose a los grandes retos de la secularización. Mientras que un Obispo luterano expresó cuanto había experimentado en el Congreso con las palabras de un conocido himno “Ubi caritas et amor, ibi Deus est – donde hay caridad y amor, allí está Dios”.
Pasos en el camino hacia la unidad En el curso del programa, personas del Movimiento de los Focolares de varias Iglesias, contaron como, en varias partes del mundo, están trabajando para incrementar la comunión en sus Iglesias y entre las diversas Comunidades cristianas. Un especial interés suscitó el testimonio de un párroco católico de Rumania. A través de un paciente diálogo de caridad, han cambiado radicalmente las relaciones entre los pastores y las diversas Comunidades cristianas de su ciudad, con muchas iniciativas comunes que han involucrado a las mismas autoridades civiles. No menos emblemático el significativo diálogo en acto ya entre el Mouvement Jeunesse Orthodoxe y el Movimiento de los Focolares, del que habló una ortodoxa de Líbano. Dos evangélicos y un católico hablaron a los Obispos de la Jornada ecuménica “Juntos por Europa”. Por ella, el 8 de mayo de 2004, vivieron a Stuttgart 10 mil personas de numerosos Movimientos, Comunidades y Grupos espirituales de varias Iglesias: fue inicio de un mayor testimonio común.
Encuentro con el Card. Kasper La presencia de la Delegación Vaticana para la Fiesta de San Andrés, permitió la posibilidad de un encuentro de los Obispos con el Card. Walter Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para la unidad de los cristianos. Al ofrecer un cuadro del reciente desarrollo ecuménico, el Cardenal subrayó el aporte de los Movimientos eclesiales a la causa de la unidad: “Yo estoy muy agradecido por estos Movimientos, por el Movimiento de los Focolares, y pienso que es un signo del Espíritu Santo… Solamente juntos podemos hacer algo por la venida del Reino. Por lo tanto los Movimientos ofrecen un camino importantísimo”.
En septiembre 2005 en Bucarest Antes de regresar a sus naciones, los Obispos establecieron que se encontrarán nuevamente en septiembre de 2005 en Bucarest, adhiriendo a la invitación del Patriarca rumano-ortodoxo Teoctist y de su Sínodo.
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