La Navidad nos recuerda, con la frase de la Escritura que elegimos para profundizar este mes, que “Él viene a salvarnos” (Is. 35, 4). ¿De qué ? De nuestros dolores, temores, angustias… pero sobre todo, de nuestro yo, de nuestro egoísmo, de nuestra indiferencia hacia quien sufre. Por lo tanto mi augurio quiere ser una invitación para mí y para todos a ir más allá de nosotros mismos para acoger al otro, a todos: quien pasa necesidad, quien ha dejado su tierra obligado por la guerra y el hambre, quien está solo, marginado, preso… Auguro que cada uno de nosotros, después de haber experimentado el amor de Dios que nos salva, pueda ser una mano tendida para “salvar” a quien está a nuestro lado. ¡Feliz Navidad a todos! María Voce |
Estar atentos a los demás
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