¡La Resurrección! Juan y Pedro van al sepulcro vacío y encuentran las vendas por el suelo y aparte el sudario. Magdalena se detiene y llora y ve a dos ángeles, uno donde estaba la cabeza de Jesús y el otro en el sitio de los pies. Habla con ellos y luego, volviéndose hacia atrás, ve a Jesús. Los apóstoles no lo han visto, y entre ellos estaba el predilecto de Jesús, sin duda también por su inocencia. María, la pecadora, ve a los ángeles y a Jesús. «Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios» (Mt. 5,8) ¿Quién ha visto más en esta ocasión? La Magdalena. Las lágrimas que fluían continuamente de sus ojos, la espera fuera del sepulcro, signo de un amor que todo lo cree y lo quiere; después, el coloquio con los ángeles y con el que pensó que era el hortelano, casi como si Jesús fuese una persona por la que sólo ella estaba interesada, habían purificado aquel corazón tal vez más que los demás: tanto que mereció ver a criaturas celestiales y a Jesús resucitado. Y he aquí el significado de la Resurrección. La redención está cumplida. La muerte está vencida. El pecado está destruido por la misericordia Derramada con sobreabundancia del árbol de la cruz.
Chiara Lubich
(De: Chiara Lubich, Lo esencial de hoy. Escritos espirituales / 2, Madrid 1978, pag 65.)
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