Asia. “Fuimos a un barrio muy pobre”, escriben desde Tagaytay los “Jóvenes por un Mundo Unido” de las Filipinas, “y caminamos más de una milla hasta encontrar la fuente de agua que abastece a la zona. La limpiamos pues estaba muy sucia y era causa de muchas enfermedades. Esto nos permitió enseñarles a los habitantes cómo mantenerla limpia e hicimos amistad con muchos de los jóvenes del lugar”. En Karachi, Pakistán, los jóvenes van con frecuencia a visitar una residencia de enfermos mentales, “muchos de los cuales – escriben los jóvenes paquistaníes – han sido abandonados por sus familias”. Para algunos de los jóvenes “era la primera vez que se encontraban cara a cara con esta ‘herida’ de nuestra sociedad. Esta experiencia nos abrió los ojos y nuestros corazones, y nos preguntamos: “¿y si estuviera yo aquí en el lugar de ellos?”.
África. En Luanda, Angola, los jóvenes escogieron “donar un poco de amor” a algunos niños que antes vivían en la calle y ahora han sido acogidos en un centro. Una realidad que revela en seguida historias de abusos y maltratos. “Muchos de ellos – cuentan los jóvenes de Luanda – tienen graves problemas familiares y algunos incluso han sido acusados de brujería y rechazados de sus casas, otros habían padecido de abusos. Comenzamos en seguida a amarlos concretamente: limpiando, purificando… Les hablamos de la Regla de Oro y los invitamos a ponerla en práctica junto con nosotros”. Siempre en África, en Yaoundé (Camerún), el primer día de la Semana Mundo Unido, los jóvenes visitaron la sección juvenil de la cárcel de la ciudad, donde se encontraron con 250 adolescentes entre los 10 y los 17 años de edad. “Nos presentamos y les contamos en qué creemos, luego compartimos con ellos todo lo que llevamos: papitas fritas, emparedados, popcorn”.
En el norte de Brasil. Las lluvias torrenciales hicieron que se desbordaran nuestros ríos, inundando las zonas aledañas y causando pérdidas humanas y materiales. Los jóvenes se pusieron a trabajar. “En muchas ciudades – escriben desde Brasil – organizamos recolecciones de artículos de primera necesidad, vestidos y medicinas para llevarles a quienes se habían quedado sin nada. Cientos de jóvenes colaboraron con gran entusiasmo para hacer emerger una red de solidaridad”.
En Manaus, región del Amazonas en Brasil, los jóvenes organizaron un evento con 700 jóvenes dentro del complejo “Fábricas de la Esperanza” (para jóvenes que están luchando contra la drogadicción). “Ha sido un momento muy especial y una ocasión para mostrar a estos jóvenes que un mundo mejor existe y que ellos pueden ser parte del mismo”.
A cargo de los “Jóvenes por un Mundo Unido”
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