Fue en el verano de 2013, gracias a la comunión entre un grupo de jóvenes de Roma, cuando nació la idea de hacer algo para frenar la proliferación de los juegos de azar. Era cada vez más frecuente ver a personas mayores y a jóvenes ante las máquinitas tragamonedas, instaladas en muchísimas cafeterías. En los últimos años, a pesar de la crisis económica, el ofrecimiento y el consumo de juegos de azar en Italia ha crecido en forma vertiginosa. Los italianos gastan 85 billones por año y las maquinitas tragamonedas de última generación son más de 50.000. Se calcula que los adictos a los juegos de azar son casi 800.000. Vemos que el juego de azar está devastando nuestras ciudades, empobreciendo el tejido social, creando soledad y aislamiento. La causa del crecimiento exponencial de la oferta del juego de azar es una visión de la economía en la cual están interesadas las multinacionales del sector, con el consentimiento de un Estado que ve en esto la posibilidad de una ganancia. Ante este escenario desolador, este grupo de jóvenes romanos se preguntaba qué se podía hacer… y de allí nació la idea de premiar a los dueños de las cafeterías que decidieran no tener estas maquinitas tragamonedas en su local. Los jóvenes fueron masivamente a comer a esas cafeterías y realizaron una Slotmob[1]. Al principio pensaban proponerlo sólo en Roma y Milán, pero la idea simple y concreta atrajo a distintas personas, del norte al sur de la península. En estos dos años y medio se realizaron 120 slotmob, en los que participaron más de 10.000 personas, poniendo en red a más de 200 asociaciones. Se crearon así relaciones entre realidades muy distintas entre ellas, creando espacios de encuentro y conocimiento, tejiendo ese vínculo social que el azar había disgregado. «En Roma concentramos nuestro esfuerzo en una zona llamada “Las Vegas” de Italia – cuenta María Chiara- . En poco tiempo se creó una red que involucró a 7 asociaciones locales, que se ocupan del juego de azar bajo distintas modalidades. Nació una relación sincera, no priva de las dificultades del trabajo en común. Así nació el proyecto “No nos metamos en el azar”, que involucró algunas escuelas de la ciudad. Hablar con los jóvenes del poder de nuestras elecciones y de cómo podemos cambiar una realidad injusta a partir de nosotros mismos, no es un ejercicio fácil, pero es de verdad importante construir un mundo más justo e involucrar a los jóvenes en este proceso de cambio».
«En la experiencia Slotmob – sigue- estamos encontrándonos con muchas personas, muchas historias, que nos llevan a comprender cómo esta adicción al juego de azar es una herida abierta en nuestra sociedad. Durante uno de estos slotmob, un señor que nos había ayudado a organizar los juegos con los muchachos, tomó el micrófono y nos contó su experiencia como adicto al azar. No dijo: “Mi vida está hecha de luces y de sombras y lo que me empuja al juego de azar es la soledad, pero hoy viéndolos a todos ustedes aquí ya no me siento solo. Por lo tanto me comprometo a no jugar más y si me encuentran delante de una maquinita traga monedas, están autorizados a detenerme recordándome esta promesa que hoy les hago». «Si miramos hacia atrás – concluye María Chiara- hemos logrado resultados impensables: se bloquearon dos leyes que disminuyeron el poder de los alcaldes en el manejo del juego de azar; hemos obtenido el veto parcial de la publicidad en televisión y una mayor atención de los medios de comunicación sobre el tema. Somos conscientes de que el camino es todavía largo. Queremos que la publicidad sobre el juego de azar se prohíba totalmente y queremos que se debata a fin de que la gestión de juegos de azar no esté en manos de las multinacionales. Por estas razones el 7 de mayo próximo estaremos en más de 40 plazas de toda Italia para afirmar nuestro Sí a una economía distinta, y premiar aquellas cafeterías que dijeron que no al juego de azar». [1] Campaña contra el uso de las “slot machines” (máquinas tragamonedas),
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