«Hay algunos miembros de la iglesia evangélica – explica V. – que trabajan para distribuir productos de primera necesidad a la gente. Como habíamos visto que necesitaban ayuda, nos pusimos a su disposición. El pastor evangélico estaba muy agradecido y nosotros felices de sentirnos más unidos.
Por muchos motivos no siempre logro salir con los otros jóvenes para ayudar a las personas en dificultad. Un día, mientras hacía una diligencia para la escuela donde se encontraban las familias refugiadas, vi dos recién nacidos acostados en un colchón en el suelo. Estaba oscuro y hacía calor. Tomé en mis brazos a uno de ellos. Cuando llegó la mamá nos pusimos a conversar y le pregunté si necesitaba algo. Ella me agradeció y casi avergonzada me dijo que necesitaba un pijama. Desde hacía dos varios días que dormía con la misma ropa. Regresando a casa hablé con mi familia y encontramos uno para ella. En otra ocasión me encontré a la niña de una familia que conocía. La niña estaba sola. La invité a mi casa y jugamos juntas toda la mañana.
También les llevamos lápices y cuadernos para los numerosos niños. Se divirtieron dibujando y coloreando, hicimos otros juegos con ellos y rezamos juntos. Queríamos hacerles sentir que todavía existe “el Bien” en el mundo y que no tenemos que tener miedo. Siento que éste es nuestro papel: estar de pie teniendo una fuerte relación con Dios para poder animar a los demás, dar alegría, amor y paz».
«En Qaraqosh, un pueblito del norte – dice L. – vi a un sacerdote y a una religiosa que limpiaban las calles. Después de algunos días se había acumulado la basura porque el servicio público no estaba asegurando la recolección de desechos. Involucré a mis amigos y nos pusimos a ayudarles».
«También en Erbil – agrega A. –, donde está el mayor número de familias refugiadas, nos encontramos con los jóvenes de Qaraosh para ver cómo organizarnos para ayudar en las necesidades. Nos pusimos en contacto con algunos sacerdotes y empezamos a distribuir víveres y agua a muchas personas».
Algunos quisieran dejar el país e ir con sus familiares que han decidido emigrar. «El dolor es grande – dice Aziz –, pero en el corazón hay un gran deseo de seguir y amar dondequiera que vayamos a vivir».
«Fue conmovedor -cuenta R. – ver a algunas familias del Movimiento que, a pesar de haber perdido sus casas y todo lo que tenían, quisieron participar junto con todos los miembros de los Focolares en el mundo en la iniciativa de los Jóvenes por un mundo unido “Desbloquear el diálogo”. También ellos subieron sus fotos en la red social, como señal de su compromiso de vivir por la paz, aun en medio de la tragedia».
«Los de Baghdad y Bassra no han sufrido por la situación actual –concluye R.-, aunque temen tener la misma suerte si no hay un movimiento político a nivel mundial. Esta situación es muy dolorosa, juntos nos confiamos a Dios para que dé esperanza y consuelo a estas miles de personas que han perdido literalmente todo, incluso la esperanza en un futuro sereno y seguro».
Para quien quisiera dar una ayuda para los cristianos en Irak:: IBAN JO09 ARAB 1110 0000 0011 1210 9985 98 Cuenta: 0111 210998 0 598 Swiftcode: ARABJOAX100 Asunto: Ayuda a los cristianos de Irak ARAB Bank – Amman branch Amman – Jordan
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