Los 460 jóvenes que, del 17 al 20 de marzo de 2011, adhirieron a la invitación de Familias Nuevas, no esconden las dudas y los temores ante gran paso, pero tampoco su fuerte entusiasmo al poner bases sólidas a su relación de pareja.
La idea de un Curso de preparación al matrimonio le nació a Chiara Lubich en el ’75. Desde entonces anualmente se les ofrece a los novios la posibilidad de verificar su proyecto de vida juntos y para siempre.
El título: “Uno sólo es el amor” es también una propuesta: injertar el amor humano en aquél que tiene sus raíces en Dios. Esto fortifica a la pareja, estimulando el valor de la gratuidad, la iniciativa, la capacidad de perdonar. “Nos llevamos el arte de amar del Evangelio como un tesoro, un patrimonio para la vida juntos que nos espera” – decía una pareja.
Había traducciones en 9 idiomas para los participantes, llegados de varios países europeos al Centro Mariápolis de Castelgandolfo: parejas al inicio del noviazgo y otras cercanas al matrimonio, algunas ya casadas civilmente o que vivían juntas; jóvenes de los Focolares o de otros Movimientos, algunos de otras Iglesias o no creyentes. Sin embargo tenían un denominador común: el deseo de descubrir de qué forma el amor puede mantenerse vivo a lo largo del tiempo y profundizar en una elección fascinante, y al mismo tiempo comprometedora desde el punto de vista de la responsabilidad y de una situación cada vez más difícil, debido a la precariedad del trabajo, a la incertidumbre sobre el modo de poder tener una casa. Todo esto exige estar dispuestos a poner en tela de juicio el propio equilibrio alcanzado y aprender a hacer elecciones comunes ante las bifurcaciones que presenta la vida.
“¡¡¡Fueron 4 días intensísimos!!! – cuenta Elena- Un poco duros también, a decir la verdad, porque existen cuestiones que hay que resolver y armonizar entre nosotros. Durante el curso las afrontamos todas, no sin dolor. Por otra parte el curso fue la mayor bendición, el hecho de sentirnos “contenidos” por el Amor que circulaba fue vital. Estamos tratando de entrar en la escuela del “arte de amar… ¡¡¡la aventura es tortuosa, pero fascinante”.
Si se acogen las diversidades recíprocamente éstas pueden convertirse en riquezas. En el noviazgo es necesario entender si las mismas son incompatibles para la vida en común, por lo tanto hay que reflexionar sobre la capacidad de acoger al otro. Éste es el objetivo de las mesas redondas, los testimonios y el diálogo con parejas jóvenes y expertas, acerca de un panorama de argumentos integral (desde la formación afectiva, a las relaciones con la familia de origen, al trabajo y la economía, el sacramento del matrimonio, la comunicación y la fecundidad), encuentros por grupo y talleres donde mediante el intercambio se vuelve posible un conocimiento más profundo del compañero.
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