Así dijo un niño delante del cirio pascual.
Los clavos los sentimos.
Pero, ¿vemos la luz? Y nosotros, ¿somos la luz?
Nosotros estamos clavados:
a nosotros mismos y a los demás,
a nuestro tiempo y nuestras responsabilidades.
Uno se dejó clavar a nuestra cruz.
Y de ella bajó.
Clavado hasta la muerte.
Y de este modo se convirtió en luz,
una luz que penetra a través de las puertas cerradas.
Él resucitó
Y lleva los signos de los clavos.
Luz clavada.
Los clavos los sentimos.
Pero, ¿vemos la luz? Y nosotros, ¿somos la luz?».
(De la Carta Pastoral en ocasión de la Pascua 1984)
Klaus Hemmerle, La luce dentro le cose, Città Nuova, Roma 1998, pag. 109.
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