El domingo 21 de octubre se dió inicio en la Mariápolis al Año de la Fe. Fue encendido el cirio que el  Arzobispo de Mercedes – Luján, Mons. Agustín Radrizzani había entregado a todas las prroquias de la arquidiócesis.

En la homilía, el Padre Gustavo Defina, recordó que en estos días se celebran los 50 años del Concilio Vaticano II y 20 de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Recordó algunas palabras del Papa al inaugurar el Año de la Fe el pasado 11 de octubre: “El cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo, que ha revelado su rostro. Él es el cumplimiento de las Escrituras y su intérprete definitivo”. “Considero que lo más importante -decía Benedicto XVI- es que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo”. Y concluía el Santo Padre: “Así podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: el Evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años”.

Justamente, recordaba el P. Gustavo, este año que en el Movimiento de los focolares nos proponemos pofundizar y vivir ese punto cardinal de nuestra espiritualidad que es el amor al hermano qué mejor don podemos hacerle al otro sino proponerle y fortalecer en él la fe, para vivir juntos las palabras del Evangelio.