“Aquí puedo amar con libertad”

 
Chicos y chicas entre 12 y 16 años experimentan la ley del amor recíproco de la ciudadela por algunos días.

Más de 60 pre-adolescentes (Gen 3) pasaron un período de una semana de convivencia en la Mariápolis durante enero y febrero.

Provenían de Bolivia, Paraguay, de Perú y de distintas provincias argentinas. “Fue sobre todo una maravillosa experiencia de unidad -cuentan algunas de las chicas que participaron del primer grupo, el más internacional-, más allá de que todas hablábamos castellano, al principio costaba entendernos, también las distintas formas de expresarse propias de cada pueblo, a veces a algunas podían parecer un poco avasalladoras o poco expresivas para otras, pero el amor de cada una fue “más grande” y se lograron vencer enseguida todas las barreras. La propuesta fue intentar vivir las 24 hs. del día con la presencia del único Maestro: Jesús en medio. ¡Fue para todas una escuela que nos renovó completamente!”

“Fútbol cruzado con cuatro equipos en la misma cancha -dicen los varones que llegaron a mitad de enero-, un viejo bebedero transformado en angosta pileta para paliar el calor, Carnaval anticipado de bombuchas, caza fotográfica (iguanas, caranchos, etc.) y muchos, muchísimos juegos. También trabajo, música. Estas fueron algunas de las tantas vivencias compartidas durante siete días con unos 15 adolescentes de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fé y Entre Ríos. Días intensos junto a los jóvenes y a las familias de variados países presentes en la Mariápolis. Rico intercambio de experiencias y vivencias que alimentan el presente de la construcción de un mundo unido ya en acción”.

Después vinieron otros dos grupos más: uno de chicas de Neuquén, Cipolletti y Buenos Aires y otro de varones de las ciudades vecinas de la Mariápolis (Junín, Chacabuco, Chivilcoy, O’Higgins).

Como un juego, el “si fuera…”, van dejando sus impresiones más profundas:

Si estos días fueran… el título de una película sería:

“Aprendiendo a ser feliz, porque en estos días lo que fuimos aprendiendo es a encontrar la verdadera felicidad que es el amor al hermano mediante pequeños actos de amor que nos van acercando a Dios, que es la felicidad verdadera”.

Si estos días fueran… un lugar sería:

“El mar, porque en el mar puedo nadar con libertad, y acá puedo amar con libertad”.

Si fuera… un mensaje para Chiara*, le diría:

“Estos días han sido pocos, por lo rápido que se pasaron, y muchos, por la manera de experimentar a Jesús entre nosotras, y por el amor que ponemos en cada cosa. Creo que he experimentado que he estado en un pedacito de cielo, porque si bien en el cielo también hay nubes grises que tapan el sol, todas juntas las corríamos y con el amor que todas poníamos podíamos ver una vez más al sol que nos ilumina, y así una y otra vez”.

* Chiara Lubich (1920-2008), fundadora del Movimiento de los Focolares.

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