Se inauguró el ciclo 2019

 
El lunes 11 de febrero se realizó el acto de inicio del "ciclo lectivo" con los 70 jóvenes que llegaron para "hacer la experiencia" durante este año.

Son 70 jóvenes, chicos y chicas, los que llegaron a la Mariápolis, donde vivirán este año 2019. Vinieron atraídos por hacer “la experiencia”, como desde hace 50 años se sucede año tras año. Todavía no todos logran expresarse plenamente en castellano ya que los hay de India, Paquistán, Corea, Alemania, Estados Unidos, Suiza, Italia, España y de países latinoamericanos como Perú, Bolivia, Brasil, Uruguay, Colombia, Costa Rica, México, Paraguay, Ecuador y, los locales, de Argentina. De 18 países distintos (¡y con el peligro latente de olvidarse de alguno!). Un desafío intercultural que lo permeará todo: desde la convivencia en los pequeños grupos, “las casitas”, como le llaman a los espacios habitacionales hasta el trabajo en los distintos talleres, o de los momentos de esparcimiento y deporte a los dedicados al estudio, al “ir en profundidad”, sin olvidar las relaciones que se van tejiendo con las familias y los adultos que habitan la Mariápolis y quienes los fines de semana llegan para compartir su espíritu.

 

 

 

 

 

 

 

 

“El sábado hicimos el inicio informal de la experiencia 2019. Pinta un hermoso grupo lleno de deseos de comunión, sueños y ganas de amar -cuentan en un mensaje de whatsapp quienes acompañan a los jóvenes-. Nos dimos como lema ‘Cuidarse y cuidarnos mutuamente’, de un mensaje de Francisco a los jóvenes reunidos frente a la Catedral de Buenos Aires el día de su asunción”.

Vale la pena recordar lo que el Papa decía en esa oportunidad: “Gracias por haberse reunido a rezar, es tan lindo rezar, mirar hacia el cielo, mirar a nuestro corazón y saber que tenemos un padre bueno que es Dios. Les quiero pedir un favor: caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño, cuídense la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden a los niños, cuiden a los viejos, que no haya odio, que no haya pelea, dejen de lado la envidia, no le saquen el cuero a nadie, dialoguen, que entre ustedes este deseo de cuidarse vaya creciendo en el corazón y acérquense a Dios. Dios es bueno, Dios siempre perdona, Dios comprende, no le tengan miedo, Dios es Padre, acérquense a él. Y que la Virgen los bendiga mucho que ella como Madre los cuide”.

 

El lunes 11, en cambio, fue el inicio más formal del “año lectivo”, con todos los habitantes de la ciudadela presentes. “Comenzamos con un juego para conocer quienes habitamos hoy la Mariapolis -refieren-. Luego fuimos a las raíces de la creación de la Ciudadela recorriendo su historia con testimonios y experiencias para muchos inéditas y, para concluir, un debate sobre lo que es el amor reciproco…”. Uno de los grupos lo definió como la glándula pineal que en el cerebro es considerada como el portal del alma, a lo trascendente, y que se puede estimular o atrofiar. El amor reciproco, decían, es nuestra glándula pineal, y la alimentamos haciendo cosas en comunidad.

Se cerró la jornada escuchando el mensaje de Chiara Lubich cuando se despedía de la Mariápolis, tras su visita en 1998, en el que resaltaba “el esfuerzo del amor recíproco”, que ella había entrevisto en la Ciudadela.

Pocas palabras las de Chiara, esenciales, directas, que desde ese momento quienes habitaron y habitan la Mariápolis quieren plasmarlas en este proyecto que apunta siempre a una meta alta, pero que se concreta en todo momento: una Mariápolis + una + familia y + ecológica.