En un clima de recogimiento fuimos compartiendo las distintas celebraciones que la Liturgia nos propone como así también momentos de reflexión.
El jueves comenzamos con la presentación de la Mariápolis: Jóvenes, familias y sacerdotes compartieron sus testimonios.
El viernes, después de un momento para profundizar sobre el carisma de la Unidad, vivimos el Via Crucis por las calles de la pequeña ciudad, concluyendo en el Auditorio con las dos últimas estaciones del Via Crucis en Roma con el Papa Francisco.
También la Hora Santa, con momentos de silencio y oración, nos ayudaron a entrar en el misterio de dolor de Jesús.
El sábado Santo, otra ocasión para recordar la figura de María sobre todo en el momento de su Desolación. Finalmente la Misa de resurrección.
También los niños tuvieron la oportunidad de vivir la Pascua a través de diferentes actividades lúdicas y en comunión con todos los participantes.
Cada día, para ayudarnos a vivir juntos la Pascua, a la luz de las palabras del Papa Francisco, teníamos distintas propósitos: servir concretamente, perdonar a quien nos ofendió, incluir a quien dejamos fuera de nuestras vidas. Al final, quemamos estos propósitos que habíamos escrito anteriormente en un papel, como signo de nuestra confianza en la Misericordia del Padre.
Salimos renovados y con la fuerza de llevar a nuestros lugares la luz de la Resurrección.