Assisi-1El primer acontecimiento de la vida de la Virgen que recoge el Evangelio es la Anunciación (Lc 1,  25ss). María fue elegida por Dios desde siempre, pero en la Anunciación sucedió algo muy particular para Ella: el ángel se le presenta con un mensaje de Dios, que María acepta. Por este  “sí” suyo florece inmediatamente en Ella una realidad nueva: la encarnación del Verbo en su seno.

Si tratamos de comprender la vida de algunos santos, vemos que algo análogo a lo que sucedió en María sucede también espiritualmente en ellos cuando se tropiezan con un carisma que Dios ha dado para el bien de la Iglesia.

Conocemos la historia de santa Clara de Asís, la discípula más perfecta de san Francisco.

Cuando uno visita la iglesia de san Damián en Asís, donde ella vivió, puede suceder que el guía, al explicar ese lugar sagrado diga: “Aquí Cristo se encarnó en el corazón de Clara”; lo cual no son simples palabras, sino que revelan una profunda verdad.

Aunque Clara de Asís – por lo que sabemos – vivía ya desde antes una vida cristiana ferviente, su encuentro con san Francisco, que era la personificación de una palabra que Dios volvía a decir al mundo, la palabra pobreza, provocó en ella algo nuevo: hizo que Cristo se desarrollara y creciera en su alma  hasta convertirla en una de las santas más grandes de la Iglesia Católica.

Y ¿acaso no piensan los Papas, los santos y los Padres de la Iglesia que la Palabra engendra a Cristo en las almas?

Así, cuando alguien, en un momento dado de su vida, se tropieza a través de una persona, un escrito o una reunión con el carisma de la unidad y siente la llamada a hacerlo suyo, si dice su “sí”, sucede también en él algo semejante a lo que sucedió en María y en estos santos. Cristo en su corazón puede desarrollarse verdaderamente y crecer espiritualmente como por una actualización del bautismo.

He leído que santa Clara de Asís, pronunció antes de morir una frase maravillosa: “Tú, Señor, seas bendito porque me creaste” Quiere decir: “porque habiéndome creado,  realmente Tú has buscado tu gloria”. Y la suya fue una muerte de amor.

¡Quiera el Cielo que también a nosotros nos suceda algo así!

Si somos fieles, tampoco nuestra muerte será simplemente una muerte física, sino una muerte de amor. Entonces subiremos también nosotros a saludar a nuestra Madre, a nuestra santa,  a nuestro modelo, Aquella que aquí en la tierra ha sido nuestra Guía, Reina y Madre.

Y veremos la gloria de María, Reina del cielo y de la tierra. Y la veremos rodeada sobre todo por todos los que la han amado.

De Chiara Lubich,  “María – Transparencia de Dios”, 2003 Ciudad Nueva – págs. 58,59,73.

1 Comment

  • Grazie di questo bel pensiero di Chiara su S. Chiara. fa bene all’anima, come sempre.
    Avrei solo un appunto sulla foto: perchè una immagine della Basilica superiore di S. Francesco, e non invece una di San Damiano ( che è nominata) o della Basilica di S. Chiara? grazie, sempre in comunione… sr. Carla

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *