El título anunciaba “La más grande aventura del mundo”. Ya la preparación, hecha por los más grandes para los más pequeños, hacía intuir que el congreso habría sido un juego de amor a la luz del sol de Dios.

La importancia del evento la subrayó también su dimensión mundial. De hecho estaba siempre viva la conexión con otros gen 4 del mundo, a través de las experiencias, fotos, canciones y representaciones teatrales que mandaron, y después a través de la conexión en directo por Internet.  Lo que hizo todavía más precioso el encuentro fue que los gen 4 enfermos ofrecieron sus enfermedades, su dolor para que todo saliera bien.

Uno de los temas fundamentales fue el conocimiento de Dios así como se ha manifestado en la historia:
en la creación, en la amistad con su pueblo predilecto como protector, defensor, guía y salvador. Seguidamente el don más grande, Jesús que nos revela el corazón de Dios con la historia del padre misericordioso que acoge al hijo pródigo. Después el conocimiento de los profetas, de los santos, de todos aquellos que con su vida han sido y son los mensajeros del amor de Dios, y que a través de su voz, como la de Chiara, llega también a nosotros.

Precisamente Chiara, a través del video, repetía a los gen 4: “¿Saben cuál es la verdadera felicidad?
Intenten: es la de la persona que ama, que ama, que ama. Cuando amamos somos felices y si amamos siempre somos felices siempre. ¿Qué pueden hacer ustedes en el mundo? Dar la felicidad, enseñar a amar”.

Su mensaje fue acogido. Flavio decía: “En un juego había que correr de una parte a otra sin dejarse atrapar… pero después vi que en el suelo había un librito de apuntes. Me detuve, lo agarre y se lo llevé enseguida a su propietario”. Y Joe: “Construí un avioncito de papel, pero un niño lo tomó. Yo entonces le regalé el mío”.

El estímulo a “experimentar el secreto de la verdadera felicidad” además de las actividades y los espacios recreativos, fueron los encuentros con muchos amigos y amigas de Chiara.

Entre ellos Emmaus, quien les dejo una consigna comprometedora: “Si nosotros estamos unidos, podemos llevar adelante esta revolución que Dios ha mandado al mundo a través de Chiara. Tienen que llevar al mundo ‘una ola de amor’”.

Y la consigna fue acogida. Se nota a través de los ecos que llegan desde cuando regresaron a casa.  Un gran reto que los más pequeños han lanzado a todos. Uno de los gen 4 invitó a sus amigos a una fiesta y les contó lo que había vivido, otros pusieron al día a las comunidades de donde provenían. Esto es la garantía de la valor que han asumido. Un gen 4 declaró delante de muchos que quiere llegar a  ser santo.

Esto dejó maravillados a quienes lo escuchaban y ante la pregunta de cómo pensaba alcanzar este fin él explicó que es muy sencillo: la santidad es quererse, siempre y sin medida.

¡La ola de amor ya partió!

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