Movimiento de los Focolares
Colombia: entre dos océanos y los Andes

Colombia: entre dos océanos y los Andes

Bañada por dos océanos y atravesada por los Andes, Colombia es un verdadero jardín con 1.141.748 km2 de extensión ubicado en el extremo noroccidental de Suramérica. Playas caribeñas, selva amazónica, ciudades modernas, flores, oro, petróleo, esmeraldas y energía para exportar, arte y cultura, la hacen una nación llena de riquezas. Pero es su gente tenaz, llena de alegría e iniciativa, el verdadero tesoro de este país que ha recibido su nombre en honor a Cristóbal Colón.

La historia del Movimiento de los Focolares en estas tierras, comienza en Bogotá, la capital, una gran metrópoli, culta y moderna con más de 9 millones de habitantes, que se extiende sobre un magnifico altiplano a 2600m snm. Durante el congreso Eucarístico de 1968 Lucero presta sus servicios como scout y el Padre Gerardo Sotelo, religioso, le regala el libro que Chiara Lubich ha escrito para los jóvenes del Movimiento:“Etapas gen”. Fascinada, empieza su aventura junto con otras chicas- Por un año no hay palabras, sólo la vida habla, y muchos se interesan.

Mientras tanto en Medellín, industrializada y en continua transformación, el Padre Luis Bonilla – salesiano – recibe una revista Ciudad Nueva de Argentina– Descubre en esas páginas la vida que busca y empieza a recorrer las casas de su barrio anunciando el “Ideal” que encontró. Inicia una relación epistolar con la redacción en Argentina y pocos meses después llega Ana Sorlini – focolarina – quien desde entonces seguirá, con viajes anuales y correspondencia, las comunidades nacientes.

Marita Sartori (en el centro)

En 1972 se abre el centro o “focolar” femenino y en 1976 el masculino. Desde aquí se irradia el Ideal de la unidad a los países cercanos, desde México hasta Perú, con una gran respuesta. En tanto Monseñor Libardo Ramirez participa en Roma en los primeros encuentros de Obispos amigos del Movimiento y lleva esta espiritualidad a su Diócesis de Armenia. Con la Llegada del Padre Agustín Abate, nace el focolar sacerdotal. Religiosas y religiosos que son trasladados a diversas partes del país van comunicando esta vida evangélica y surgen comunidades en Valle, Huila, Santander, Nariño, Atlántico, Chocó, Antioquia, e Cundinamarca. Nace también la edición colombiana de la revista Ciudad Nueva.

Pero la situación socio-política y económica del País es cada vez más difícil. A los altos índices de pobreza (46% de la población vive bajo el límite) que desencadena luchas armadas y guerrilla, se suma el flagelo del narcotráfico con todo tipo de violencia y desplazamientos forzados.

Las comunidades del Movimiento se sienten interpeladas por esta situación que parece superarlas y Chiara Lubich propone en el 2002, que los Focolares en Colombia desarrollen particularmente una política y jurisprudencia que nazcan de la espiritualidad de la unidad, marcando una etapa importante en el desarrollo del Movimiento. Actualmente hay dos centros en Bogotá y otros dos en Medellín. El centro del Movimiento para toda la región se encuentra en el Centro Mariápolis Alegría, en Tocancipá a 40 km de Bogotá; es un punto fuerte de irradiación y formacion de la espiritualidad de la unidad.

Han nacido varias obras sociales como el Centro Social Unidad, en Bogotá, la Escuela Sol Naciente en Tocancipá, el proyecto abrazo en Medellín y diversas actividades académicas y de desarrollo basadas en la fraternidad como categoría política. Se estima que los miembros del Movimiento en Colombia sean alrededor de 6.500.

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México: el co-Presidente Faletti por primera vez en el país

20120329-el-diamante_mg_1136En México no miden esfuerzos cuando se trata de recibir a alguien. Son de verdad incomparables. Es una característica milenaria que expresa una cultura generosa, alegre y acogedora. Así fue también para Giancarlo Faletti, co-presidente del Movimiento de los Focolares, en su visita por primera vez a la ciudadela “El Diamante” que queda a 50 Km. de Puebla y a 170 Km al sudeste de la ciudad de México. Los últimos 30 metros del cantero central que atraviesa el elegante jardín interno del edificio principal estaban cubiertos de dibujos coloreadísimos de hierba segada. ¡Una auténtica obra maestra! Poco antes, un centenar de personas, incluidos los niños de la escuela S. María que tocaron canciones y las cantaron, habían ofrecido una artística bienvenida bajo el arco de ingreso a la ciudadela. Aquí salta a los ojos la belleza y la variedad de las plantas, de los canteros, de la casa, pero aquello que impresiona es la cultura del detalle. Se lo vé visitando la fábrica de pasteles, la empresa de artesanías, la carpintería y el taller del centro artístico. Los habitantes son 55, más otros que pasan un periodo de formación. Entre éstos últimos algunos jóvenes que le dieron la bienvenida y conversaron con Giancarlo Faletti. En la casa, punto de referencia para los vecinos circundantes, se ve una inesperada armonía de los ambientes (acompasada con la tecnología) que manifiesta su estilo de vida. También en el aeropuerto se expresó el alma mexicana hacia el esperado amigo. En la sala de llegadas, las personas de la comunidad de los Focolares, con tanto apretón de manos, dando la bienvenida, llamaron la curiosidad de los demás pasajeros en tránsito y despertaron un generalizado aplauso. Era un abrazo dulce y delicado muy agradable para el co-presidente, conociéndose su parquedad ante los reflectores. Antes de llegar a la ciudadela en la que se quedará hasta el lunes, para encontrarse con una buena parte de las personas de los Focolares de México, Giancarlo Faletti quiso cumplir una especie de viaje para penetrar en la cultura, en la historia, en el arte y en la religiosidad de este pueblo, que cuenta con más de 110 millones de habitantes, es el país más poblado de lengua española. Por este motivo, como primera etapa, realizó la visita al museo antropológico de la capital, en el cual la riqueza de las áreas expuestas, lo ayudó a descubrir el patrimonio inmenso que sostiene al México de hoy, y que impregna la vida de las diversas poblaciones que lo componen. El camino de la inculturación llegó también a la dimensión eclesial, que conoció en el encuentro con una treintena de sacerdotes, que viven la espiritualidad de la unidad y con los cuales Faletti mantuvo un diálogo sobre los efectos del carisma vivido en la vida presbiterial y en la construcción de la comunión en la Iglesia. ¿Y podía faltar la Morenita en este recorrido? Estuvo también la visita a la Virgen de Guadalupe adonde fue acompañado por unas treinta personas. Pero aquí se abre un capítulo importante. Y es mejor referirnos a él aparte. Paolo Lóriga, enviado

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“Sol naciente” escuela de esperanza

Tiene ya más de diez años la escuela pre-escolar  Jardín Feliz (Giardino Felice),  origen de  la actual escuela “Sol Naciente”.  Con su creación la comunidad de los Focolares del lugar(Colombia) trata de responder a una necesidad concreta y urgente de la población local: ayudar a los niños que no tienen la posibilidad de asistir a la escuela pre-escolar pública o privada  por la condición social de la familia y eliminar así la barrera que los mantenía marginados y en la pobreza. Al principio se pensó en darles una ayuda económica, pero pronto se dieron  c uenta que el dinero dado, aún siendo necesario para la familia, no siempre era utilizado directamente en los niños. Esto  condujo a la idea de fundar una escuela de pre-escolares de manera que sean directamente los niños los beneficiados de la ayuda. Pasada la primera etapa en que la escuela funcionó de forma informal, los mismos padres viendo el progreso de los niños, propusieron  que la escuela tuviese un reconocimiento de las autoridades municipales. Fue así que en 1999 comenzó oficialmente la escuela de pre-escolares Jardín Feliz. La primera clase estaba constituida por 26 niños de 4 años y estaba ubicada en una pieza del Centro Mariápolis Alegría, centro del Movimiento de los Focolares presente en Tocancipá desde hace varios años. Este emprendimiento fue creciendo y con los años se vio la necesidad de continuar la formación escolar de los niños abriendo también la escuela primaria que fue bautizada por Chiara Lubich con el nombre “Sol Naciente”. Desde el principio se trató de brindarle a la escuela una sede propia y gracias a la ayuda de diversas personas y a las donaciones de instituciones privadas, fue posible adquirir el terreno para construir la escuela. Actualmente la escuela “Sol Naciente”, además de la escuela primaria, tiene formación secundaria –media superior-, y cuenta con 308 alumnos, entre niños y jóvenes que van desde los 3 años hasta los 15 años. Además de ofrecer una buena instrucción escolar, forman personas sensibles a los valores de la solidaridad, de la paz y de la ecología y a insertarlos positivamente en la sociedad en que viven. La escuela ha funcionado hasta ahora con el apoyo de los estudiantes, con el de  las familias de los estudiantes y con la ayuda del programa Sostén a distancia del Movimiento  Familias Nuevas

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Bogotà: Centro “Social Unidad”

“¡Aquí estamos más cerca del cielo!, ésta es la expresión espontánea de L. M., una niña de 8 años que vive en el barrio La Merced (Bogotá) frecuenta el “Centro Social Unidad” a cargo de los Focolares de Colombia. Su familia llegó a la humilde barriada de las montañas al sur de la capital huyendo de la violencia. La de ellos era la misma situación en la que se encontraban tantas personas llegadas a ese lugar, donde encontraron gente solidaria que acogió a estas familias en busca de un futuro seguro. La situación, al principio era casi desesperada.   Para sobrevivir el trabajo era excavar la dura tierra del lugar para hacer ladrillos. Un procedimiento fatigoso, que exigía mucha fuerza física y buenos pulmones para soportar el gas que salía de los enormes hornos. Significaba también olvidar los propios sueños, porque el trabajo ocupaba todo el tiempo. También los niños, ya desde los 5 años, tenían que dejar parte de sus juegos o inventar uno durante la fabricación de los ladrillos. Era normal encontrar rostros ennegrecidos por el humo, pero igualmente contentos de ayudar a sus padres. Ante esta situación, y motivados por el impulso de Chiara Lubich de “dar la vida por la propia gente”, se injertaron hace 30 años personas del Movimiento de los Focolares, empezando por Don Luis Dies y un grupo de pioneros. Los habitantes del lugar tenían mucha desconfianza al principio, debido a experiencias negativas anteriores. “Pero ¿cómo no abrirle las puertas –cuanta P.T., uno de ellos- a quien venía sólo para ayudarnos? Ellos vivían con nosotros el dolor de vernos en necesidad, no nos juzgaban, compartían con nosotros también los momentos de relax, realmente nos querían y, desde un principio, se propusieron mejorar con nosotros la calidad de vida. Nos trajeron el médico, un dentista… nos hicieron sentir ¡personas amadas por un Padre que es Amor!” Hoy existe un centro social que, aun en medio de las dificultades, trabaja para que esta comunidad se convierta en un modelo de convivencia en donde la práctica de los valores humanos y cristianos sean la base del quehacer cotidiano. Actualmente, el “Centro Unidad” ofrece los servicios de ayuda escolar a 35 niños y adolescentes entre los 6 y los 17 años (gracias al compromiso de los propios jóvenes de la comunidad que vienen a hacer su servicio social); hay un programa de instrucción para 24 madres responsables de niños entre los 0 y los 5 años y para mujeres embarazadas; un servicio de biblioteca, asistencia de salud garantizada por un médico y un dentista, entrenamiento en el uso de las computadoras, cursos de cocina… Ha sido original la idea de la “boutique”, que ofrece por poco precio vestidos, utensilios para la casa, material escolar, y todo lo que puede ser útil; además hay talleres de danza, teatro y pintura. El Centro se sostiene gracias al proyecto “Apoyo a distancia” de Familias Nuevas, que hoy en día a 78 niños y adolescentes de familias del lugar. Una bellísima historia que todavía se está escribiendo, entre alegrías y dolores. Las puertas del centro quedan siempre abiertas para quienes pasan necesidad pero también para quien quiere dar algo suyo. Aquí una parte de la humanidad lucha y se compromete a tratar de formar parte de una sociedad más justa, inspirada en los valores del Evangelio.