Group of young happy people. Unity concept


20170904-01El borracho
Por casualidad presencié una riña entre una persona ebria y un grupo de jóvenes, que, molestos con él, se pusieron a patearlol. Todo ocurrió en muy poco tiempo. Se levantó con esfuerzo y escupiendo sangre (había perdido dos dientes), esta persona en estado de ebriedad comenzó a insultarlos y a amenazarlos, que a esa altura ya habían desaparecido. Estábamos solos, ese hombre descartado por la sociedad y yo, en el cual veía a Jesús que me pedía ser amado. Venciendo un cierto temor (furioso como estaba, ¿y si se la agarraba conmigo?), le di un pañuelo para que se secara la sangre. Después me interesé por él quien me comenzó a relatar sus problemas de salud y otros líos. Le di un cigarrillo pues deseaba fumar y traté de disuadirlo de su idea de venganza. No fue fácil tranquilizarlo. Tenía miedo, entre otras cosas, de que los muchachos volvieran y de que se reencendiera la violencia. Me quedé con él y lo escuché hasta que se decidió a volver a su casa.
O.- Italia

Enferma
A veces paso por momentos de rebelión, pero luego prevalece el deseo de creer en elamor de Dios y de los hermanos. Trato de no dejarme abatir por el sufrimiento, de no encerrarme en mí misma y de no pesar sobre los demás. Cuando a causa de la quimio perd¿ los cabellos, mi amiga Bruna me dijo: «Tus cabellos están contados. Dónaselos a Jesús como flores como signo de tu amor». También mi enfermedad tiene un sentido y por eso agradezco a Dios.
Brigitte – Alemania

La paz
Mi papá trabajaba en una empresa naval. Durante una huelga, en los años ochenta, las fuerzas armadas intervinieron y él fue uno de los que cayó muerto. Desde ese momento nuestra vida cambió, aunque era muy pequeño para darme cuenta. Volvimos a conversar el tema con mi mamá solamente cuando se produce algún reconocimiento y en ocasión de alguna fecha histórica. Ella nos enseñó el valor de la paz y a no buscar nunca la venganza. Hoy, siendo ya adulto, sé que el valor de transmitir a las nuevas generaciones es justamente este bien que viene de Dios pero que comienza en mi, por mí mismo.
S. K. – Polonia

Serenidad sorprendente
Me olvidé de avisar en la escuela que iba a retirar a los niños y que después habría vuelto con ellos. Por esta razón, a la vuelta, recibí una gran cantidad de reproches. Fue humillante tener que admitir mi error delante de los colegas y la dirección, también porque todos me miraban con hostilidad, inclusive aquéllos que siempre eran cordiales conmigo. Sacando fuerza del Evangelio acepté el desafío tratando de transformarlo en amor hacia todos: imaginaba cómo se habrían sentido en mi condición y comprendía su desaprobación. Hasta la portera, que había cambiado su modo de dirigirse a mi, se convirtió en objeto de una nueva estima. A una colega que me preguntó cómo lograba mantener la serenidad después de todo lo que me había pasado, le expliqué que, como cristiana encuentro la fuerza en la verdad y una fuente de paz que me da el valor de recomenzar.
J.L. – Hungría

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