Dic 9, 2017 | Sin categorizar
En el mundo moderno, la obediencia ya no se aprecia en la justa medida. El soplo de libertad, de fraternidad y de igualdad que se desencadenó con la Revolución Francesa ha entrado ya en nuestros periódicos, en nuestros patios, en nuestras casas, e incluso en nuestras parroquias y en nuestros conventos. (…) Por eso no es raro encontrar en nuestro inconsciente un sentido de desconfianza frente a aquella preciosa virtud, como si ésta estuviera en contraposición con el descubrimiento evangélico de que somos todos hermanos en Cristo. (…) La obediencia no implica una abdicación de la propia personalidad, una humillación inhumana. Por el contrario nos ayuda a ser verdaderamente nosotros mismos, a desarrollar nuestro yo, porque nos inserta en un contexto social que es indispensable, humana y divinamente, para la verdadera manifestación de nuestras capacidades. Cuando la voluntad de quien es legítimamente superior a mí en el gobierno civil o eclesiástico me indica lo que debo querer o lo que debo omitir, aunque esto choque con mis proyectos o con mi manera de pensar, me eleva siempre a un plano más amplio y general, al plano del bien común. La limitación que experimento, la fricción por el contraste que produce, es la contribución necesaria para este ensalzarme. En aquel momento mi humanidad crece, es más plena. Y cuánto más unido me siento a los demás, descubro que es mayor mi fraternidad con ellos. Esto, en efecto es el fruto de la comunión. La obediencia, lejos de ser un obstáculo, se convierte así en un medio indispensable para la fraternidad humana. (…) Muchas veces al hablar de esta virtud, se presentan sólo los aspectos ascéticos de la misma: cuánto progresa el alma con la renuncia a la propia voluntad, cuánto se libera de las pasiones etc. Y ciertamente es verdad, pero además proporciona algo mejor, nos hace partícipes de la humanidad de Cristo místicamente, nos permite experimentar en nuestro corazón los mismos sentimientos de Jesús. (Cf Fil. 2,5). María Santísima es el modelo por excelencia de esta obediencia interior. Cuando responde al ángel: “He aquí a la esclava del Señor”. Cuándo para seguir el edicto del emperador romano, va a Belén; cuando “con toda prisa” sigue la inspiración de ir a asistir a Isabel; cuando en las bodas de Caná pide a Jesús un milagro; cuando en el Calvario da al Hijo de Dios para estar con Juan; cuando en medio de los apóstoles ora en espera amorosa del Espíritu Santo; su vida es un continuo obedecer sólo a Dios, obedeciendo a los hombres y a las circunstancias. Y reviviendo en nosotros a María, participaremos de su misma intimidad, de su misma docilidad. Como el focolarino Andrea Ferrari que, moribundo, con la sonrisa en los labios a quien lo preparaba para aceptar la voluntad de Dios, le decía sonriendo, con una agudeza que manifestaba su íntima unión: “ Hemos aprendido a reconocerla siempre, incluso en el rojo de un semáforo”. De: P. PASQUALE FORESI – Palabras de Vida – Ciudad Nueva 1972 – pág.95-98
Dic 8, 2017 | Focolare Worldwide
La paz, el respeto de la dignidad y de los derechos de cada pueblo, el diálogo a todo nivel, son los objetivos altísimos dejados como herencia a los pueblos visitados por el Papa Francisco en su reciente viaje a Asia. En estos días están llegando algunos testimonios de la comunidad de los Focolares de Myanmar, quienes, junto a otros, han trabajado en la preparación de distintos aspectos y durante el desarrollo de este viaje: en las traducciones, el servicio de orden, la asistencia médica, la orquesta de las celebraciones. He aquí algunos: «La venida del Papa Francisco para nosotros ha sido la realización de un sueño. Se necesitó tiempo para que el estupor se transformara en conciencia de lo que realmente estaba sucediendo». «Las lágrimas corrían por las mejillas de los ancianos. Pero también los jóvenes , por más que sea difícil para ellos entender el alcance del evento, lo gozaron». Los católicos, una pequeña minoría del país, se sintieron animados: «Éramos una grey pequeña y aislada. Finalmente hemos visto de cerca a nuestro pastor. Ahora este pueblo ya no está al margen, sino bajo los reflectores del mundo. Finalmente ha sucedido algo de lo que estamos orgullosos. El Papa está en Myanmar». «No debemos tener miedo de nada».
Gennie trabaja con los “desplazados internos” (IDP, Internally Displaced Persons), es decir civiles que se han visto obligados a huir de las persecuciones, y a diferencia de los refugiados, no han atravesado una frontera nacional. En la mayoría de los casos, a la espera de una nueva esperanza de vida, no tienen ni asistencia ni protección. Después del paso del Papa Francisco, ha escrito: «Hoy esta esperanza se ha renovado. Personalmente mi esperanza está en el Amor, y de ahora en adelante está viva en mí». Desde su ciudad, Loikaw, capital del Estado de Kayah, un territorio montañoso en Myanmar oriental, el 28 de noviembre partió para Yangon, junto con un grupo de unas cien personas, provenientes de aldeas más alejadas del Estado. Viajaron en 5 microbuses. «Este viaje lo organizó nuestra parroquia. Ver al Papa era un sueño para nosotros. Salimos a las 9 de la mañana y nos esperaba un viaje de 10 horas. Estábamos llenos de entusiasmo, rezábamos y cantábamos. Tomamos un camino más corto, pero tortuoso, para poder llegar antes. EN cambio, uno de los microbuses tuvo problemas en el camino, y empleamos casi veinte horas para llegar, porque no queríamos dejar solos a nuestros compañeros. Ninguno se lamentó».
Eran casi las 5,30 de la mañana cuando llegó el grupo al Kyaikkasan Ground de Yangon, donde estaba por iniciar la Misa, seguida no sólo por la minoría católica, sino también por musulmanes, budistas y fieles de distintas religiones. «Nuestro grupo no pudo entrar, pero nos pusimos cerca de una de las entradas. A través del Papa, se sentía el amor de la Iglesia por los más pequeños. Entre toda la población se percibía un amor muy fuerte, no sólo entre los cristianos. El chofer del taxi que tomamos nos dijo que desde tempranas horas de la mañana transportaba gratuitamente a las personas que iban hacia el Estadio, pero también en los autobuses y en los trenes se podía viajar gratuitamente». Una joven budista, después de participar en la Misa, escribió: «También aquí me sentí en familia. Advierto la paz en lo profundo de mi corazón». Prosigue Gennie: «Es sorprendente el cambio en los criterios de quienes deben ser ahora, para nosotros, los “vip”: lo recuerda el Magníficat… ensalzó a los humildes, colmó de bienes a los hambrientos».
Debemos agradecer a todos por esta experiencia «a los Yangonianos, siempre pacientes con la multitud, a quienes prepararon este evento, pero sobre todo al Santo Padre que ha decidido venir a un país tan lejano. Es un alba nueva para Myanmar». Valentina es médico. Junto a los médicos del servicio sanitario prestó asistencia ininterrumpida: «Fue una ocasión que nos puso a todos juntos, sin fronteras. Nosotros médicos, católicos y no católicos, estábamos muy cansados, pero recibimos una “gracia”, la de lograr amar sin detenernos nunca». Jerome, en cambio, trabajó como traductor: «Para mí fue especialmente bello ver a los jóvenes a la espera desde primera hora de la mañana delante de la catedral de Saint Mary, en Yangon. Al terminar la misa el Papa se dirigió a nosotros, nos animó con fuerza a trabajar por la paz. Ahora me siento llamado a una mayor generosidad, a ser valiente y alegre, como nos ha pedido».
Dic 8, 2017 | Sin categorizar
Se celebra hoy, 8 de diciembre, una de las fiestas más sentidas y populares que la Iglesia Católica dedica a la Virgen María: la Inmaculada Concepción. La fiesta cae en el día en que, en el 1854, el papa Pío IX, con la bula “Ineffabilis Deus”, decretó que la Virgen María, “por singular gracia y privilegio”, fue preservada de la común herencia del género humano, de la culpa original, desde el primer instante de su concepción. Tal formulación, sigue a una larga serie de dísputas teológicas acerca del nacimiento de la madre de Jesús. En Oriente, desde el VI siglo d. C. se celebraba una fiesta de la concepción de María, difundida en Ocidente a partir del siglo X. La solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María se recuerda en el contexto del Adviento y de la Navidad, uniendo la espera del nacimiento de Cristo con la memoria de la Madre.
Dic 7, 2017 | Sin categorizar
“Yo creo que Dios puede y quiere que nazca el bien de cada cosa, también de la más malvada”. Así se expresaba Dietrich Bonhoeffer a fines de 1942, en plena guerra mundial. En el momento más cruel y terrible que la historia del Novecientos conoció, haciendo un balance del año 1943, este gran testimonio logra aún confiar más allá de toda esperanza, creer con firme fe y segura en la acción providencial de Dios en la historia. La lucha entre el bien y el mal, el pecado y la gracia a través de la historia. Era éste el contexto histórico que hacía de fondo al nacimiento del Movimiento de los Focolares. En su edificación se colocó la primera piedra en Trento, precisamente en 1943, el 7 de diciembre, con la donación que una joven de veintitrés años hizo a Dios de su propia vida: Silvia Lubich, que como terciaria franciscana había tomado el nombre de Chiara. Ese día hasta las condiciones meteorológicas parecía que iban en su contra, como surge del relato de Chiara, que cuenta su ida, al alba, de mañana, hacia el colegio de los Capuchinos, a la ceremonia privada durante la cual se consagraría a Dios para siempre: “Una gran tormenta, de modo que tenía que avanzar empujando el paraguas hacia adelante. También esto tenía un significado. Me parecía que expresaba que el acto que estaba realizando encontraría obstáculos. Esa furia de agua y de viento contrario me parecía un símbolo de algo adverso. Llegando al colegio se produjo un cambio de escena. Un enorme portón se abrió solo, de forma automática. Sentí alivio y acogida, casi los brazos abiertos de par en par de ese Dios que me esperaba”. Este “cambio de escena” se reflejó en su vida. La plenitud y sacralidad de ese acto que ocurrió en el secreto y en la pobreza (tres claveles rojos fueron el único signo externo de fiesta) en el alma de Chiara Lubich eran más sonoros que las atrocidades de la guerra que permanecía como trasfondo, casi “como el marco de un cuadro”. La realidad más verdadera para ella era lo que Dios, descubierto como Amor, iba edificando. “Existía un ideal, uno sólo, que nunca desaparecería, ni siquiera con nuestra muerte. Era Dios. Y a Dios nos apegamos con todas las fuerzas del alma. No adherimos a Él porque no había quedado nada, sino porque una Fuerza en nosotros nos hacía felices de haberlo encontrado en la vida como el único Todo, el único Eterno, el único digno de ser amado porque no pasa. El único pues, que saciaría las exigencias de nuestro corazón. Desde hacía ya varios años recibíamos la S. Comunión cotidianamente y creíamos que éramos buenas cristianas, porque pertenecíamos a varias asociaciones católicas. Sólo cuando Dios nos quitó todas las cosas para donarse a nosotros, Él sólo, comprendimos por primera vez el primer Mandamiento de Dios: “Ámenme con todo el corazón, con toda la mente…” Lo comprendimos porque solo en ese momento sentíamos verdaderamente que teníamos que amar así, de forma total, con la mente, el corazón, las fuerzas, para no engañarnos”. Lucia Abignente, “Qui c’è il dito di Dio”, Città Nuova, Roma, 2017, pp. 25-26.
Dic 6, 2017 | Sin categorizar
En el 2005, con ocasión del congreso internacional de expertos de las Ciencias Sociales, Chiara Lubich decía: “El amor fraterno establece por doquier relaciones sociales positivas, aptas para hacer el consorcio humano más solidario, más justo, más feliz”. A partir de ese año se ha ido desarrollando un rico debate promovido por “Social-One, Ciencias Sociales en diálogo“, que involucra a docentes, profesionales de Trabajo Social, representantes de las instituciones públicas, con el fin de adoptar el concepto del amor como categoría en el análisis de la sociedad y como instrumento de intervención. Con este espíritu, entre el 11 y el 14 de diciembre tendrá lugar en la Ciudadela Santa María Igarassu, en Brasil, la escuela de verano internacional con el título: “Actuar agápico y realidad social: Imaginación sociológica para promover el desarrollo, para construir el futuro”. El evento es organizado por Social-One en colaboración con el Departamento de Sociología de la Universidad Federal de Pernambuco y el Centro Universitario Tabosa de Almeida. Un denso programa de conferencias y talleres involucrará a los participantes provenientes de Europa y América Latina, en un diálogo continuo sobre temas como la desigualdad, el don, la fraternidad y el amor al servicio de la inclusión social. En el sito todos los detalles de la escuela y el programa.