Jefe de sector
El responsable de nuestro sector, desde hacía algún tiempo, parecía un motor en su máxima potencia. Todos tratábamos de evitarlo. Un día, hablando con mi abuela, ella me contó que el abuelo había pasado por un período de agotamiento durante el cual parecía un caballo desbocado.  Su curación la facilitó la atmósfera de serenidad que la familia supo construir a su lado. Al día siguiente me reuní con algunos colegas y les propuse que ayudáramos a nuestro jefe, tratando de escucharlo con serenidad y ayudarlo en cada deseo suyo. No todos estaban de acuerdo, pero la mayoría comprendió. Después de algún tiempo, el jefe nos confió las tragedias que estaba viviendo en su familia. Y nos agradeció diciendo: “Con la ayuda que ustedes me dieron, me aumentó la esperanza».
C. M. – España

Cambio de ruta
A los 61 años conocí a unos jóvenes comprometidos en poner en práctica el Evangelio. Me asombraba su serenidad y armonía. Yo había sido marinero y sabía bien lo difícil que era vivir juntos. Esto me impulsó a querer conocer más, por lo tanto compré un Evangelio. Leyéndolo por primera vez, comprendí que debía cambiar de ruta: no era suficiente ser honesto, no robar, para sentirme cómodo. También tenía que amar a los demás, sin excluir a nadie. Esto implicó un cambio radical en mi modo de pensar y de ser, comenzando por mi familia. En efecto, mientras con los extraños yo estaba siempre sonriente y conversaba con gusto, en cambio en mi casa hablaba poco, solamente lo necesario y también de modo autoritario.
G. – Italia

Bullying
Sentí en carne propia el “bullying”. Cuando era joven, algunos compañeros de la escuela decidieron agarrar a golpes al primer compañero pelirrojo que fuera al baño. Y había sido yo. Ahora soy profesor. Un día, antes de la clase, un alumno me vino a buscar a la sala de profesores. Me confesó que tenía el encargo de tender una trampa a su mejor amigo, y que si no lo hacía, iba a sufrir él, el mismo tratamiento. Estaba asustado y temblaba. Durante la clase, relaté lo que me había pasado a mí. Les pregunté a mis alumnos “como juzgaban ellos esta acción” y mis palabras fueron seguidas por palabras y largos silencios. Después de algunos días me enteré que la trampa no se había ejecutado.
H.N. Hungría

El regreso de papá
La noticia de que papá había vuelto a Italia con su nueva esposa, a pasar un período de vacaciones, revolucionó mi vida y la de mi hermana. Después de la separación de nuestros padres, vivimos años difíciles. Desde nuestro regreso al país con mamá, hasta que ella falleció por una enfermedad incurable, la relación entre nosotras  era serena, pero esta notica de que papá llegaba, ponía a flote sentimientos olvidados y sufrimientos superados. “¡No lo quiero ver!”, fue el primer impulso. Después se abrió paso un pensamiento: “Dios, descubierto como único valor, nos recordaba que había que amar a nuestros enemigos”. El encuentro con papá estuvo bien, tratamos sólo de amarlo. Se había construido un puente entre nosotros.
E. R. – Italia

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