Desde hace tres años, en el archipiélago Wallis-Futuna, la comunidad de los Focolares sostiene, en sinergia con las autoridades locales, una iniciativa ecológica para devolver a la isla su originaria belleza.

Wallis, junto con Futuna, Alofi y otros veinte islotes más pequeños, en el Océano Pacífico meridional, forma parte de un archipiélago que desde 1961 es territorio de ultramar de la República francesa. La isla, la más grande y poblada, está circundada a su vez por algunos pequeños islotes y por una enorme barrera de corales. Un territorio de incomparable belleza, pero amenazado, desde hace algunos años, por un alarmante aumento de basura y desechos – pajillas, escombros, botellas de plástico, neumáticos, vidrio, muebles – abandonados de manera indiscriminada, o que han llegado hasta allí transportados por las corrientes del mar, y que se han vuelto causa de contaminación de las playas y los fondos marinos. «La cuestión es cada vez más preocupante, y lo demuestra la creciente atención de los medios de comunicación locales, entre los cuales también el conocido canal de televisión RFO Wallis y Futuna, sobre este tema» explica Eva Pelletier, de la comunidad de los Focolares.

«Desde 2015, como respuesta a la Encíclica “Laudato sì” del Papa Francisco, hemos decidido comprometernos por nuestra isla con un plan de sensibilización al respeto del ambiente y a la recolección de los desechos, mediante una serie de iniciativas que han involucrado adultos, jóvenes y niños también. Esta acción ecológica nos dio la oportunidad asimismo de construir sinergias con las instituciones locales y ocasiones de diálogo a muchos niveles».

El problema, continúa Eva, es de hecho motivo de división entre los tres Dominios en los que está subdividido el territorio, e incluso dentro de la Asamblea que lo gobierna. «Para nuestra gran sorpresa, en noviembre de 2017, con ocasión de la apertura de la Semana dedicada en toda Europa a la reducción de los desechos (Semana Europea de la Prevención de Residuos), el Prefecto, de acuerdo con el Departamento del Ambiente, quiso participar en una iniciativa nuestra en el islote de Nukuloa, al norte de Wallis. Dadas las circunstancias, se unieron muchos ministros también, el jefe del distrito septentrional y los jefes de las aldeas Vaitupu y Vailala. Después de los discursos de bienvenida y una ceremonia inicial con una ofrenda de guirnaldas de flores y plantas tradicionales, una niña distribuyó espontáneamente guantes para la recolección de la basura, empezando justamente por el Prefecto y el Primer Ministro. Ese día limpiamos las playas de 500 kilos de basura».

Desde el 2016 el Departamenteo para el Ambiente sostiene la acción poniendo a disposición barcas, camiones y personal. En mayo de este año, la operación no se limitó a la recolección de desechos («más de 2.600 kilos»), sino que también se dirigió a contrastar la epidemia de “dengue”, que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados. «Nos hemos dedicado a la limpieza de los canales, canaletas de desgüe, bordes de las fuentes y de un pozo muy profundo». «En esta tierra conviene que cada uno haga su parte – concluye Eva, citando una frase de Chiara Lubich – y aunque el otro no responda haciendo la suya, no hay que desanimarse. En el amor, lo que cuenta es amar».

Chiara Favotti

1 Comment

  • This is a wonderful story of loving by rolling up ones sleeves and making a difference where we are. A wonderful witness!

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