Clima frío y grandes distancias y una población que une nativos e inmigrantes. Se trata de la Patagonia, en el extremo sur de Argentina donde viven varias comunidades del Movimiento, y dónde desde el 2010 se abrió un focolar.

Un paisaje encantador, con ríos, lagos, mar, montañas y glaciales, poblado por muchas especies de animales: ballenas, pingüinos, maras o liebres de la Patagonia, guanacos (camellos de Sudamérica) y avestruces típicos de esta región, llamados ñandúes. En este escenario, frío y seco, en el 2010 se abrió en Trelew el focolar más al sur del mundo. La ciudad es la “puerta” natural de un vasto territorio de Patagonia (1.768.165 km²), en donde ya había un vivaz grupo del Movimiento.

Hoy día el focolar acompaña a las comunidades de Neuquén , Rio Negro, Chubut, Santa Cruz y de la Tierra del Fuego. Está compuesto por 5 focolarinas: Ángela Correia de Brasil, Emma Murillo de México y tres argentinas, Silvia Deramo, Mónica Reina y María Ángel. “Estoy muy contenta de estar aquí -explica Mónica- donde los misioneros salesianos, haber visto en sueños una tierra, reconocieron que era precisamente la Patagonia”.

El territorio de Trelew estaba habitado por pueblos nativos mapuche-tehuelche, donde llegaron inmigrantes galeses, en 1865. “Para mí encontrar el Movimiento de los Focolares -dice Emma presentándose- fue experimentar el inmenso amor de Dios. Entre más conocía a Dios, más quería amarlo, hasta seguirLo para llevar el Amor hasta los confines de la tierra. Y de hecho… ¡llegué precisamente hasta los últimos confines de la tierra!

¿Cómo vivimos aquí? Tratando de poner en práctica el amor evangélico: en el trabajo, por la calle, en la parroquia y en las comunidades del Movimiento, esparcidas en toda la Patagonia”. “En el ambiente de trabajo -explica Ángela, docente de portugués en la Universidad estatal- he experimentado que, tratando de transmitir los valores en los que creo, no tanto con las palabras sino con la vida, se ha creado con los colegas y con los alumnos una relación de amistad y de confianza. He visto cambiar muchas actitudes individualistas”.

Entre las actividades del Movimiento surgidas en esta sociedad culturalmente rica y variada, se ha desarrollado un servicio en espacios pastorales de la iglesia local, el diálogo con personas de otras Iglesias y con personas de convicciones no religiosas, y actividades de apoyo a familias necesitadas. De hecho, la población de este región está constituida por personas de países y culturas diferentes, provenientes de zonas limítrofes que llegan buscando trabajo y un futuro mejor.

Es un punto fuerte y al mismo tiempo un desafío, dado que muchas personas se quedan sólo por un período de su vida y después regresan a sus lugares de origen.

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