Copia di Progetto senza titolo

En la jerga internacional los llaman “expats”: son los jóvenes expatriados que han encontrado trabajo y hacen su vida en el extranjero. Cada uno tiene sus propios motivos, cada uno tiene su historia. Mitty, italiana, hace investigación con biosensores de glucosio en una universidad japonesa y vive en la comunidad del Focolar de Tokio.

“Hoy la tecnologia tiene un enorme poder en todos los campos y también en el sanitario. Me siento llamada a trabajar en este campo para contribuir a dirigir la investigación técnica según criterios éticos y no comerciales. A veces somos precisamente nosotros los ingenieros biomédicos quienes inventamos cosas que hacen del ser humano un robot, y no estamos al servicio de la salud».

No hay duda, Maria Antonietta Casulli, para todos Mitty, tiene las ideas claras. Estudio ingeniería biomédica en Italia, pero para hacer su tesis se transfirió a Suiza, a la prestigiosa Ecole polytechnique fédérale de Lausanne (EPFL –Escuela Politecnica federal de Loussane) dónde posteriormente empezó una investigación a nivel doctoral. Por lo tanto tenía todos los requisitos para hacer una carrera exitosa: un sueldo consiste, una linda casa con vista al pago de Ginebra, estupendos amigos. ¿Qué más podría querer?.

«Sin embargo -cuenta Mitty- algo no estaba funcionando, era el 2013, estábamos en plena crisis económica y yo tenía una vida perfecta. Pero más allá de los Alpes, en Italia, muchos de mis amigos estaban por entrar en depresión porque no encontraban trabajo y yo no quería encerrarme en una vida hecha de carrera y dinero. Pero el impulso definitivo me lo dió un viaje que hice a Filipinas donde me encontré en medio de uno de los tifones más potentes y devastadores del mundo, el tifón Yolanda.

El contraste que experimenté fue enorme, este pueblo no tenía nada de aquello que mis amigos y yo teníamos, pero vivía con la «v» mayúscula, su vida era plena, rica de relaciones y gran dignidad.

Paradójicamente ésta me parecía la medicina para la crisis que mi continente, Europa, estaba atravesando; no se trataba solo de una crisis económica, era mucho más, un vacío en los valores fundamentales de la vida».

Después del viaje Mitty ya no regresó a Suiza porque sentía el deber de devolver a Dios esa vida plena que Él le había dado. Y así, después de un periodo en la escuela de formación de los focolarinos, desde hace dos años se encuentra en Japón, donde vive en la comunidad del focolar de Tokio. El estudio de la lengua la absorbió y por lo estuvo fuera del mundo laboral durante cinco años. ¿Habría podido volver a hacer investigación sobre todo en una sociedad como la japonesa?

“Precisamente mientras me hacía estas preguntas un amigo que estaba de paso me habló de un profesor japonés, católico, de una universidad de Tokio que estaba haciendo investigaciones ¡nada menos que en biosensores de glucosio, el argumento de mi tesis!».

Dado que la probabilidad de encontrar alguien en Japón que se ocupara de sus mismos estudios era prácticamente nula, Mitty comprendió que se trataba de Dios que intervenía en su vida y seguidamente le ofreció una continua prueba. El profesor le dió la posibilidad de hacer el.doctorado, pero seguía existiendo un problema: «En Japón ya no iba a tener un sueldo como en Suiza, por el contrario, era yo la que tenía que pagar».

61549481 685107555261622 2228868463600861184 oTambién en este caso la respuesta de Dios fue sorptende. Casi por casualidad Mitty fue a una entrevista con seis gerentes de varias empresas japonesas, era una situación bastante difícil para una joven mujer extranjera.

«Sentí que Dios estaba conmigo y que, al final, todos ellos no eran otra cosa que personas para amar. Esto cambió mi forma de exponer el proyecto y de escucharlos en sus distintas intervenciones. Durante una hora hablé de mi proyecto y en la hora sucesiva respondí a sus preguntas sobre mi elección de vida como focolarina y por qué me encontraba en Japón. Recibí el 100% dei financiamiento para el proyecto y tengo que decir que he visto la potencia de Dios abrirse camino en esta cultura y en estos ambientes, en un mundo que jamás habría imaginado.

Ni siquiera dos meses después del inicio de mi doctorado, mi ex-profesor suizo vino a Tokio y pude organizar un seminario en mi nueva universidad. Durante la cena, observando los dos profesores que hablaban juntos, me pareció entender lo que ahora Dios quiere de mi. No solo una investigación, sino que construya puentes, entre la universidad y las empresas, entre Oriente y Occidente. Yo tengo sólo que seguir siendo toda de Dios».

Stefania Tanesini

 

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