Jesús nos pide que nos hagamos pequeños, como un niño que se abandona confiado a su padre y a su madre y cree en su amor. “Nosotros también, ‘niños evangélicos’, dependemos en todo del Padre – dice Chiara Lubich – él sabe lo que necesitamos, incluso antes de que se lo pidamos, y nos lo da”.

Adopción a distancia
En enero de 2017 adopté a distancia una niña de Kenia. Sin embargo, durante aproximadamente un año, mi vida dio un giro inesperado y no tenía un ingreso fijo, así que dos o tres veces me pregunté si podría seguir manteniendo a la niña; y siempre la palabra de Jesús “Lo que hagas a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hiciste”, fue un estímulo para seguir ocupándome de ella. De hecho, después de cada momento de vacilación, aparecía un nuevo proyecto de trabajo que confirmaba mi decisión. Doy gracias a Dios que me ama inmensamente y me da prueba continua.
(Anny – Rumanía)

Un modelo innovador
Último año de odontología, el más desafiante. No debía pensar en otra cosa para graduarme rápido, en cambio acepté dar lecciones a Fabio, que no le va bien en la escuela, para favorecer a su madre, una señora que conocí por casualidad. Gratis, porque sus finanzas no son buenas. Un día, cuando le doy al chico una lección de ciencias, tengo que explicarle, casualmente, los dientes. Para hacerle comprender mejor la obra maestra que es nuestro sistema de masticación, sin darme cuenta, invento un modelo con un dispositivo técnico, sencillo pero muy práctico para la enseñanza. Comunico el descubrimiento al profesor de la tesis. Se entusiasma con eso. Además, me propone ilustrarlo en una lección que se hará en la Universidad de Caserta, especificando no solo el aspecto técnico, sino también la circunstancia que me hizo darme cuenta. En los meses siguientes, también tuve la oportunidad de hablar de ello con 70 estudiantes. La última noticia del profesor es que también se publicará un libro sobre mi descubrimiento. Y todo porque escuché la petición de una madre.
(Tonino – Italia)

Tentación
Casado y con tres niñas, trabajo en una carpintería. Tengo una pequeña cuenta bancaria, pero nuestra situación económica no es floreciente. Un día, yendo a hacer un depósito, encontré 235 bolívares registrados a mi favor: ¡precisamente la suma que necesitaríamos! Fingí que no pasaba nada y decidí, con mi esposa, esperar una semana. Mientras esperaba, hice las más variadas conjeturas sobre ese dinero; tal vez alguien estaba sufriendo o podría perder su trabajo por mi culpa. Hace unos años el amor al prójimo no formaba parte de mis planes. Pero ahora… De vuelta en el banco, se lo expliqué al encargado del sector. “Eres la persona más honesta que he conocido”. Como era necesario investigar un poco para entender qué había sucedido, me dio una cita a los tres días. Cuando volví al banco ya habían encontrado el error. Con alivio, supe que el dinero pertenecía a un hombre que participa en las reuniones sobre la Palabra de Vida en mi propia parroquia. Afortunadamente, no había sucumbido a ese momento de tentación.
(José – Venezuela)

Lorenzo Russo

 

(tomado del Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VII, n.4, julio-agosto de 2021)

1 Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *