El Evangelio habla del amor de Dios. Sembrar, llevar este anuncio y elegir vivirlo es una expresión de una libertad bella y fructífera que se nos concede.

Reunión de condominio
Cuando llegó el aviso de la reunión de condominio, mi primera idea fue buscar una excusa  diciendo que tenía otro compromiso impostergable. Mi hijo más pequeño, al escuchar que me estaba quedando de estas reuniones que yo consideraba que no servían para nada, objetó: “Pero papá, es una posibilidad para hacer que todo el condominio se convierta en una familia”. Cierto, nunca lo había pensado. Pero ¿cómo lograr transformar ese encuentro en algo bello y novedoso? Con el aporte de todos en casa inventamos un juego con premios, tipo adivinanzas, que se refería a los nombres de los inquilinos, el número de hijos, el tipo de trabajo… Después hicimos un programa para organizar visitas y cenas, después la lista de los cumpleaños y otros aniversarios. Más ideas nacían y más esperábamos la reunión. Se volvió una verdadera fiesta. Mi esposa preparó unos dulces, los hijos las tarjetitas para organizar las visitas; nuestra hija, que dibuja muy bien, los diplomas-premio para los ganadores. En fin, nunca como esa noche la reunión del condominio me pareció breve. Empezó a circular un clima distinto en el edificio.
R.M. – Italia

Muñequitas
Después de la muerte de papá, pensando en mamá que no podría vivir sola, entre nosotros hijos nos  hacíamos la pregunta: “¿Será que nos veremos obligados a llevar a mamá a un hogar de ancianos?”. De hecho mi familia tiene un apartamento muy pequeño y aquí no podíamos hospedarla. Pero, mi esposa y yo decidimos confiar en la providencia y con este ánimo alquilamos el apartamento al lado del nuestro para mi mamá, que mientras tanto quedó libre. Parecía un paso en el vacío en cambio la llegada de la abuela enriqueció la vida de nuestros hijos y la nuestra. Como ella es muy hábil para hacer muñequitas de tela, empezó a regalárselas a todos los que tenían niños. Una persona de la parroquia que valoró su trabajo, montó un mercadito para venderlas junto con otros objetos de costura. Hoy el apartamento de mi mamá se ha convertido en un pequeño centro artesanal y en una escuela para quien tiene tiempo libre. Estamos felices de verla tan alegre y casi rejuvenecida al sentirse útil.
J.H. – Francia

La billetera
Había ido al pueblo donde vive mi mamá a visitarla. No sé por qué, antes de llegar a su casa, sentí el deseo de pasar por la cafetería a tomar un capuccino. Estando ahí, encontré una billetera en el piso delante de la caja, le pregunté a la cajera si sabía de quién era. Ella le preguntó a los clientes presentes, pero la billetera no era de ninguno de ellos. Revisando los documentos, encontramos que el propietario era una persona conocida de mi mamá, por lo que a través de ella se la podía hacer llegar. La cajera conocía a mi mamá, por lo tanto me confió la billetera. Cerca de la cafetería vi al propietario de la cartera. Lo saludé, intercambiamos algunas palabras y le pregunté si tenía su billetera. Cuando se dio cuenta que no la tenía, se la mostré. Cuando me despedí no terminaba de agradecerme. Más tarde, pensando en ese impulso imprevisto de pasar por la cafetería, me di cuenta de que quizás, inconscientemente, nos volvemos instrumentos para hacer el bien.
J.M. – Eslovaquia

A cargo de Maria Grazia Berretta

(tomado de Il Vangelo del Giorno -El Evangelio del día-, Città Nuova, año VIII, n.2, marzo-abril 2022)

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