Amar nos impulsa a salir de nosotros mismos, haciendo el bien y acercándonos al otro venciendo la indiferencia. Ensuciarse las manos, comprometerse, nos recuerda que Dios nos amó primero y cuál es el sueño que colocó en nuestro corazón.

Diecisite quintales de libros
Hablando con amigos sobre la crisis en Argentina supimos que había una grave carencia de textos escolares en ese país. Entonces, surgió la idea de hacer circular entre las familias conocidas la propuesta de realizar una recolección de libros. La respuesta fue inmediata y generosa. Hubo también otras iniciativas: avisos en los periódicos, en la radio, ir a hablar a las parroquias y a varias asociaciones de padres. Muchos participaron en primera persona, incluso en otras ciudades. Recogimos diecisiete quintales de libros de todos los niveles escolares para enviar a la Argentina por mar. Hubo quien, también, recolectó otros dos quintales en el lapso de un mes, haciendo participar a otros, y consiguió el dinero para el transporte. Por nuestra escasa experiencia, en algunos casos fue difícil tener en cuenta muchos detalles importantes (por ejemplo el tipo de cajas adecuadas para el transporte, los trámites aduaneros, etc.). Pero a todo se le encontró una solución. Tuvimos ocasión también de contarles a muchos qué era lo que nos impulsaba a efectuar esa acción: el ideal de un mundo más unido y solidario.
(S.A. – España)

Juntos en el servicio
Soy enfermera en un centro asistencial. Una pareja necesitada, con un niño de nueve meses, se había dirigido a mí requiriendo mis servicios. Ni siquiera tenían dinero para el autobús; la mujer se había lastimado la mano y el pequeño necesitaba completar su vacunación. Yo no habría podido atender a sus pedidos a causa de ciertos procedimientos muy rígidos, pero dentro de mí sentía la obligación de hacer algo por esos prójimos. Cuando conseguí solucionar una emergencia pendiente y terminar, me dediqué a responder a todas las exigencias de esa familia, y así evitar que tuvieran que comprar los billetes del autobús para una nueva cita. De pronto, espontáneamente, otra enfermera se ofreció a atenderlos ella en mi lugar. Le curó la mano a la señora, le dio todo el material para nuevas curaciones y vacunó al niño. Estaba feliz por haber podido ayudarlos y yo también lo estaba.
(Maina – Canadá)

A cargo de  Maria Grazia Berretta

(extraído de “Il Vangelo del Giorno”, Città Nuova, año VIII, número 2, julio-agosto2022)

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