«Ya la preparación para su visita ha sido novedosa y entusiasta. En las 3 diócesis que él visitaría se movilizaron con antelación todas las comunidades de la iglesia: vigilias en los templos y en las “casas de misión”, grupos de jóvenes en los parques, reuniones con vecinos para dar a conocer al Papa; en fin… una Iglesia feliz de esperar al Papa! Y, como nunca antes, una activación amplia y bien preparada de los medios de comunicación del Estado para animar y preparar al pueblo cubano a esta visita tan importante -también en el aspecto político, por la bien conocida intervención del Santo Padre en las nuevas relaciones con Estados Unidos. La radio, la tv, la prensa daban continuamente anuncios sobre la visita, “pequeñas catequesis” sobre el Papa y la Iglesia, documentales con la vida del Papa y también sobre las visitas a Cuba de sus dos predecesores. Sorpresa y alegría para una Iglesia que por décadas tuvo cerradas las puertas de los medios». «El Papa llegó como “misionero de la misericordia” y con gestos y palabras sencillas, -a veces puestas ahí con delicadeza pero incisivas-, nos dijo a los cubanos y al mundo que sin el perdón, sin practicar la cultura del encuentro y del diálogo, es imposible tener una esperanza de futuro. Ya en sus primeras palabras nos abrió horizontes nuevos: “Geográficamente, Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor extraordinario como «llave» entre el norte y el sur, entre el este y el oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad. (…)” . “Estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento”. “Es un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo”. Y animó a todos a “continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar en favor de la paz y el bienestar de sus pueblos y de toda América, como ejemplo de reconciliación para el mundo entero”». «En su homilía en La Habana dijo entre otras cosas: “… la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir, sirviendo”, llamando sobre todo al servicio de los más frágiles. “Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del servicio que se sirve”, señaló el Papa.
En su encuentro con los jóvenes la empatía fue inmediata. Al anhelo expresado por ellos de “no solo querer presentarle nuestros sueños, sino pedirle algo especial: que con sus palabras renueve en nosotros la esperanza…”, el Santo Padre respondió con fuerza: “Sueña, que si tú pones lo mejor de ti vas ayudar a que ese mundo sea distinto. No se olviden: sueñen. Sueñen y cuenten sus sueños. Cuenten, que las cosas grandes hay que contarlas (…)”».
«Varios miembros del Movimiento tuvieron ocasión de saludarlo personalmente, comenzando por las focolarinas que trabajan en la Nunciatura, y también algunas familias y jóvenes, en las distintas ciudades por donde pasó. El Focolar está presente en Cuba desde 1998 y el servicio que trata de prestar a la Iglesia y a la sociedad es precisamente tejer redes de fraternidad, llevar la “amistad social” y propiciar la “cultura del encuentro” que también el Papa expresó a los jóvenes, para recorrer el camino de la esperanza. Muchos estábamos en servicios concretos: quien ayudando a la prensa, varios concediendo entrevistas a medios internacionales y nacionales antes y durante la visita, quien en la organización de los distintos eventos, o simplemente a engalanar los lugares por donde pasaría su Santidad. Siguiendo nuestra vocación a la unidad fuimos levadura en la masa y, junto a creyentes y no creyentes vivimos y participamos de estos días de gracia. En el santuario de la Virgen de la Caridad nos dejó todo un programa: “queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación. Como María, queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situaciones «embarazosas» de nuestra gente, comprometidos con la vida, la cultura, la sociedad, no borrándonos, sino caminando con nuestros hermanos. Todos juntos, todos juntos”».
Promover la paz a través del deporte
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