Tres semanas de intenso trabajo, intercambio de puntos de vista y experiencias que se comparten. Se concluyó con una solemne Misa en la plaza de San Pedro, el 13º Sínodo general de obispos dedicado a la nueva evangelización. Desde el 7 al 28 de octubre hablaron de los desafíos que encuentra hoy el anuncio de la Palabra de Dios. Se encontraron obispos provenientes de todo el mundo, junto a 45 expertos, 19 oyentes y delegados hermanos representantes de 15 Iglesias y comunidades eclesiales. Todos, en estos días hicieron uso de la palabra. El Papa Benedicto XVI estuvo siempre presente en el aula sinodal: escuchó, tomó apuntes, recibió cada intervención. «El Sínodo», dijo al saludar a la asamblea, «es siempre un momento fuerte de comunión eclesial», que hace «experimentar la belleza de ser Iglesia y de serlo justamente hoy, en este mundo tal cual es, en esta humanidad con sus fatigas y sus esperanzas» El Movimiento de los Focolares participó en los trabajos sinodales con la presencia de tres oyentes: la presidente María Voce, Ernestina Sikujua Kinyabuuma de la República democrática del Congo y Gisèle Muchati de Siria. Las tres representantes llevaron la experiencia y la vida que los Focolares hacen en la evangelización “a menudo en zonas de frontera, junto con toda la Iglesia”, como dijo Maria Voce. Un compromiso que involucra a personas de todas las edades, que penetra “en todos lados, en los edificios de apartamentos, en las fábricas, en las oficinas de administración pública, en los hospitales, en las escuelas y en las universidades”, que trata de hacer “visibles” las «relaciones de fraternidad suscitadas por el Evangelio».
«Terminamos el Sínodo –dijo María Voce en una entrevista de TV del noticioso nacional- con una gran esperanza de poder captar a través de las exigencias, las preguntas, los desafíos de nuestra época que no consisten tanto en problemas, sino en ocasiones para testimoniar de forma nueva, vivaz y alegre; que el encuentro con Cristo es siempre algo hermoso que podemos anunciar y que puede saciar la sed de infinito que todos los hombres tienen»
Ernestine Kinyabuuma contó su experiencia de docente en el Instituto
Universitario Maria Malkia de Lubumbashi. Su intervención en el aula fue el día después del rapto de tres religiosos en la República Democrática del Congo. «En medio de los cambios ocasionados por la globalización – dijo Ernestine-, Africa pasa por una crisis en todos los planos, político, económico y cultural. Por esto, buscando un camino de salida, las personas reaccionan por doquier» Es en este contexto que los cristianos experimentan cuánto «la mano de Dios interviene en nuestras pequeñas empresas, allí donde nuestra vida parece estar en peligro; tenemos el coraje que nos da la fe en las palabras de Jesús que afirma que todo lo que hacemos al más pequeño de nuestros hermanos, lo hemos hecho a El» Es este el impulso que llevó a la comunidad de los Focolares a comprometerse en trabajar en la prisión central de Lubumbashi donde se construyeron tres bloques de dormitorios, un taller de sastrería y un pequeño negocio de productos de primera necesidad. También el grito del pueblo sirio resonó en el aula sinodal a través de las palabras del Secretario de Estado el card. Tarcisio Bertone: «No podemos ser simples espectadores de una tragedia como la que está ocurriendo en
Siria» Por esto nació la decisión de enviar una delegación, «convencidos de que la solución de la crisis es política y pensando en los crueles sufrimientos de la población que se encuentra a la deriva del desalojo en vez de poder vivir por el futuro de la nación» En
en una entrevista en Radio Vaticana, Gisèle Muchati, responsable regional del Movimiento Familias Nuevas de los Focolares en Siria, dice: «Deseo expresar mi gratitud al Santo Padre por el envío de la delegación de la Santa Sede a Siria: es una cosa especial, porque esto ayudará al pueblo sirio a sentir la cercanía de todo el pueblo de Dios» Gisèle contó a los padres sinodales la experiencia que hace el Movimiento de los Focolares en un país herido por la guerra poniéndose al lado de las familias y de los refugiados. Un compromiso – dijo- de «mantener viva a toda costa la fe en Dios para quien nada es imposible.
En Aleppo, desde el mes de agosto, se organizaron por barrios en pequeños grupos espontáneos para rezar, de modo que la voz de la oración se eleve asiduamente en medio del rumor de los disparos y de las bombas. La unidad experimentada fortifica y da paz también en los peligros, la fe en el amor de Dios es más fuerte, la esperanza está viva» En la conclusión, los padres sinodales entregaron al Papa 58 “propuestas finales”: sugerencias, que surgieron de las diversas intervenciones y que servirán a Benedicto XVI para elaborar la exhortación post sinodal que saldrá a luz en los próximos meses. La “palabra” del Sínodo llegará al mundo a través de todos los que participaron.
Mensaje del Sínodo de los obispos al pueblo de Dios
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