Bahía Blanca es una ciudad ubicada junto al mar, justo donde comienza la Patagonia Argentina. Con 370.000 habitantes, es el centro económico, religioso y cultural de toda una vasta región. A pocos kilómetros, otras 80.000 personas, viven en la ciudad de Punta Alta. Juntas, cuentan con un Polo Petroquímico importantísimo, un grupo de 7 diferentes puertos (multipropósito, cerealero, de frutas, pesca, gas, petróleo y fertilizantes) y la principal Base de la Marina Argentina.
En esta región, la media de lluvias que se puede esperar que caiga en todo un año es de 650 mm., pero el viernes 7 marzo 2025, se precipitaron 400 mm en apenas 7 horas. Semejante cantidad de agua, en su recorrido hacia el mar, aumentó su velocidad y arrasó con todo lo que encontró a su paso. Puentes, canales, vías férreas, rutas, calles, automóviles, casas, comercios… y personas.
La población se encontró de repente con una escena dantesca de proporciones inimaginables, como si se hubiera tratado de un tsunami. Un corte abrupto del servicio de energía eléctrica, interrumpió también las comunicaciones telefónicas y de esta manera nadie tenía una idea de cómo estarían las otras personas, la familia, amistades y compañeros de trabajo.
Sin embargo, algo dentro de esta comunidad despertó y el conjunto de todas las leyes universales se comprimió en un sólo verbo: Servir.
A medida que el agua y el barro lo iban permitiendo, miles y miles de personas comenzaron a volcarse a las calles. Cada uno realizaba un primer chequeo de daños en su propia casa, pero inmediatamente la mirada se trasladaba al vecino, para ver si necesitaba ayuda. Quien lograba acomodarse un poco, se ponía a total disposición para ayudar a los demás. Todos fuimos testigos y protagonistas de un milagro gigantesco que se multiplicó, con una creatividad y una contundencia maravillosas.



Sólo valía la entrega de tus proprias manos, ayudando a retirar el agua y el barro de las casas, limpiando, ordenando, buscando trapos, baldes con agua, desinfectante, llevando heridos a los centros de salud, atendiendo mascotas, alojando a otras personas que lo perdieron todo, empujando, alentando, abrazando, compartiendo cada dolor. Nadie se daba el permiso de quejarse demasiado: “Para mí fue muy difícil, pero al lado de lo que le tocó a otros…” se decían.
Mientras ayudaba a unos amigos, se acercó un matrimonio repartiendo empanadas gratuitamente. Otros, algo para beber. Quienes disponían de algún generador de energía lo ofrecían para recargar las baterías de los teléfonos. Otros ofrecían bombas para retirar el agua. Una óptica ofrecía lentes gratuitamente para quienes habían perdido los suyos. Una señora regalaba desinfectantes, un médico recorría los domicilios, un señor ofrecía sus servicios de albañilería y otro de mecánico automotor. Todo circulaba: Velas, alimentos, ropa, pañales, colchones, agua potable, escobas, manos, más manos y más manos.



Y luego llegó la solidaridad de todo el país y de personas del mundo entero. En camión, en tren, en bus, en camionetas… toneladas de donaciones, que necesitaban de más voluntarios para la carga, descarga, clasificación y entrega. Voluntarios que no dejaban de multiplicarse. Y también dinero, entregado con muchísima generosidad. Parroquias, clubes, escuelas, empresas, todas las organizaciones existentes dieron todo lo que pudieron. Y también otro tipo de organización: los grupos de amigos. Como una especie de patrullas, espontáneamente cada grupo de amigos se puso en sus hombros un pequeño sector de la ciudad en donde se veía que sería más difícil que la ayuda gubernamental pudiera llegar a tiempo. Recorren aún hoy casa por casa, puerta por puerta y anotan todo tipo de necesidades. Luego se encargan de cubrir puntualmente aquello que fuera necesario.
Todas las manos de esas personas, aún sin saberlo, sin creerlo o sin imaginarlo se han transformado en “manos divinas”. Porque es la manera más concreta que Dios utiliza para llegar a quién lo necesita. Personalmente viví momentos de mucha preocupación al no poder saber cómo se encontrarían mis hermanos, o mis amigos. Quería llegar a ellos, pero resultaba imposible. Entonces decidí brindar mi ayuda allí donde pudiera llegar. Figurativamente lo llamé mi “metro cuadrado”. Más tarde pude llegar hasta mis seres queridos y encontré en cada caso que muchísimas otras personas, desconocidas, habían estado ayudando allí, donde yo no había podido.
Luego de varios días, en algunos sectores de la ciudad el agua no termina de retirarse. El dolor y las dificultades persisten. Las pérdidas han sido enormes. Y aun así encontrarás por todos lados gente con grandes ojeras y muchos dolores musculares, por haber estado brindándose casi sin descanso. Pero con el corazón a flor de piel y la plenitud en la mirada, por haberlo dado todo por los demás.
Juan Del Santo (Bahía Blanca, Argentina)
Foto: © Focolari Bahia Blanca
INTENTADO…ENVIAR POR DOS VECES. UN COMENTARIO…Y POR ALGO….SALTA, POR LO QUÉ NO SÉ SÍ HA LLEGADO…O. NO
PERO, SIENTO QUÉ SÓLO DECIR GRACIAS , GRACIAS…YA QUÉ EL AMOR , NO TIENE LIMITES…Y TODAS LAS PALABRAS. HUMANAS , QUÉ PONGAMOS….
DIOS, SIGUE HACIENDO MILAGROS , CADA DÍA….POR LO QUÉ, ÉL CON SUS PALABRAS, SÍ LAS PONEMOS EN PRACTICA….SEREMOS CAPACES… DÉ VER Y SENTIR…TANTOS MILAGROS….HECHOS PARA UN BIEN COMÚN Y NO DEJAR…. DÉ SU FIDELIDAD….AHORA…TODOS JUNTOS. HACÍA LA MISMA META…. ÉL ❤️ AMOR…TODO LO VENCE !!!!
Doy fe que es así, todos los que conozco, amigos y familiares, que no acostumbraban a realizar tareas por los demás, se involucraron con una generosidad asombrosa
Es increíble la solidaridad del Pueblo! La verdad emociona!
De muchos lugares salieron donaciones, aquí en Mar del Plata muchos centros juntaron todo tipo de productos para ayudar a Bahía Blanca.
Excelente Juan, yo vi exactamente lo mismo que tan bien describiste en estos párrafos. Algo bueno tenía que traer semejante tragedia.
Gracias,gracias, gracias a toda la ARGENTINA Y MAS ALLA
TAMBIEN para con BAHIA BLANCA ante semejante CATASTROFE
Gracias Juan, qué bella experiencia! Puedo ver con claridad, el gran corazón de esta ciudad que tanto amo, y que vibra por la fraternidad universal. Estamos con ustedes en esta reconstrución.
Gracias por poner en palabras unas pinceladas de los muchos milagros de Amor que se obraron y se seguirán obrando en medio de tanta prueba y dolor… No quedarán sin recompensa… Llenan de Esperanza!!! El Amor Vence!!! Gracias, una vez más!!!
Excelente reflexión! Extraordinario Testimonio! No dejen de difundir! Contagian Esperanza!!! GRACIAS!!!
Así es nuestra querida bahia blanca .esta de pie.orgullosa de ser bahiense. Cuanta empatía tienen sus palabras Juan felicitaciones
Qué grande es el corazón del pueblo Argentino. Por sobre todo el de los más pobres.
Mi UNICA ESPERANZA ES QUE APAREZCAN LAS DOS HERMANITAS!
PIDO POR ELLAS TODOS LOS DIAS!
SERIAN DOS MILAGROS!
QUIERO HACER SABER QUE LO QUE VIVIMOS LOS BAHIENSES FUE CATASTROFÉ SEÑORES .AGRADESCO TODAS ESAS PERSONAS QUE VIAJARON DESDE LEJOS O DONARON DESDE CADA CIUDAD TOTALES GRACIAS ANOCHE TUVIMOS ALERTA AMARILLA PERO GRACIAS A DÍOS NO PASO A MAYORES BENDICIONES PARA TODOS 😘🙏