Este año 2025 la fiesta de Pascua se celebra el mismo día en todas las Iglesias cristianas. La felicitación de la presidenta de los Focolares, Margaret Karram, para esta fiesta con algunos representantes de varias Iglesias.
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Una Pascua de esperanza, pero sobre todo para vivirla juntos. A los 1700 años del Concilio de Nicea, en este 2025, las varias Iglesias cristianas celebran la Pascua el mismo día, el domingo 20 de abril.
Una coincidencia maravillosa que representa una invitación a todos los cristianos para que demos un paso decisivo hacia la unidad; es un llamado a reconocer que podemos estar unidos en la pluralidad.
En una época marcada por continuas divisiones en todos los frentes, pero más aún en esta ocasión en la que nos acercamos al misterio de la Resurrección, compartimos algunas palabras que Chiara pronunció en Palermo (Italia) en 1998 acerca de “Una espiritualidad para el diálogo”, y específicamente, una “espiritualidad ecuménica”.
Es una invitación directa a responder al llamado del amor recíproco, pero no cada uno individualmente sino de una manera colectiva. Es la posibilidad de mirar a ese Jesús Abandonado en la cruz como una luz que –aun en el extremo sacrificio– no sólo nos guía sino que también se vuelve el camino por el cual ir moviendo nuestros pasos.
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Guerras, baños de sangre, masacres y fuertes polarizaciones, en donde el pacifismo puede volverse divisivo: he aquí la actualidad en la estamos sumergidos.
La figura de Igino Giordani (1894-1980), hombre de paz porque hombre justo y coherente, hoy nos brinda algunas ideas inspiradoras para levantar la mirada y seguir teniendo esperanza, intentando un diálogo allí en donde pareciera imposible, para erosionar ideologías cristalizadas y absolutismos, para construir una sociedad inclusiva y fundar una paz basada en la unidad.
Entre los testimonios más vivos de la cultura de la paz del siglo XX, su pacifismo tiene su origen directamente en el Evangelio: matar a otro hombre significa eliminar a ese ser que está hecho a imagen y semejanza de Dios. Por ello, Giordani anhela la paz, se esfuerza de mil maneras, dialoga con quien sea para conseguir la paz, no da marcha atrás ni siquiera cuando hay que sostener la ratificación del Pacto Atlántico y proporcionar la seguridad y la defensa de Europa y de Italia… Podemos decir que su pacifismo es a 360°, sin hacer excepción de ningún tipo.
Leamos el siguiente texto escrito por él.
«… estalló la Primera Guerra mundial. […] Y explotaron comicios belicistas en las plazas, a los que yo iba para protestar en contra de la guerra; tanto que una vez un personaje que yo estimaba, escuchando mis gritos me advirtió: – ¡Pero usted quiere dejarse matar!…
[…] En el «mayo radiante» de 1915, fui llamado a las armas. […]
¡La trinchera! En ella, de la escuela pasé a la vida, entre los brazos de la muerte con las salvas de los cañones. Lodo, frío y suciedad amortiguaron un amargo descubrimiento: que los soldados eran todos contrarios al homicidio llamado guerra, porque el homicidio era matar al hombre. Todos detestaban la guerra… […] Estábamos en Oslavia, cerca de las ruinas llamadas Pri-Fabrisu: el recuerdo de esa agonía (de “agón” o “agone”) sufrida en esos sitios lo dejé escrito, más tarde, durante los tres años de hospital, en un poema que llevaba como título I volti dei morti (Los rostros de los muertos). Me acuerdo del último verso que decía: “Esta maldición de la guerra” [2]».
Giordani fue herido gravemente, y al volver de la trinchera estuvo tres años en el hospital militar de Milán, con daños irreversibles en una pierna. Por lo tanto, su pacifismo se funda en la experiencia vivida. Actuando luego en la vida política, su objetivo fue siempre el diálogo con todos, incluso con el que tenía un pensamiento opuesto al suyo, pues estaba convencido de que el hombre siempre debe ser bien recibido y comprendido. Nunca se refugió en posiciones absolutas. Así nos cuenta de su discurso en el Parlamento italiano en favor del Pacto Atlántico:
«En la Cámara de Diputados, recuerdo el discurso que pronuncié el 16 de marzo de 1949, […] acerca del Pacto Atlántico, que muchos presentaban solamente en su aspecto de anticomunismo, o sea de equipamiento bélico contra Rusia. […] Dije que toda guerra es un fracaso de los cristianos. “Si el mundo fuera cristiano, no debería haber guerras… […] La guerra –agregué– es un homicidio, un deicidio (asesinato de Dios en su efigie: o sea en el hombre que es su imagen) y un suicidio” [3]».
El discurso de Giordani fue aplaudido por la derecha y por la izquierda. Paciente tejedor de relaciones, puso en claro el valor, muy positivo, de una opción por parte de Italia que podía ser interpretada en favor de la guerra. Giordani estaba bien convencido de que para la paz hay que intentarlo todo, más allá de la posición estratégica de los bandos, y deseaba que la política cristiana estuviera en condiciones de actuar entre las polarizaciones existentes en ese momento, para erigirse en una fuerza de paz.
Escribe en 1953:
«La guerra es un homicidio a la grande, revestido de una especie de culto sagrado […]. La guerra es para la humanidad lo que la enfermedad para la salud, o el pecado para el alma. Es destrucción y vergüenza; ataca al alma y al cuerpo, a los individuos y a la colectividad.
[…] La finalidad puede ser la justicia, la libertad, el honor o el pan; pero los medios producen una tal destrucción de pan, de honor, de libertad y de justicia, más allá de las vidas humanas, entre las cuales mujeres, niños, ancianos, inocentes de todo tipo, que anulan trágicamente la finalidad misma que se había propuesto.
En sustancia, la guerra no sirve para nada, salvo la destrucción de vidas y riquezas[4]».
Pues bien, Giordani nos recuerda que la paz es el resultado de un proyecto de fraternidad entre los pueblos, de solidaridad con los más débiles y de respeto recíproco. Así se construye, hoy también, un mundo más justo.
[1] Igino Giordani, La inutilidad de la guerra, Ciudad Nueva, Buenos Aires. [2] Igino Giordani, Memorias de un cristiano ingenuo, Ciudad Nueva, Buenos Aires. [3]Idem [4] Igino Giordani, La inutilidad de la guerra, Ciudad Nueva, Buenos Aires.
Publicamos a continuación el informe del año 2024 sobre las actividades del Movimiento de los Focolares en el ámbito de la Protección de la persona. Lo hemos introducido con las palabras que el papa Francisco dirigió recientemente a la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y con las que, de hecho, actualizó el mandato con el que la había constituido hace 10 años. Nos sentimos fuertemente llamados a realizar esta “conversión integral” a la que apela el Santo Padre, que nunca se llega a realizar plenamente, pero que nos pide que continuamente nos cuestionemos, que tengamos una mirada humilde, siempre atenta, protectora y acogedora hacia cada persona; nos pide continuar con perseverancia en el camino de la formación y de la auténtica cercanía, conscientes de la necesidad de cambio, para que cada persona se sienta segura, amada y respetada en nuestros ambientes y en nuestras diversas actividades.
2024: escucha, formación, reglamentación
Desde el punto de vista de la Protección, fueron tres los elementos que caracterizaron el año pasado el Movimiento de los Focolares: la escucha y la participación de víctimas y testigos ─ de diferentes modos─ en los procesos de reparación y formación de los responsables; la ampliación de los cursos y de los eventos formativos para todos los participantes; y la prosecución de la elaboración del marco normativo, con la actualización del Protocolo para los casos de abuso y la redacción de las Líneas guía para los servicios de escucha y acogida.
Importancia fundamental tuvo, en noviembre del año pasado, el encuentro de los dirigentes del Movimiento en el mundo con algunas personas, víctimas de abusos sexuales o de poder, por parte de miembros del Movimiento de los Focolares. Las víctimas relataron sus historias de gran sufrimiento y las graves consecuencias en sus vidas y en las comunidades de las que formaban o siguen formando parte. También estuvieron presentes algunos familiares de una de las víctimas, que testimoniaron los graves efectos que los abusos tienen en todos los miembros de la familia. Las palabras de uno de los participantes expresan bien la importancia de ese momento: “ Escuchar a estas personas marcó un antes y un después. Con delicadeza y claridad nos dijeron hasta qué punto el Movimiento había fallado en lo que es el corazón de su carisma: la unidad, el amor al prójimo, porque en muchos casos no solo hemos sido de alguna manera corresponsables de los abusos cometidos, sino que además hemos dejado solas a las personas que afrontaban este dolor. ”.
Además, el aporte de las víctimas, junto con la participación de profesionales de diversas disciplinas –ajenos al Movimiento–, fueron fundamentales en el trabajo realizado en el Centro Internacional y en los territorios, es decir: los documentos elaborados; la formación a la Protección realizada en las comunidades de los Focolares en el mundo; y la planificación y apertura de algunos espacios de escucha y acogida.
También se constituyó una Comisión de Estudio sobre los abusos de poder y espirituales producidos dentro del Movimiento. Su objetivo es investigar las causas, para poder cambiar las praxis perjudiciales y aplicar una prevención adecuada. El estudio, todavía en curso, cuenta también con el asesoramiento externo de especialistas en diversos campos: psicológico, pedagógico y jurídico. Este análisis está siendo apoyado y alentado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; y aun estando en sus fases iniciales, se reconoce su gran relevancia, pues evidentemente no basta con la creación y aplicación de normas y protocolos, sino que hay que investigar las dinámicas que llevaron a las distintas formas de abuso.
Por último, se actualizaron, aplicaron y elaboraron documentos normativos y Líneas guía (como se ilustra a continuación), que también han sido fruto de una proficua colaboración con la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, que han acompañado y promovido los nuevos pasos dados.
“Hoy más que nunca en el mundo en que vivimos, tan lleno de divisiones, tragedias y conflictos, en donde la gente no dialoga, crear un lugar de encuentro tiene un significado muy importante”, dijo Margaret Karram, presidente del Movimiento de los Focolares, en una entrevista publicada en News.va durante los días del Encuentro ecuménico que llevaba como título Called to hope – Key players of dialogue (Llamados a la esperanza – protagonistas del diálogo) promovido por el Centro Uno, la secretaría internacional para la unidad de los cristianos del Movimiento de los Focolares. Sus palabras expresan una certeza que ha quedado en el corazón y en la experiencia de las 250 personas de 40 países y 20 Iglesias cristianas y de los más de 4000 conectados en todo el mundo a través de streaming que participaron en el evento.
El Congreso, que tuvo lugar en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo del 26 al 29 de marzo de 2025, se abrió con el aporte de Jesús Morán, copresidente del Movimiento de los Focolares y de Callan Slipper, teólogo anglicano quien afirmó: “El ecumenismo, reparando nuestras interacciones dentro de la comunidad cristiana, le permite a la Iglesia ser ella misma. Lo que la humanidad necesita, también lo necesitamos nosotros. Nuestra salud espiritual disminuye sin el ecumenismo, e igualmente ninguna otra dimensión de la vida humana puede alcanzar su realización sin la reconciliación que Jesús nos ha enseñado”. Y Morán concluyó: “Unidad más que unión, y cristianismo como forma de ser más que como una doctrina, pueden ser dos itinerarios fructíferos como respuesta a lo que la historia requiere de nosotros actualmente”.
El encuentro propuso un método para caminar en la unidad: el diálogo, el que surge de la espiritualidad de los Focolares, el diálogo de la vida o diálogo del pueblo, y el que surge del llamado ecumenismo receptivo, muy cercanos entre sí. La profesora Karen Petersen Finch, estadounidense y presbiteriana, con su experiencia destacó la importancia del diálogo sobre la doctrina de la fe –normalmente reservado sólo a los teólogos, a los responsables de las Iglesias y a las comisiones oficiales de diálogo– indicando que involucra hoy en día a todo el pueblo cada vez más.
Todo un día fue dedicado a una peregrinación a Roma, con la visita a la Basílica de San Lorenzo mártir y a la Abadía de las Tres Fuentes, en donde la tradición ubica el martirio de San Pablo. En un clima de recogimiento ese día fue –como dijo uno de los participantes–: “un encuentro con los primeros mártires de la Iglesia indivisa que nos infunden la valentía de anunciar a Cristo hoy,con su misma autenticidad de vida y de fe, y con su testimonio”. Luego, en la Basílica de San Pablo Extramuros, la peregrinación concluyó con una oración ecuménica. El ecumenismo tiene su raíz bíblica en la oración, empezando por Jesús. Él mismo, rezando, le pidió al Padre: “Que todos sean uno”. Sus palabras, en varios pasajes de la Escritura, nos invitan a pedirlo todo al Padre “en su nombre, juntos y en concordia”. De esa forma, congregados en unidad, sacerdotes y laicos de todas las confesiones cristianas presentes pidieron juntos al Padre la paz en todos los rincones de la tierra y la reconciliación entre todos los cristianos.
Abadía de las Tres FuentesBasílica di San LorenzoOración en San Pablo
Entre las temáticas que se afrontaron durante el congreso se encontraban las significativas conmemoraciones de este año 2025: los 1700 años del Concilio de Nicea, la Pascua que será celebrada el mismo día por todas las Iglesias cristianas y los 60 años de la abolición de las excomuniones entre la Iglesia de Roma y la de Constantinopla. El Doctor Martin Illert, representante del Consejo Ecuménico de las Iglesias, refiriéndose al Concilio de Nicea, afirmó: “Estoy convencido de que la oración y la reflexión comunitarias nos permiten avanzar por el camino de la unidad, porque recordamos tanto nuestras raíces comunes como nuestra misión compartida”. Y Monseñor Andrea Palmieri del Dicasterio para la promoción de la unidad de los cristianos observó: “Estos eventos son importantes sin lugar a dudas, pero (…) a las palabras han de seguir las decisiones concretas y proféticas. Estoy convencido de que las reflexiones iniciadas este año darán su aporte para que maduren las decisiones que podrán marcar el futuro del camino ecuménico”.
¿Cómo puede contribuir la sinodalidad al ecumenismo? Se habló de ello en un panel formado por personas que habían participado en el Sínodo de la Iglesia católica: tres delegados fraternos, miembros de varias Iglesias, un obispo católico y una invitada especial compartieron la experiencia vivida en la que la participación activa de todos contribuyó al diálogo afectivo y efectivo con una “fuerte dimensión ecuménica –como dijo Su Eminencia Khajag Barsamian, de la Iglesia armenia apostólica– que hace hincapié en la unidad, las experiencias espirituales compartidas y el respeto recíproco entre los cristianos”. “Todo el Sínodo, como ejercicio espiritual, ha tenido una profunda influencia en mi comprensión de mí mismo y en mi ministerio, pero también en mi Iglesia”, no duda en afirmar el Reverendo Dirk G. Lange, de la Federación Luterana mundial. Sobre el método de trabajo durante el Sínodo, la “Conversación en el Espíritu”, se expresó Monseñor Brendan Leahy, obispo católico de Limerick (Irlanda): “me ayudó a estar más atento en mi trabajo y en mi ministerio, a escuchar más, reconociendo la semilla de la verdad en toda persona”, mientras que para la Doctora Elizabeth Newman, de la Alianza Mundial Bautista, la sinodalidad tiene su base “en la conciencia y en la práctica de que el propio punto de vista no debe prevalecer. No hay que ‘ganar’”. Margaret Karram, Presidente del Movimiento de los Focolares, afirmó: “Nosotros sabemos que la esperanza es una virtud y que no podemos perderla. Debemos alimentarla y cultivarla en nosotros para poder darla a los demás” e invitó a todos a acrecentar la esperanza y la fe con “gestos, pequeños incluso, para con el prójimo: gestos de solidaridad, de comunión y de apertura… sólo así podemos esperar”.
En definitiva, un llamado a la esperanza que se hizo reflexión y profundización durante el encuentro, todo enriquecido por signos concretos y testimonios de vida que ilustran el camino de acción ecuménica a nivel mundial (Global Christian Forum, JC2033), internacional (Ikumeni-America Latina, Juntos por Europa, Juan 17), local (Brasil, Filipinas, Irlanda del Norte, Serbia, Países Bajos, Venezuela, Alemania, Uganda…) y que está involucrando Iglesias, sacerdotes y laicos, teólogos y estudiosos, adultos y jóvenes, individuos y grupos… todos verdaderos protagonistas del diálogo.