Desde hace más de trece años, estamos comprometidos en un diálogo concreto con un grupo de familias musulmanas turcas que viven en nuestra ciudad, Liubliana (Eslovenia). Una experiencia que ha empezado de una forma del todo casual. Yo trabajaba como dentista y una de las primeras familias turcas que habían llegado a Eslovenia estaba entre mis pacientes. De ese primer encuentro nació una relación profunda, que con el tiempo involucró a otras familias de la misma comunidad. Tras el fallido golpe de estado en Turquía en 2016, de hecho, muchas personas fueron acusadas de pertenecer a un movimiento hostil y se vieron obligadas a huir, encontrando refugio en nuestro país. Desde ese momento, el número de familias con las que empezamos a interactuar creció rápidamente, llegando a ser alrededor de 50 personas en pocos meses. Enseguida entendimos que no se trataba de un simple intercambio cultural, sino que esa relación se transformó en un vínculo de verdadera ayuda recíproca. Les dimos una mano para aprender el idioma, para realizar trámites burocráticos, inscripciones en colegios, hasta incluso un apoyo en lo que son las necesidades de la vida cotidiana. En definitiva, una amistad que poco a poco dio vida a un diálogo profundo, incluso en valores y espiritualidad.
Con el tiempo, tuvimos la oportunidad de presentarles el Movimiento de los Focolares y el ideal del mundo unido. Todo eso hizo que compartiéramos muchos puntos en común entre el carisma focolarino y la espiritualidad de ellos.
Uno de los aspectos más significativos de este camino ha sido participar en las festividades religiosas los unos de los otros. Hemos participado en cenas de iftar durante el Ramadam, mientras que las familias musulmanas han mostrado interés por las festividades cristianas. Durante cuatro años consecutivos, hemos celebrado juntos la Navidad. Las familias musulmanas estaban sorprendidas en un primer momento por la profundidad espiritual de esa fiesta, porque solían tener una visión principalmente consumista, influenciada por los medios occidentales.
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De este deseo de profundizar ulteriormente el diálogo, nació el proyecto Pop the Bubbles en colaboración con la Asociación para el Diálogo intercultural y la Social Academy, en donde trabajo. El objetivo era superar prejuicios y barreras entre las comunidades, favoreciendo el encuentro entre familias turcas y eslovenas. El proyecto involucró a un grupo de familias durante todo un año, en el que hemos trabajado juntos para individualizar valores comunes entre las dos culturas. Al final de este recorrido, surgieron seis valores fundamentales: familia, ciudadanía activa, diálogo intercultural, democracia, libertad e inclusión. Para concluir el proyecto, hemos organizado dos campamentos de convivencia, uno de tres días y otro de cinco días, en donde participaron 73 personas. Además de los encuentros de intercambio cultural, el proyecto condujo a iniciativas concretas de solidaridad, como la ayuda a los refugiados ucranianos. Ello demostró que trabajar juntos por un objetivo común puede reforzar los vínculos entre comunidades diferentes. Además, en los últimos años, empecé a trabajar en una ONG (Social Academy) que se ocupa de jóvenes y las familias turcas me pidieron que los ayudara con sus hijos adolescentes, transmitiéndoles esos valores comunes que juntos habíamos descubierto. Este paso fue muy significativo, porque demostró la confianza que se había creado entre nuestras comunidades.
En el mismo período nació un proyecto innovador: la creación de una aplicación para favorecer el diálogo entre personas de opiniones opuestas – hardtopics.eu. La app funciona poniendo en contacto a dos personas que han respondido de forma divergente a un cuestionario sobre temas que pueden crear polarización. El sistema las relaciona y las invita a un diálogo en un ambiente preparado, con el objetivo de superar la polarización social y promover una cultura del diálogo. Esta aplicación será utilizada pronto en las escuelas secundarias y en las universidades de Liubliana. El entusiasmo demostrado por los jóvenes durante la fase de prueba confirmó el valor de esta iniciativa.
Creo que es fundamental crear redes de diálogo interreligioso a nivel europeo. El camino que hemos emprendido demuestra que con paciencia y dedicación se pueden construir relaciones auténticas basadas en la confianza, en el respeto y compartiendo valores comunes.
El Comité coordinador de Emergencias del Movimiento de los Focolares ha puesto en marcha una recaudación de fondos para Gaza y Oriente Medio, con el fin de ayudar a las personas que sufren a causa de los conflictos en esos países, a través de Acción por un Mundo Unido ETS (AMU)y Acción por Familias Nuevas ONLUS (AFN).
O también a través de transferencia bancaria a las siguientes cuentas corrientes:
Azione per un Mondo Unito ETS (AMU) IBAN: IT 58 S 05018 03200 000011204344 presso Banca Popolare Etica Codice SWIFT/BIC: ETICIT22XXX
Azione per Famiglie Nuove ONLUS (AFN) IBAN: IT 92 J 05018 03200 000016978561 presso Banca Popolare Etica Codice SWIFT/BIC: ETICIT22XXX
Causa: Emergencia Gaza y Oriente Medio
En muchos países de la UE y en otros países del mundo existen ventajas fiscales para este tipo de donaciones, según las distintas normativas locales.Los contribuyentes italianos podrán obtener deducciones y desgravaciones de sus ingresos, según la normativa para entidades sin ánimo de lucro.
En octubre de 2024, comenzó en Belén el proyecto Together WE Connect, un programa de formación del Movimiento de los Focolares que involucra a adolescentes con el objetivo de construir un futuro mejor fortaleciendo el tejido social deteriorado. El programa, de tres años de duración, comenzó con la participación de cinco escuelas en los distritos de Belén y del este de Jerusalén y abarcó a aproximadamente 300 chicos de entre 13 y 15 años.
Se planificaron sesiones de capacitación y actividades interactivas para involucrar y estimular a los estudiantes a través de sus propios lenguajes, como teatro, música, fotografía y talleres deportivos. Durante el primer año se desarrollaron tres temas: autoconciencia, autoestima y desarrollo personal. A continuación, se abordaron la gestión de conflictos, la apertura al encuentro en el trabajo en grupo. Finalmente, el diálogo intergeneracional. Cada tema se asocia a una acción específica del dado de la paz, de modo que cada tema se pone en práctica y se crean relaciones nuevas.
Los conjuntos internacionales Gen Rosso y Gen Verde aportaron su experiencia a través del arte, la música, la danza y el teatro.
Durante la primera semana de mayo de 2025, se celebró un evento para celebrar estos meses de trabajo. Gen Verde y Gen Rosso, junto con un centenar de estos jóvenes, participaron en tres días de talleres antes del evento final, celebrado en Belén unos días después. “Fue una experiencia extraordinaria, y agradecemos a Dios y a los muchos que colaboraron, por sus frutos”, cuentan los participantes.
¿Cómo nació el proyecto?
Desde Tierra Santa nos cuentan: “Desde hace tiempo, deseábamos aportar nuestra contribución para que nuestra labor tuviera impacto en la sociedad, promoviendo actividades continuas. Tiempo atrás, el Patriarca de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa, había dicho: “Debemos comprometernos de verdad para que el nombre de Dios, hermano y compañero de vida, resuene en las escuelas, las instituciones, los medios de comunicación y los lugares de culto”. Esto nos animó a centrarnos en las escuelas, con los jóvenes. Todos conocemos la situación en la que nos encontramos, la situación que enfrenta la humanidad hoy. Tantas dificultades, tanto dolor: queremos aportar para que los jóvenes puedan tener una perspectiva diferente a la que ven a diario”.
Así nació el proyecto Together We connect. El objetivo era reavivar la esperanza, alimentar la fe y promover una espiritualidad arraigada en el Evangelio entre las generaciones más jóvenes, y formar a las mujeres y los hombres del mañana, capaces de ser promotores de reconciliación y de diálogo. Jóvenes líderes de una nueva cultura de cooperación, fraternidad, de compartir y una ciudadanía activa. Una cultura del cuidado y del encuentro.
Estas son algunas de las impresiones de los estudiantes: “Les agradezco de todo corazón porque lo que hacemos nos hace sentir importantes, y que nuestra existencia y nuestras opiniones son importantes”. “Lo primero que aprendimos fueron valores: amor, humildad, perdón y ayuda mutua. En clase, nos sentíamos como una familia, nos entendíamos mejor y nos ayudábamos más. También comprendí cómo podía ser una luz para los demás y que el focolar no es solo una palabra, sino una forma de vida”. “Me gustó mucho la actividad Together We connect; había gente nueva, fue bonito y me he fortalecido”. “A través de este proyecto, me he conocido mejor a mí misma y a los demás”. “He aprendido métodos para la resolución de conflictos, la escucha y el diálogo”. “Soy muy sensible, y este proyecto me hizo amar más la vida”. “Ha sido un proyecto útil y divertido; por ejemplo, el diálogo entre generaciones. Cuando lo puse en práctica con mi abuela, he conocido cosas que no sabía”.
Mirando la transmisión en directo de la vigilia en Tor Vergata, en la periferia de Roma, y viendo esas imágenes de una inmensa multitud, puede surgir una pregunta: ¿qué han venido a buscar aquí este millón de jóvenes? ¿Estar cerca del Papa León XIV? No me parece suficiente como motivación. ¿Conocer Roma? Podría ser, pero seguramente no habrían escogido estas condiciones de alojamiento, comida y transporte. Pues bien, en el silencio profundo y prolongado durante la hora de adoración se encuentra la respuesta. Estos chicos y chicas que han venido de todo el mundo, se vieron atraídos por Jesús, incluso sin que ellos lo supieran tal vez, para este encuentro personal y comunitario, en donde él sin duda ha hablado al corazón de cada uno, que vuelve a su casa cambiado, con una fe más sólida, con una esperanza de lo divino que no olvidará.
Imagen de TV
La semana del Jubileo dedicada a los jóvenes empezó el 28 de julio y concluyó el domingo 3 de agosto. Se han organizado muchísimas actividades para recibir a los que llegaban a Roma para vivir estos días: visitas a lugares históricos, a las Basílicas, eventos culturales, conciertos, catequesis.
El Movimiento de los Focolares también propuso 4 recorridos especiales en Roma siguiendo la Peregrinación de las Siete Iglesias, ideada por San Felipe Neri. Es un itinerario histórico que ha acompañado a los peregrinos desde el siglo XVI. Un camino de fe y comunión fraterna, hecho de oración, cantos y reflexiones sobre la vida cristiana, con actividades de grupo, catequesis y testimonios, ayudados por un librito de meditaciones para una profundización espiritual a la luz del carisma de la unidad. El nutrido grupo que adhirió a la propuesta estaba compuesto por jóvenes de lenguas inglesa, húngara, holandesa, italiana, alemana, rumana, coreana, española y árabe.
Todo el “viaje” se basó en 4 ideas clave: peregrinación (un camino), puerta santa (una apertura), esperanza (mirar hacia adelante) y reconciliación (construir la paz).
“Esperanza” es la palabra que se transmite en el testimonio de Samaher, joven siria de 28 años: “Los años de mi infancia han sido dolorosos, oscuros y solitarios. La casa no era un lugar seguro para una niña por los conflictos, y ni siquiera la sociedad, por el bullying. Afrontando todo sola, sin poderlo compartir con nadie, llegando a intentos secretos de suicidio por la fuerte depresión y el miedo. El Evangelio me cambió, después que la vida dentro de mí se había apagado y todo se había vuelto oscuro… me devolvió la luz”.
Las catequesis se llevaron a cabo en el Focolare meeting point a cargo de Tommaso Bertolasi (filósofo), Anna Maria Rossi (lingüista) y Luigino Bruni (economista). “Una mirada que parte del amor y suscita amor, ¿no es acaso el rostro más concreto de la esperanza?” es la pregunta provocatoria dirigida por Anna Maria Rossi a los jóvenes peregrinos.
José, un joven de 18 años de Panamá, lo confirmó en el testimonio que compartió a propósito del período de su enfermedad: “Mi experiencia demuestra que, cuando pones en práctica el arte de amar que consiste en ver a Jesús en todos, amar a todos, amar a los enemigos, amar como a ti mismo, amarse recíprocamente…, no sólo cambia tu vida, sino que también cambia la de los demás. Justamente este arte de amar, que muchos han compartido conmigo, ha creado un equilibrio tan fuerte que me ha ayudado a no derrumbarme en los momentos difíciles, sosteniéndome y reforzándome a través de cada obstáculo con el que me encontré”.
También Laís de Brasil no escondió los retos que encontró al separarse sus padres: “Hubo momentos en los que no entendía por qué vivían separados y deseaba que estuvieran nuevamente juntos. Sin embargo, cuando tuve una mayor conciencia de lo que había pasado entre ellos, les pude plantear preguntas sinceras, y ninguno de los dos me ocultó la verdad. Ello me ayudó a aceptar la realidad de nuestra familia. Hoy tienen una relación de amistad y eso para mí es un ejemplo de madurez, perdón y amor verdadero, que va más allá de las dificultades y los errores. Recomenzar es posible cuando nos ponemos realmente en juego”.
El papa León, en varios momentos hizo intervenciones y saludos fuera de programa, como cuando, en la misa de bienvenida, quiso hacerse presente en la conclusión recorriendo, a bordo del “papamóvil” la Plaza San Pedro y la via della Conciliazione, repleta de jóvenes, para saludarlos. Hablando espontáneamente dijo: «Esperemos que todos ustedes sean siempre signos de esperanza (…) Caminemos juntos con nuestra fe en Jesucristo y nuestro grito tiene que ser también para la paz del mundo”.
Luego, el sábado 2 de agosto, mientras la naturaleza regalaba un magnífico atardecer, respondiendo a las preguntas de los jóvenes en Tor Vergata volvió a remarcar su llamado: “Queridos jóvenes, ¡quiéranse entre ustedes! Quererse en Cristo. Saber ver a Jesús en los demás. La amistad puede cambiar realmente el mundo. La amistad es un camino hacia la paz ”. Y luego agregó: “Para ser libres, hay que partir del cimiento estable, de la roca que sostiene nuestros pasos. Esta roca es un amor que nos precede, nos sorprende y nos supera infinitamente: es el amor de Dios. (…) Encontramos la felicidad cuando aprendemos a donarnos nosotros mismos, a donar la vida por los demás”. Indicó luego el camino para seguir a Jesús: “¿Quieren ustedes encontrarse verdaderamente con el Señor Resucitado? Escuchen su palabra, que es Evangelio de salvación. Busquen la justicia, renovando la forma de vivir para construir un mundo más humano. Sirvan al pobre, dando testimonio del bien que quisiéramos siempre recibir del prójimo”.
En la Misa del domingo el papa León XIV les dijo a los jóvenes que estamos hechos “para una existencia que se regenera constantemente en la donación, en al amor. Y así aspiramos continuamente a un “algo más” que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed grande y ardiente a tal extremo, que ninguna bebida de este mundo puede saciar”. Y concluyó la homilía con una apremiante invitación: “Queridísimos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. (…) Aspiren a cosas grandes, a la santidad, en cualquier lugar en donde se encuentren. No se contenten con algo menos”.
Saludándolos al final, definió estos días como “una catarata de gracia para la Iglesia y para el mundo entero”. Recordando una vez más su grito por la paz: “Estamos con los jóvenes (…) de todas las tierras ensangrentadas por las guerras. (…) Ustedes son el signo de que un mundo distinto es posible: un mundo de fraternidad, en donde los conflictos se afrontan no con las armas sino con el diálogo”.
Un compañero a tu lado
Se concluye la experiencia única e irrepetible del Jubileo de los Jóvenes 2025. En este increíble viaje hemos: caminado, cantado, caminado, bailado, disfrutado, caminado, rezado, reído y caminado… arrastrados por una meta común y muchos compañeros de viaje. Sí, porque más allá del programa estupendo que nos enriqueció cultural y espiritualmente, quedará para siempre impresa en nuestros ojos la imagen de miles de chicos como nosotros que caminaban. Quizá si les hubiéramos preguntado a algunos de ellos cuál era su meta, habrían respondido algo como: “Estamos yendo a la iglesia de Santa María la Mayor” o bien “Estamos yendo a descansar finalmente”, pero estoy convencido de que si hubiéramos preguntado cómo lo estaban haciendo, habrían contado con los ojos llenos de energía sobre las canciones que cantaron, sobre los chicos con quienes hicieron amistad y sobre la plenitud de espíritu que este caminar les regaló. En el fondo, para nosotros el Jubileo ha sido eso, un camino como ningún otro, en una ciudad como
ninguna otra, en donde se unen sueños, esperanzas, alegrías y dolores de un mar de personas, en donde si caminas solo, tienes de todos modos un compañero a tu lado, en donde el mundo es al mismo tiempo minúsculo e inmenso, en donde todo grita Unidad. Volvemos a casa con un recuerdo que no se borrará fácilmente, el recuerdo de un Mundo Unido en el que nos tomamos de la mano y caminamos, con la cabeza bien alta y el corazón lleno de un espíritu más grande.
La alegría de los primeros cristianos (como por otra parte la de los cristianos de todos los tiempos y de todos los siglos, cuando el cristianismo se vive radicalmente), la alegría de los primeros cristianos era una alegría realmente nueva, desconocida hasta entonces. No tenía nada que ver con la risa, con la euforia, con el buen humor. Ni ─como diría Pablo VI─ tenía nada que ver con «la alegría exaltante de la existencia y de la vida», con «la alegría tranquilizadora ─ continuaría ─ de la naturaleza y del silencio». (…) Aunque todas ellas sean hermosas…
La de los primeros cristianos era distinta: era una alegría parecida a la embriaguez que invadió a los Discípulos cuando vino el Espíritu Santo.
Era la alegría de Jesús. Porque Jesús, así como tiene su propia paz, tiene su propia alegría.
Y la alegría de los primeros cristianos, que brotaba espontánea del fondo de su ser, saciaba completamente su ánimo.
Ellos habían encontrado realmente eso que necesita y va buscando el hombre de ayer, de hoy y de siempre. Habían encontrado a Dios. Habían encontrado la comunión con Dios. Y esto los saciaba completamente y los llevaba a la realización. Eran hombres auténticos.
De hecho, el amor la caridad, con la cual Cristo, a través del bautismo y de los demás sacramentos, enriquece el corazón de los cristianos, se puede comparar a una planta. Cuanto más hunde sus raíces en el terreno, es decir, cuanto más se ama al prójimo, tanto más crece la planta, es decir, el tallo. O sea, cuanto más se ama al prójimo, más el corazón se inunda de amor a Dios. Este amor, esta comunión no es algo en lo que se cree solamente por fe, sino que es una comunión experimentada. Y esto es felicidad, es la felicidad: se ama y nos sentimos amados.
Esta era la alegría de los primeros cristianos, esta era la felicidad de los primeros cristianos, de grandes y jóvenes como ustedes, que después se manifestaba en forma de jubilosas liturgias maravillosas y rebosantes de himnos de alabanza y de acción de gracias.