«Los hechos que acontecieron despertaron la solidaridad en la comunidad ciudadana. Muchos líderes y grupos religiosos, además de organizaciones civiles, se pusieron a trabajar juntos para limpiar las calles y los edificios y para ayudar de muchas formas, mostrando el rostro positivo de la ciudad, que sin embargo está profundamente herida», escribe Lucía, corresponsable del Movimiento de los Focolares, desde Washington. Los hechos de los que habla son bien conocidos. Se refiere a las protestas populares que se desencadenaron en Baltimore, el mes pasado, después de la muerte de Freddie Gray, afroamericano de 25 años de edad, mientras se encontraba bajo arresto. Baltimore, la ciudad más grande de Maryland que cuenta con más de 600.000 habitantes, es un crisol de grupos étnicos, en especial afroamericanos. Leonie y Jennifer, dos voluntarias de los Focolares, viven en el centro de la ciudad. «La situación sigue siendo muy tensa; ayer, el alcalde hizo cerrar las escuelas y el gobernador del Estado desplegó las fuerzas armadas. Pero podemos decirles que todos los que conocemos están bien». Leonie está cerca de los lugares de los choques y enseña en una escuela primaria casi totalmente afro, en un sector en el que hay mucha pobreza. «Vi por televisión a uno de mis alumnos de 3° de primaria que participaba de los saqueos de edificios y propiedades». «No podemos permanecer indiferentes. Queremos hacer algo concreto, con la conciencia de que nuestra contribución para establecer relaciones auténticas entre las personas es más urgente que nunca. Además sabemos que cada acto de amor construye relaciones nuevas y contribuye a hacer crecer la fraternidad entre las personas», escriben Marilena y Mike. «Por ahora, participaremos de los distintos momentos de oración organizados por las autoridades religiosas, empezando por la misa que el arzobispo Lori celebrará en nuestro barrio, invocando la paz». «Hoy volví a la escuela – cuenta Leonie –, tratando de mirar a mis alumnos (que han participado en los saqueos) con “ojos nuevos”. Me puse en contacto con una docente afroamericana musulmana que conoce a dos representantes religiosos negros de la escuela, para ofrecer mi solidaridad y nos pusimos de acuerdo para trabajar juntos». Jennifer trabaja en una empresa donde la mayoría de los empleados son blancos. «Una colega que vive cerca de los lugares donde se produjeron hechos de violencia, hoy vino a visitarme y me habló de su sufrimiento al ver lo que está sucediendo. No tenía el valor de contárselo a nadie por temor a ser marginada por los colegas. Fue la ocasión para decirle que podemos ser nosotros los que empezamos a construir el diálogo con todos, una persona a la vez, y difundir así una mentalidad nueva. Mi colega no es practicante, pero su rostro se iluminó y me dijo que es precisamente esto lo que ella también quiere». Mientras tanto, los líderes de las varias comunidades religiosas empiezan a trabajar juntos por la paz. «El Imam Talib, de la mezquita de Washington, me invitó para que el 5 de mayo ofreciera mi testimonio como focolarina, y del ideal que nos anima», continúa Lucia. «Desea que hable en un encuentro abierto al público y organizado por ellos junto al Procurador Distrital, para integrar la perspectiva religiosa como una dimensión esencial para calmar la violencia. El título del evento es: “Heal the Hurt, Heal the Heart” (Sana la herida, sana el corazón). Nos parece que es una óptima posibilidad de diálogo entre las religiones, pero también una oportunidad para mostrar la riqueza de la diversidad».
Promover la paz a través del deporte
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