India – Shanti Ashram y los Focolares: una larga amistad
En diálogo con Vinu Aram, Directora del Centro internacional Shanti Ashram. By Marco Aleotti, Roberto Catalano, Giulio Mainenti. https://vimeo.com/430298347
En diálogo con Vinu Aram, Directora del Centro internacional Shanti Ashram. By Marco Aleotti, Roberto Catalano, Giulio Mainenti. https://vimeo.com/430298347
La vida del Gen Verde durante la pandemia “Estábamos en pleno tour por España y desde Italia llegaban noticias preocupantes sobre el Covid-19 y el aumento de contagios. Había que decidir si suspender o no la gira y cómo regresar a Italia. Pocas horas (mejor dicho, minutos) para tomar la decisión, comunicarlo a los organizadores y tan sólo en un día, embarcarnos en el último barco que salió de Barcelona”. Un recuerdo que sigue todavía muy vivo y que Mileni del Gen Verde comparte meses después, cuando parece que la pandemia del Covid-19 esté volviendo. Y en estos 4 meses el Gen Verde ha transformado una situación dolorosa en una gran oportunidad: “enseguida nos preguntamos –cuenta Annalisa– cómo ayudar a las personas; a diario recibíamos noticias de amigos que habían contraído el virus y nos pedían que estuviésemos cerca de ellos… pero ¿cómo? ¿De qué forma no dejarlos solos en estos momentos tan terribles respetando la distancia social? Nos vino de inmediato una idea, tal como han hecho muchos otros artistas en todo el mundo: la de conectarnos desde nuestra casa”. Así comenzó la aventura del primer streaming: pocos instrumentos, una escasa red de internet para soportar una conexión que quién sabe cuántos verían. Transcurridos unos meses, podemos decir que han sido muchos los streaming que ha llevado a cabo el Gen Verde, así como decenas y decenas han sido las reuniones a través de zoom, instagram, skype… ocasiones todas ellas de encontrar a jóvenes y menos jóvenes del mundo entero: desde Filipinas a Argentina, desde USA a Rumanía, desde Italia a Australia… También estos meses han sido la cuna apropiada para la creación de nuevas composiciones: desde el monólogo Il silenzio a la pieza musical Tears and light, sin olvidar los videos realizados expresamente para compartir, incluso a la distancia, el triduo pascual… y todo se ha compartido inmediatamente por las redes sociales, el canal YouTube e Internet. Un trabajo enorme, puede que hasta mayor del que se hace durante una gira o en los talleres con los jóvenes, y el Gen Verde no ha escatimado esfuerzos ni ha dicho nunca no a cualquiera que quería vivir un momento de intercambio con ellas. “Estamos súper contentas -dice Marita- porque en este tiempo, a pesar de las dificultades, con estas citas digitales nos hemos encontrado con cientos de miles de personas; no puedo decir que sea lo mismo que en vivo… falta el contacto físico, mirarnos a los ojos, pero puedo decir que nunca en sólo 4 meses, habíamos podido encontrarnos con tantas personas. Para nosotras del Gen Verde ha sido una experiencia que ha superado cualquier expectativa”. Y ahora, tras el último encuentro de este primer ciclo, el Gen Verde se dedica a nuevos proyectos y a nuevas propuestas para compartir lo más pronto posible. En resumen, el Gen Verde mira siempre a lo lejos y no se detiene jamás. Pero ¿cuál es el secreto? “Nosotras vivimos sin mirarnos a nosotras mismas – explica Sally – lo que nos interesa es construir relaciones orientadas hacia la fraternidad universal. En este periodo de pandemia hemos recibido muchísimos ecos después de nuestros directos y estas impresiones son las que nos han hecho ir siempre adelante tratando de dar lo mejor de nosotras. No nos engañamos, ni queremos engañar a nadie: la pandemia no ha sido una broma y la situación en muchos países es muy crítica todavía, pero estamos seguras de que todo lo que hemos hecho ha significado para muchos vivir un momento de respiro y de alivio, al menos”. De hecho, los correos y los mensajes que han llegado al Gen Verde por las redes hablan precisamente de esta sensación de paz y de serenidad. Ahora, seguimos adelante con la preparación de nuevos proyectos y el lanzamiento de nuevas canciones para poder dar esperanza a este mundo tan necesitado.“
Tiziana Nicastro
Chiara Lubich relata el especial pacto de unidad hecho con Igino Giordani (a quien llamó “Foco”) el 16 de julio de 1949, preludio de su experiencia mística de ese verano. De una entrevista concedida a la periodista Sandra Hoggett en 2002 https://vimeo.com/438640671
Los jóvenes de los Focolares han comenzado una nueva campaña #daretocare para cuidar nuestras sociedades y el planeta Tierra y ser ciudadanos activos para tratar de construir un trozo de mundo unido. La entrevista con Elena Pulcini, profesora de filosofía social en la Universidad de Florencia, en Italia. Elena Pulcini, profesora de filosofía social en la Universidad de Florencia (Italia), se ha dedicado como investigadora al tema de la cuidado durante muchos años. Ha participado en la primera transmisión en vivo #daretocare de los jóvenes del Movimiento de los Focolares, el pasado 20 de junio. ¿Qué impacto ha tenido la experiencia de la pandemia que estamos atravesando en su visión del cuidado? “Me parece sobre todo que ha surgido una imagen del cuidado como asistencia, explicó Pulcini. Pensamos en todo el personal médico y sanitario. Esto ha despertado elementos positivos, pasiones que habían sido algo olvidadas, como la gratitud, la compasión, el sentimiento de nuestra vulnerabilidad. Y esto fue muy positivo porque realmente lo necesitamos y es necesario despertar lo que yo llamo pasiones empáticas. Al mismo tiempo, sin embargo, el cuidado se ha mantenido algo encerrado dentro de un significado esencialmente de asistencia, lo que en inglés se llama “atención” y no “cuidado”. El cuidado se tiene que volver un modo de vivir”. Nos gusta soñar con una sociedad donde el cuidado sea la piedra angular de los sistemas políticos locales y globales. ¿Es una utopía o es realizable? “Seguramente el cuidado significa responder a algo. En este caso significa darse cuenta de la existencia del otro. Desde el momento en que me doy cuenta de esto y no estoy cerrado en mi individualismo, hay una capacidad que tenemos dentro de nosotros que es la empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro. ¿Pero quién es el otro hoy? Aquí, están surgiendo nuevas figuras de lo que consideramos que es el otro para nosotros. Entonces, el otro hoy es diferente, también son las generaciones futuras, también es la naturaleza, el medio ambiente, la Tierra que nos alberga. Por lo tanto, el cuidado realmente se convierte en la respuesta general a los grandes desafíos de nuestro tiempo, si sabemos encontrarla a través de la capacidad empática de relacionarnos con el otro. Así que no sé si es realmente realizable, pero creo que no podemos perder la perspectiva utópica. La responsabilidad no es suficiente, también es necesario cultivar la esperanza”. ¿Qué sugerencias nos daría para hacer esto y para orientar a nuestras sociedades, desde las instituciones, hacia el cuidado? “Creo que debemos actuar en todos los lugares donde operamos para sacar el cuidado de la esfera restringida de la privacidad. (…) Tengo que pensar en mí mismo como un sujeto de cuidado en mi familia, en mi profesión docente, cuando me encuentro con una persona pobre marginada en la calle o cuando voy a bañarme a la playa, tengo que cuidar todas las dimensiones. Debemos adoptar el cuidado como un estilo de vida capaz de romper nuestro individualismo ilimitado, que está trayendo no solo la autodestrucción de la humanidad, sino también la destrucción del mundo viviente. Por lo tanto, debemos tratar de responder a las patologías de nuestra sociedad, que significa educar para la democracia. Siempre me ha gustado un filósofo del siglo XIX llamado Alexis de Tocqueville, quien dijo que “debemos educar para la democracia”. Es una lección aún por aprender y creo que esto significa cultivar las propias emociones empáticas para ser estimulados en el cuidado con gusto, con satisfacción, no con restricciones”.
Los jóvenes del Movimiento de los Focolares
Cinco años después de la publicación de la Encíclica del papa Francisco, el paradigma de la ecología integral guía la lectura de este tiempo de pandemia. Entrevista con Luca Fiorani, responsable de EcoOne. Han pasado cinco años desde la publicación de Laudato Si, la encíclica del papa Francisco sobre el cuidado del planeta. Hablamos de ello con Luca Fiorani, profesor de las universidades Lumsa, Marconi y Sophia, investigador de ENEA y responsable de EcoOne, la red ecológica del Movimiento de los Focolares. En tiempos de pandemia, ¿qué enseñanzas pueden extraerse de la Laudato Si y su paradigma de ecología integral? Pienso en el “todo conectado”. Antes de la pandemia, el Papa nos hizo saborear su lado positivo, la maravillosa relación que existe entre los elementos naturales, incluida la persona. La pandemia, en cambio, subrayó el lado oscuro de este “todo conectado”, porque la actividad humana, que ha llevado a la destrucción de los hábitats naturales, y el salto de especie del virus del animal al hombre están relacionados. ¿Cuál es el fundamento evangélico del compromiso con el cuidado de la creación? Es “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Uno de los conceptos clave de la Laudato Si es “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”. Es cierto que para el Evangelio la naturaleza tiene valor en sí misma, pero también es cierto que cuidar la naturaleza significa garantizar un planeta saludable para los más desfavorecidos y para nuestros hijos. Significa recordarnos del “billón inferior”, ese billón de personas que es víctima de una “pandemia crónica”, debido a 17 enfermedades tropicales desatendidas. ¿Puede el concepto de ecología integral guiar los caminos futuros? Este es el concepto fundamental de toda la enseñanza del papa Francisco, que nos invita a superar el actual sistema socio-económico. Hoy vivimos en el paradigma de la revolución industrial, que considera que los recursos naturales son ilimitados. En cambio, estos recursos son limitados y, por lo tanto, se debe encontrar un modelo de desarrollo diferente, que también tenga en cuenta las necesidades de los pueblos olvidados por las llamadas sociedades “evolucionadas”. La Laudato Si invita a una “conversión ecológica”. ¿Qué significa vivir los principios de la ecología integral? La ecología integral no solo concierne al medio ambiente sino a todos los aspectos de la vida humana, la sociedad, la economía, la política. Entonces, cada uno de nosotros debe tratar de cambiar su vida comenzando, por ejemplo, por las elecciones de consumo. Además, podemos elegir gobernantes sensibles al cuidado de la naturaleza y hacer campañas de presión para no invertir en combustibles fósiles y en favor de las fuentes de energía renovables. En este año especial de celebraciones de la Laudato Si, ¿con qué iniciativas estará presente el Movimiento de los Focolares? El Movimiento participa en las iniciativas de la Iglesia Católica y en los eventos promovidos por el Movimiento Católico Mundial por el Clima, al que se adhiere. Además, organiza el congreso “Nuevas formas hacia la ecología integral” que se realizará en Castel Gandolfo (Roma), del 23 al 25 de octubre, cuyos detalles están disponibles en www.ecoone.org Su último libro se titula “El sueño (loco) de Francisco. Pequeño manual (científico) de ecología integral”. ¿Por qué habla de un sueño loco? Porque parece realmente imposible cambiar el rumbo en este planeta, hacia un mundo en el que todos nos sintamos hermanos y construyamos más puentes que muros, pero, como dijo la fundadora de los Focolares. Chiara Lubich, “¡solo aquellos con grandes ideales hacen la historia!”.
Claudia Di Lorenzi
Estar confinados ha puesto a menudo a prueba nuestra caridad. De hecho, no es fácil vivir encerrados en casa, codo a codo con los otros. Cuando estamos muy cerca, tocamos los límites unos de otros y esto nos exige un “plus de amor” que se llama “soportar”. Es reconfortante saber que también Chiara Lubich encontró este tipo de dificultades en su vida comunitaria. (…) Estos días he ojeado un libro que (…) se titula El secreto de Madre Teresa, de Calcuta por supuesto. Lo abro por la mitad, donde habla de la «mística de la caridad». Leo este capítulo y otros. Me enfrasco con mucho interés en esas páginas: todo lo que se refiere a ella −que pronto proclamarán santa− me interesa personalmente. Durante años ha sido una amiga muy valiosa. Veo patente, luminosa, la radicalidad extrema de su vida, de su vocación totalitaria, que impresiona y casi asusta; pero sobre todo me empuja a imitarla en el compromiso específico, radical y totalitario que Dios me pide a mí. (…) Movida por esta convicción, tomo en mis manos nuestro Estatuto, convencida de que allí encontraré la medida y el tipo de radicalidad de vida que el Señor quiere de mí. Lo abro e inmediatamente, en la primera página, siento un pequeño sobresalto espiritual, como un descubrimiento de ese momento (¡y hace ya casi 60 años que lo conozco!). Se trata de la «norma de las normas, la premisa de cualquier otra regla» de mi vida y nuestra vida: generar –así lo expresaba el papa Pablo VI– y mantener primero y ante todo (…) a Jesús entre nosotros con el amor recíproco. (…) Inmediatamente propongo vivir esta norma, mientras tanto en mi focolar y con los que tengo más cerca. Pero ya lo sabemos: «El que esté sin pecado, que arroje la primera piedra»[1]. Tampoco en nuestra casa todo es siempre perfecto: una palabra de más, mía o de las otras, un silencio excesivo, un juicio, un pequeño apego, un sufrimiento mal soportado…, cosas que sin duda hacen que Jesús se sienta incómodo entre nosotras, cuando no impiden su presencia. Comprendo que debo ser yo la primera en dejarle espacio, allanándolo todo, colmándolo todo, sazonándolo todo con la máxima caridad; todo −en las demás y en mí− «soportando», palabra ésta que en general no usamos, pero que el apóstol Pablo aconseja vivamente. Soportar no es un tipo de caridad cualquiera. Es una caridad especial, la quintaesencia de la caridad. Comienzo, y no me va mal; ¡funciona! Otras veces había invitado inmediatamente a mis compañeras a hacer lo mismo. Ahora no. Primero siento el deber de poner todo de mi parte, y da resultado. Y además me llena el corazón de felicidad, quizá porque de este modo Él vuelve a hacerse presente y se queda. A ellas se lo diré más tarde, pero sin dejar de sentir el deber de seguir comportándome así, como si estuviera sola. Y siento una enorme alegría al recordar las palabras de Jesús: «Misericordia quiero, no sacrificio»[2]. ¡Misericordia! Ésta es la caridad superfina que se nos pide y que vale más que el sacrificio, porque el sacrificio más bello es este amor que también sabe soportar, que en caso necesario sabe perdonar y olvidar. (…) Esta es la radicalidad, la integridad que se le pide a nuestra vida.
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 20 de febrero de 2003) Cf.:“Para ser una pequeña María”, en: Chiara Lubich, Unidos hacia el Padre, Ciudad Nueva, Madrid 2005, pp. 21-24. [1] Cf. Jn 8, 7. [2] Mt 9, 13.