Jun 29, 2020 | Sin categorizar
Cuántas personas, incluso de prestigio, han señalado en estos meses que uno de los efectos de la pandemia es que nos ha puesto a todos frente a lo esencial, a lo que vale y permanece. ¿Cuántos de nosotros han perdido a parientes o amigos y han palpado la cercanía de la muerte. El siguiente escrito de Chiara Lubich toca estos dos argumentos tan cercanos a lo que estamos viviendo en el mundo. (…) El comienzo de la aventura divina de nuestro Movimiento (…) está ambientado (…) en una circunstancia especial: la guerra; la guerra con sus bombas, sus ruinas y sus muertos. (…) Pienso que para nosotros no será posible vivir con perfección e intensidad nuestro Ideal, mas que teniendo siempre presente aquel clima, aquel ambiente, aquellas circunstancias. Y el Señor, todavía hoy, después de más de cuarenta años, no deja que nos falten las ocasiones: las frecuentes «partidas» de los nuestros (…) son una continua llamada al «todo pasa», al «todo se derrumba», marco necesario para comprender lo que vale verdaderamente. Lo que nos quieren comunicar con insistencia estos hermanos nuestros «a punto de partir» da impresión (…) En las situaciones en que se encontraban, vieron más lejos, como cuando en la noche, se pueden ver las estrellas. Comprendieron, por una luz especial, el valor absoluto de Dios y lo pusieron de manifiesto como amor. Nosotros también, mientras estamos aquí abajo, si queremos que nuestra vida sea un verdadero Santo Viaje, debemos tener, como ellos, las ideas claras: considerar todo aquello que no es Dios como algo transitorio y pasajero. Sin embargo, nuestra fe y nuestro Ideal no se detienen al llegar la muerte. El gran anuncio del cristianismo es: «Cristo ha resucitado ». Y nuestro Ideal nos llama siempre a ir «más allá de la llaga» para vivir el Resucitado. Estamos llamados, por tanto, a pensar sobre todo en el «después». Y es en este «después», el misterioso pero fascinante «después», en el que quisiera detenerme en esta ocasión. Con bastante frecuencia me pregunto (quizá les sucede también a ustedes): ¿Dónde estarán los nuestros? (…) Me vienen estos pensamientos, porque hasta hace poco sabía dónde estaban aquí en la tierra, lo que hacían. Ahora todo esto lo desconozco. La fe nos da ciertamente respuestas a estos interrogantes y nosotros las conocemos. Por otra parte, en estos últimos días una palabra de Jesús me ha dado luz y consuelo, un gran consuelo. Jesús la dijo al buen ladrón: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso»[1]. Hoy, por lo tanto enseguida, enseguida después de la muerte. (…) ¿Qué consecuencias tenemos que sacar de estos pensamientos? Tratemos de vivir de manera que también a nosotros se nos diga este «hoy»: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso». Pero ya lo sabemos: se le dará a quien tiene: «A quien tiene se le dará»[2]. Si somos aquí en la tierra, por amor a Dios, un paraíso para nuestros hermanos; si somos alegría, consuelo, aliento, ayuda, para cada uno, para nuestra Obra, para la Iglesia, para el mundo, el Señor nos dará el Paraíso. (…)
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 10 de mayo de 1990) Extraído de: “Ser causa de alegría para todos”, en: Chiara Lubich, Santificarse juntos, Ciudad Nueva, Madrid 1994, pp. 37-40 [1] Lc 23, 43. [2] Mt 13, 12.
Jun 27, 2020 | Sin categorizar
Todos los cristianos tienen una misión, como los discípulos: dar testimonio con mansedumbre, primero con la vida y luego también con la palabra, el amor de Dios que ellos mismos han conocido, para que se convierta en una realidad gozosa para muchos, para todos. En una sociedad a menudo marcada por la búsqueda del éxito y la autonomía egoísta, los cristianos están llamados a mostrar la belleza de la fraternidad, que reconoce la necesidad de los demás y pone en marcha la reciprocidad. Un proyecto de ley Trabajo como agrimensor en la prefectura de mi ciudad y al mismo tiempo colaboro en un barrio pobre en una actividad de promoción humana. Teniendo en cuenta las condiciones precarias de quienes viven en ese lugar, me di cuenta de que cuando se trataba de ensanchar un camino o demoler algunos edificios, el material recuperado a menudo se usaba simplemente para nivelar el suelo. ¿Por qué no aprovecharlo para mejorar los hogares de los más pobres? Sin embargo, se necesitaba una ley municipal específica. A mi responsable le gustó la idea que, después de darse cuenta de la situación, yendo al lugar, activó los contactos necesarios; y una vez que el prefecto de la ciudad aceptó nuestra propuesta, se presentó un proyecto de ley, que fue aprobado de inmediato. Gracias a esto, hoy el alcalde está autorizado a donar a las instituciones de asistencia social los materiales que se han dejado en desuso por razones técnicas, que son preciosos para quienes viven en los barracones sin ninguna posibilidad de mejorar su estado. (G. A. – Brasil) Saber perdonar La guerra civil en mi país había causado luto y sufrimiento también en mi familia. Mi padre y mi hermano estaban entre las víctimas de la guerra de guerrillas; mi esposo todavía sufría las consecuencias de una golpiza. Como cristiana, debería haber perdonado, pero el dolor y el resentimiento crecían en mí. Solo gracias al testimonio recibido de algunos cristianos auténticos pude rezar por aquellos que nos habían hecho tanto daño. Dios probó mi coherencia cuando una vez que la paz regresó al país, de la capital donde nos habíamos mudado, regresamos a mi ciudad natal, que permaneció durante doce años a merced del gobierno y la guerrilla. Para los niños, que habían sufrido más que otros, organizamos una fiesta a la que muchos asistieron. Solo entonces me di cuenta de que algunas de las autoridades presentes habían estado involucradas en la guerra de guerrillas. Quizás entre ellos estaban los responsables de la muerte de mis padres. Vencida la rebelión inicial, una gran paz entró en mi corazón, y fui a ofrecerles bebidas también a ellos. (M. – San Salvador) Los matices del dolor De regreso en Italia después de una experiencia como médico en un valle de Camerún, mi atención se centró en las personas afectadas por males incurables y enfermedades crónicas debilitantes. Con los años, nacieron en mí algunas convicciones profundas. La primera se refiere a los infinitos matices del dolor, que nunca es monótono. Cada dolor, como todo hombre, es irrepetible. Otra fuerte impresión es la de las pequeñas expectativas diarias insertadas en la gran expectativa de la cita final. Pero la comprensión más importante que nace en mí es la siguiente: estos pacientes, despojados por el sufrimiento, me parecieron piedras vivas en la construcción de la humanidad y sus valores. Su vestimenta es el agotamiento, pero también la transparencia; son portadores de una luz particular, la luz de Dios Parece que Él se encarna en esas existencias perturbadas. A menudo las palabras de los moribundos parecen ser dictadas por Él. Cada vez más estoy convencido de que, como dice Simone Weil, la humanidad, si se la privara de esas personas, no tendría idea de Dios. (C. – Italia)
por Stefania Tanesini
(extraído del “Il Vangelo del Giorno”, Città Nuova, año VI, n.3, mayo-junio 2020)
Jun 26, 2020 | Sin categorizar
La cita tendrá lugar del 24 de enero al 7 de febrero de 2021 Debido a la emergencia sanitaria originada por el Covid-19, con la aprobación del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, la Asamblea General de la Obra de María (Movimiento de los Focolares) –que estaba prevista para el mes de septiembre de 2020- ha sido postergada, del 24 de enero al 7 de febrero de 2021. Recordamos que la Asamblea General se convoca de forma ordinaria cada seis años o en forma extraordinaria cuando emergen motivos tales que exigen deliberaciones (Estatutos Generales Art. 73, 75). Qué sucede en la Asamblea General A la Asamblea general se le confían cuatro tareas principales (EG, Art. 74):
- elegir a la Presidente, al Copresidente, a los Consejeros y a las Consejeras Generales;
- deliberar sobre modificaciones a los Estatutos Generales de la Obra de María, que después son sometidas a la aprobación del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida;
- deliberar sobre la modificación de los Reglamentos de las ramas y del Reglamento de la misma Asamblea General;
- deliberar sobre argumentos recogidos y ordenados por el Centro de la Obra de María, que le hayan sido presentados por iniciativa de la Presidente, del Consejo General, de una sección, rama o movimiento. Cada participante en la Asamblea puede proponer que sean examinados otros argumentos relativos a la vida de la Obra.
La premisa de Chiara Chiara Lubich quiso escribir una premisa a los Estatutos Generales, para dar un sentido a todos los contenidos de los Estatutos, y por lo tanto también a la Asamblea General: “La premisa de toda otra regla –la mutua y continua caridad, que hace posible la unidad y trae la presencia de Jesús en la colectividad, es para las personas que forman parte de la Obra de María la base de su vida en cada uno de sus aspectos, es la norma de las normas, la premisa de toda otra regla”. (EG, p.7).
Oficina de Comunicaciones Focolares
Jun 25, 2020 | Sin categorizar
Anna Moznich de AMU – Acción por un Mundo Unido – explica el proyecto educativo de paz Living Peace International https://vimeo.com/415881918
Jun 23, 2020 | Sin categorizar
Jully y Ricardo, esposos peruanos, y su empleada doméstica: una historia rica de sacrificios y dificultades que muy pronto se transformó en amor puro a través de las manos de Dios
Después de haber vivido una experiencia familiar en Italia, en la “Escuela Loreto”, la escuela internacional para familias que se encuentra en Loppiano, la ciudadela de los Focolares en Italia, regresamos a Perú con el deseo de vivir el ideal evangélico que habíamos conocido ahí. Nos establecimos en Lambayeque, una pequeña y tranquila ciudad en el noroeste del país. Contratamos una empleada doméstica, Sara, quien después de poco tiempo nos dijo que estaba embarazada. Ella nos explicó que había escondido la noticia porque la habían despedido de sus trabajos anteriores precisamente por este motivo. Escuchándola nos vino a la mente algo que habíamos aprendido en la escuela de familias, que cada situación dolorosa Jesús la asumió y la rescató en su Abandono en la Cruz, transformando el dolor en amor. Pudimos ver en la situación que se nos presentaba un rostro del abandono y nuestra respuesta fue consolarla y darle la seguridad de que la habríamos ayudado con el nacimiento de su hijo. Además del embarazo, tuvo otras dificultades porque el padre del niño era un soldado del ejército que la había abandonado y también ella había escapado de la casa de sus padres por miedo. Descubrimos el cuartel de dicho soldado y nos dijeron que lo habían transferido a un cuartel más lejano, en la jungla amazónica. No había modo de contactarlo. Para permitirle dar a luz en un hospital, pedimos ayuda al servicio social de modo que pudiera seguir los controles prenatales y atendieran el respectivo parto. Pero ella estaba desesperada y pensaba dar al niño porque se sentía sola e incapaz de hacerla crecer. La ayudamos a entender que un hijo es un don de Dios y que Su Providencia la habría ayudado siempre. Con nuestros hijos la ayudamos a que se reconciliara con su papá y a que regresara a su familia, para que esperara a su hijo con esperanza y se preparara al parto con controles médicos. Sara se quedó con nosotros hasta que nació su hijo y después pudo regresar a su casa. En esta experiencia vimos la mano de Dios que nos guió para ayudar a la madre a no separarse de su hijo, a reconciliarse y recibir el apoyo de su familia. Aquí en Lambayeqye, siempre venía a visitarnos con el niño y pudimos ver cómo iba creciendo. Seguimos ayudándolo con ropa y útiles. Ella y su padre nos expresaron su gratitud y, la cosa más bella, la vimos feliz de su maternidad. Nos queda una inmensa alegría en el alma por haber amado a esta joven mujer como Jesús nos pide, viendo cómo una situación dolorosa se transformó en puro amor.
Ricardo y July Rodríguez (Trujillo, Perú)
Jun 22, 2020 | Sin categorizar
El siguiente escrito de Chiara Lubich nos ayuda a ver nuestra realidad tal como es, a los ojos de Dios, prescindiendo de las circunstancias externas en las cuales podemos encontrarnos y que pueden incluso ser muy dolorosas. También Jesús, en la hora de su pasión, siguió dirigiéndose al Padre y adhiriéndose a su voluntad. Con esta actitud llegó a ser el Resucitado, el Salvador. (…) Comprendimos que cada uno de nosotros es una Palabra de Dios desde la eternidad. Dice, en efecto, san Pablo: «En Cristo, el Padre nos ha elegido antes de la creación del mundo…»[1]. Y en otro lugar, hablando también de nosotros, añade: «Los que Él [Dios] desde siempre ha conocido…». Hemos comprendido, pues, que nosotros, siendo Palabra de Dios, hemos de tener una única actitud, la más inteligente: estar siempre, como la Palabra por excelencia, el Verbo, «vueltos» hacia el Padre, que significa hacia su voluntad. Así es como, entre otras cosas, podemos realizar nuestra personalidad; y es así como adquirimos nuestra plena libertad. De este modo, dejamos vivir a nuestro verdadero yo. Entonces, queriendo vivir bien todo eso, podemos preguntarnos: ¿cuándo hay que asumir esta actitud? Ya sabemos la respuesta: ahora, ya, en el momento presente. La voluntad de Dios hay que vivirla en el presente. En el presente es cuando hemos de vivir vueltos al Padre. En ese presente que es un aspecto esencial de nuestra espiritualidad, de nuestra «ascética». En efecto, no se puede prescindir de él. Este modo de vivir es típicamente evangélico. El evangelista Mateo recoge estas palabras de Jesús: «Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal»[2]. (…) Retomemos de nuevo el compromiso de vivir lo más posible la voluntad de Dios en el momento presente. (…) Además hemos de recordar que para nosotros, miembros del Movimiento de los Focolares, la voluntad de Dios que debemos hacer antes de cualquier otra, y en cada momento de nuestra jornada, es el amor recíproco: amarnos como Jesús nos ha amado. Con ella está asegurada nuestra constante renovación.
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 21 de diciembre de 1996) Extraído de: “Cuándo dirigirnos al Padre?”, en: Chiara Lubich, Un pueblo de santos, Ciudad Nueva, Madrid, 2001 pp. 120-122 [1] Cf. Ef 1,4-5. [2] Mt 6,34.