May 6, 2020 | Sin categorizar
Fue uno de los primeros religiosos que adhirieron a la espiritualidad de los Focolares. Un contemplativo en plena acción; un hombre de Dios sumergido en la humanidad. ¿Qué significa y para qué sirve “contemplar” hoy? Y, ¿cómo se contempla en el siglo XXI? En tiempos como estos, encerrados en casa por el Covid y presionados por las preocupaciones ante el futuro, tomar tiempo para ponernos en contacto con lo Absoluto podría no parecer prioritario. Pero hace pocos días tuve que cambiar de opinión, al conocer la extraordinaria experiencia del Padre Ermanno Rossi, un dominico italiano, pionero de los Focolares en los años ’50 que nos dejó el pasado lunes de Pascua. Su parábola existencial indica de que sólo una relación íntima con Dios podía hacerla posible. Lo confirma un texto suyo, escrito con ocasión de su 90° cumpleaños: “¡Los acontecimientos de mi vida han sido muchos! Recuerdo sólo una convicción interior que me ha guiado en todas mis elecciones: “No pedir nada y no rechazar nada”. Esto para mí significa valorar la tarea que se me confía, empeñar todas mis fuerzas con la seguridad de que Dios se encarga del resto. Por ese motivo, nunca he pedido nada ni rechazado nada, sin importar que cosa me pedían y aunque casi siempre eran cosas distintas de lo que yo sentía. Pero al llegar a esta edad puedo asegurar que ha valido la pena confiar en Dios. (…) Junto a las dificultades siempre he recibido gracias extraordinarias. Entre ellas ocupa un lugar relevante el haber encontrado a Chiara Lubich y su Movimiento. Este encuentro ha sido el faro de mi vida”. Y es poco decir que su vida ha sido intensa. De 1950 al ’55 fue el encargado de los jóvenes aspirantes a la vida dominica; escribía que su celda (en ese período) era el automóvil: “Siempre estaba de viaje por Italia central”. Fue en esos años que el Padre Ermanno encontró una de las primeras comunidades de Roma de los Focolares y conoció a Graziella De Luca: “Le hice sólo una pregunta: ‘Ahora que ustedes están en vida, va todo bien; pero cuando pase la primera generación será inevitable la decadencia, como le ha sucedido a todas las fundaciones’. Graziella me respondió: ‘¡No! Mientras esté Jesús en medio, esto no sucederá’”. A partir de ese momento su vida se volvió, en la medida de lo posible, todavía más intensa. Fue el rector y ecónomo de un seminario; docente de moral en Loppiano; viajó por toda Europa dando a conocer el espíritu de los Focolares a numerosos religiosos. Fue también responsable del Centro Misionero de su provincia religiosa, párroco en Roma y superior de una pequeña comunidad. ¿Con qué espíritu vivió el Padre Ermanno todo esto? Lo cuenta él mismo: “En todos estos acontecimientos siempre hubo una constante, todas las veces tuve que empezar de cero, tuve que “reciclarme”. Ha sido como si cada vez me confiaran un trabajo nuevo. Otra constante ha sido que en primer impacto la nueva situación se me reveló dolorosa, y después la ví como providencial. Ahora tengo la certeza de que lo que la Providencia dispone para mí es lo mejor que me puede suceder”. En la espiritualidad de la Unidad el Padre Ermanno encontró el camino para una relación nueva con Dios. Hasta entonces había buscado a Dios en la soledad. Con Chiara Lubich descubrió que el hermano es la vía directa para ir a Dios; un camino que no exige necesariamente la soledad, que puede ser recorrido también en medio de la multitud.
Stefania Tanesini
May 4, 2020 | Sin categorizar
El siguiente escrito de Chiara Lubich nos conduce al corazón de la fe cristiana. “Hemos creído en el amor de Dios — así el cristiano puede expresar la elección fundamental de su vida”[1]. Es una elección que en estos tiempos parece muy atrevida, pero no por eso menos real. Esta vez hablaremos de nuevo de la oración: es el aliento de nuestra alma, el oxígeno de toda nuestra vida espiritual, la expresión de nuestro amor a Dios, el combustible de todas nuestras actividades. ¿Pero de qué oración hablaremos? De aquella que –con las infinitas y divinas riquezas que contiene– está totalmente comprendida en una palabra, en una sola palabra, que Jesús nos enseñó y el Espíritu puso en nuestros labios. Pero vayamos a su génesis. Jesús rezaba, rezaba a su Padre. Para Él el Padre era “Abbá”, es decir el padre, el papá, a quien se dirigía con acentos de infinita confianza y de inmenso amor. Le rezaba estando en el seno de la Trinidad, donde Él es la segunda divina Persona. Precisamente por esta oración tan especial reveló también al mundo quién era Él realmente: el Hijo de Dios. Pero como había venido a la tierra por nosotros, no le bastaba con estar en esta condición privilegiada de oración. Muriendo por nosotros, redimiéndonos, nos hizo hijos de Dios, sus hermanos, y nos dio también, por medio del Espíritu Santo, la posibilidad de ser introducidos en el seno de la Trinidad, en Él, junto con Él, por medio de Él. De este modo también para nosotros se hizo posible esa invocación divina: «¡Abba, Padre!»[2]: «Papá, padre mío!», nuestro, con todo lo que comporta: certeza de su protección, seguridad, abandono ciego a su amor, consolaciones divinas, fuerza, ardor; ardor que nace en el corazón de quien está seguro de ser amado… Esta es la oración cristiana, una oración extraordinaria. No se encuentra en otros lugares, ni en otras religiones. A lo sumo, si uno cree en una divinidad, la venera, la adora, le suplica estando, por decir así, fuera de ella. Aquí no, aquí se entra en el Corazón de Dios. ¿Y entonces? Recordemos, pues, en primer lugar la vertiginosa altura a la que estamos llamados como hijos de Dios y, en consecuencia, nuestra excepcional posibilidad de rezar. Naturalmente, podemos decir “¡Abbá, Padre!”, con todo el significado que implica esta palabra, solo si el Espíritu Santo la pronuncia en nosotros. Y, para que sea así, necesitamos ser Jesús, nada menos que Jesús. ¿Cómo? Lo sabemos: Él vive ya en nosotros por la gracia. Pero debemos hacer nuestra parte, que consiste en amar, en permanecer en el amor a Dios y al prójimo. Además el Espíritu la pondrá más plenamente en nuestros labios si estamos en perfecta unidad con nuestros hermanos, donde Jesús está entre nosotros. Que «¡Abbá, Padre!», sea nuestra oración. (…) Mediante ella corresponderemos plenamente a nuestra llamada a creer en el amor, a la fe en el amor que está en la raíz de nuestro carisma. Sí, el Amor, el Padre nos ama. Él es nuestro Padre ¿qué podemos temer? ¿Y cómo no ver en el designio de amor que Él tiene para cada uno de nosotros, y que se nos revela día tras día, la aventura más extraordinaria a la que podríamos estar llamados? “Abbá” es la típica oración del cristiano. Y de una manera especial de nosotros los focolarinos. Por lo tanto, si tenemos la seguridad de estar viviendo nuestro Ideal, es decir, si estamos en el amor, dirijámonos al Padre como lo hacía Jesús. ¿Las consecuencias? Las sentiremos en nuestro corazón.
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 9 de marzo de 1989) Cf. Chiara Lubich, “Buscando las cosas de arriba, pp. 133-135, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1993. [1] Benedicto XVI, Deus Caritas est, 1. [2] Mc 14,36; Rm 8,15.
May 2, 2020 | Sin categorizar
Abr 30, 2020 | Sin categorizar
Nunca como este año la Semana Mundo Unido es un evento local y global al mismo tiempo. Además de 400 micro y macro eventos en 65 países. Todos rigurosamente en línea. El sábado 2 de mayo, a las 12.00 mediodía (UTC +2), tendrá lugar la transmisión en directo streaming “#InTimeForPeace Web Event”. Sólo está la dificultad de la elección: se puede empezar la Semana Mundo Unido (SMU) participando en la Run4Unity de Australia o de Texas, para después unirse a la oración por la paz de Cuba o echar un vistazo al “café político” de Argentina. De gran interés será también una serie de Webinair promovidos por el United World Project y para los amantes de la World Music hay eventos y conciertos en varios países africanos. Lo bonito es que tampoco es necesario elegir; es posible participar en todo y además cómodamente, desde sus casas. El Covid habría podido apoderarse también de la Semana Mundo Unido 2020 en cambio no; o mejor dicho, no sólo. #intimeforpeace, a tiempo para la paz es el título y el eslogan de más de 400 eventos programado en al menos 65 países del mundo. Lo que significa que por lo menos durante una semana la paz, los derechos humanos y la legalidad serán el objetivo de la reflexión y la acción 24 horas sobre 24 en distintas latitudes; y esto significa que un creciente número de personas cree que la construcción de un mundo regulado por normas, economía, cultura inspiradas en la paz, en todas sus posibles declinaciones es impostergable. Iniciamos el 1 de mayo hasta el 7 – y como dicen los jóvenes- habrá para todos. En la página Web del United Wold Project hay una amplia selección; se indica que no existe un único modo de sostener la paz, de luchar por los Derechos Humanos y de practicar la legalidad. Ya sea que confeccionemos mascarillas, distribuyamos víveres, acompañemos a quien está solo o simplemente hagamos nuestro deber quedándonos en casa, cada gesto de proximidad, solidaridad, apoyo a distancia entra bajo la gran sombrilla de la paz. Entre las acciones en las que se enfoca esta SMU está la solicitud para pedir el cese del embargo contra Siria, promovido por la ONG New Humanity y firmada también por numerosas personalidades, el manifiesto ha sido enviado al Secretario General de las Naciones Unidas, al Presidente del Parlamento Europeo quienes tienen la fuerza para hacer una convocatoria mundial para salvar a un país que ya está de rodillas después de 10 años de guerra y ahora corre el riesgo de caer en el abismo ante la amenaza del Covid. CÓMO, DÓNDE Y CUÁNDO SEGUIR LOS EVENTOS DE LA SMU Espacio y contenedor del maratón multimedia “In Time For Pace” es siempre el sitio web www.unitedworldproject.org donde también será posible consultar el calendario de los eventos locales. Los eventos centrales Sábado 2 de Mayo, a las 12.00 (UTC +2), la transmisión en directo streaming “#InTimeForPeace Web Event” vinculará a distintas ciudades del planeta, relatando historias y acciones, alojando debates y performance artísticos. Domingo 3 de Mayo, de las 11:00 a las 12:00 de cada huso horario, si correrá virtualmente la Run4unity, un evento deportivo, una maratón non stop que abrazará al globo, con juegos, desafíos, testimonios y compromisos para extender simbólicamente sobre la Tierra un arco iris de paz.
Stefania Tanesini
http://www.unitedworldproject.org/es
Abr 29, 2020 | Sin categorizar
Todo depende de cómo miramos al “otro”, el hermano o la hermana, las situaciones se pueden transformar si decidimos amar. Tiempos duros Krystyna me hablaba de los tiempos duros de la Polonia en estado de guerra: “Faltaban alimentos y productos de limpieza, entonces recibíamos cosas de amigos de la antigua Alemania Oriental. En cambio nuestros vecinos organizaban fiestas con mucho licor. Sin embargo un día notamos en su apartamento un insólito silencio y de la niña, que había quedado sola, supimos que la mamá estaba en el hospital. Fui a visitarla llevando conmigo jabón y pasta de dientes que en ese momento eran productos que no se encontraban. Cuando me vio se quedó petrificada: “¿Precisamente usted, a quien siempre he molestado, viene a verme? Ninguno de los amigos que frecuento vino. Una vez que le dieron de alta del hospital, me invitó a su casa. La acogida fue cálida. Después empezó a confiarme algo de su triste infancia, y de la falta de sentido de su vida y de la necesidad que tenía de salir de cierto círculo. La escuché con amor y le aseguré mis oraciones. Después el hombre que vivía con ella se fue y la rumorosa compañía dejó de visitar esa casa. Ahora esa mamá podía ofrecer una vida “normal” a su hija”. B.V. – Polonia Joven pareja del Sur Provenientes del Sur de Italia, se habían transferido al Norte para salir de un pueblo donde dominaba la mafia. Tenían necesidad de encontrar una casa y un trabajo para ambos. Mi situación económica no era muy florida, pero con fe me puse a ayudarlos a buscar alojamiento. Lamentablemente, cuando decía que eran del Sur, muchos cerraban la puerta. Lloré con ellos y una vez más me di cuenta que sólo un pobre puede entender a otro pobre. Viví junto a esa joven pareja muchas humillaciones y, cuando finalmente encontramos casa y trabajo, descubrí cuánto me había enriquecido el compartir con ellos. V.M. – Italia Los manteles robados Trabajo como cajera en un restaurante. No me daba escrúpulo pedir en la cocina los sobrantes para llevarlos a los niños de la calle. Siempre son muchos los que encuentro a lo largo del camino de vuelta a casa. Un día, mientras estaba bajando del autobús, ¡alguien me arrancó de las manos la cartera y escapó corriendo! Quedé desconcertada; dentro había diez manteles del restaurante que acababa de retirar de la lavandería. ¿Qué hacer? ¿Cómo decírselo a mi jefe? Comprar la tela para volverlos a hacer era impensable, dadas mis reducidas posibilidades, y no sabía cómo decírselo a mi madre y al director del restaurante. Pero estaba segura que el Eterno Padre me ayudaría. Al día siguiente le dije a mi jefe lo que había sucedido y él, sin inmutarse, me dijo que esperaba los manteles lo antes posible. A este punto un cliente que había escuchado nuestra conversación se acercó y declaró su disponibilidad para comprar la tela necesaria para confeccionar manteles nuevos. ¡Increíble! Mi primer impulso de alegría fue pensando en los niños que habría podido seguir ayudando con la comida. D.F. – Filipinas Confianza Encontré a Álvaro en una taberna, con 35 años, descuidado y con la barba larga. Cuando me pidió si lo podía ayudar a llenar una solicitud de trabajo, le di cita para el día siguiente en mi oficina. Se presentó hacia la tarde, diciendo que en realidad lo que pedía era sólo amistad. Me suscitó compasión y, superando el disgusto por el olor que emanaba, le ofrecí un brandy. Él entendió que yo no lo juzgaba y empezó a contarme sus problemas, de cuando siendo niño había sido abandonado por su madre, mientras que su padre había terminado en prisión. Las horas pasaban y él, como en confesión, seguía hablándome de sí. Estaba amaneciendo cuando se dio cuenta de que era de día y, disculpándose, se despidió. Lo volví a ver otras veces, le hice conocer a mis amigos que lo acogieron con igual familiaridad. Él correspondía haciendo varios trabajitos, realmente sabía arreglar todo. Después logró encontrar un trabajo estable, e hizo carrera, se casó y se convirtió en padre de dos niños. Cuando años después me contó todo esto era otra persona. Había encontrado su dignidad, gracias a la confianza que le habíamos demostrado. A.C. – Italia
a cargo de Stefania Tanesini
(tomado del Evangelio del día, Città Nuova, anno VI, n.2, marzo-abril 2020)
Abr 27, 2020 | Sin categorizar
En su homilía del Viernes Santo de 2020, en la Basílica de San Pedro (Roma) el padre capuchino, Raniero Cantalamessa, dijo que “hay cosas que Dios ha decidido concedernos como fruto conjuntamente de su gracia y de nuestra oración”. El siguiente escrito de Chiara Lubich es una invitación a colaborar con Dios pidiéndole gracias y poniéndonos en las mejores condiciones para obtenerlas. «Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda»[1] (…). Jesús con esta Palabra nos ha dicho claramente que no hay comunión con Dios, ni verdadero culto, ni auténtica oración, sin reconciliación con el hermano. Esperemos, por lo tanto, que esta enseñanza haya penetrado profundamente en todos nuestros corazones. Y por esta esperanza es por lo que quisiera ahora hablarles precisamente de la oración que, apoyada sobre estas bases, es, sin duda, grata a Dios. Quisiera hablarles especialmente de la oración de petición para obtener ayuda y gracias. En efecto, tengo la impresión de que quizás alguno no la subraye lo suficiente. ¿Por qué? Puede ser incluso por un motivo noble al acercarnos de una forma más profunda a nuestra fe y volviéndonos prácticamente más religiosos, hemos comprendido que la religión no consiste, sin duda, solamente en ir a la iglesia para pedir, sino en amar a Dios y, por lo tanto, en dar. En consecuencia hemos puesto todo nuestro empeño en vivir todos esos principios que también nuestra espiritualidad evangélica sugiere, para hacer –como se suele decir– nuestra parte. Ciertamente este es un razonamiento muy válido. Sin embargo hay que hacer una consideración: amar a Dios implica observar todos sus mandamientos. Pues bien, un mandamiento que Jesús repite con insistencia es, precisamente, el de pedir: «Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá»[2]. ¿Qué debemos hacer por tanto? Pedir más y mejor, porque Él lo quiere así, y también de esta manera le demostramos nuestro amor (…) Es cierto que se reza, y esto quiere decir que no se cuenta únicamente con las propias fuerzas. Aun así, podemos mejorar en dos direcciones: en primer lugar, no multiplicando las oraciones, sino siendo más conscientes de lo que ya pedimos. Reflexionemos un poco y veremos cuántas gracias se piden en las oraciones [que ya hacemos]. (…) En segundo lugar, podemos –como dicen los santos– rezando de tal forma que podamos obtener lo que pedimos. Se obtiene si se pide con la conciencia de que nada podemos hacer por nosotros mismos y por lo tanto con humildad, con la convicción de que, en cambio, todo podemos hacerlo con Dios; por consiguiente, con la confianza en Él; y rezando con perseverancia: pidiendo siempre con insistencia amorosa, como Jesús desea. En síntesis, es necesario perfeccionar cada vez más esas peticiones que ya hacemos y exponerlas cada vez mejor, de forma proporcionada al esfuerzo que realizamos para vivir nuestro Ideal. Así todo resultará más fecundo. Recemos mientras estemos a tiempo. Siempre recuerdo lo que recomendó la madre de una de las primeras focolarinas antes de morir: «Recen durante la vida porque al final ya no hay posibilidad».
Chiara Lubich
(Extraído de una conferencia telefónica, Rocca di Papa, 16 de febrero de 1984 Cf. Chiara Lubich,“Pedir también es amor, La vida un viaje”, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1984, 182-184) [1] Mt 5,23-24. [2] Mt 7,7.