Abr 18, 2020 | Sin categorizar
En Italia, la celebración del Village for the Earth se convierte en una maratón multimedia
Todo está interconectado. Esta es la clave que une las celebraciones del 50 aniversario de la Jornada de la tierra, el 22 de abril, con la pandemia de coronavirus que hoy desafía a la humanidad. En la Jornada de la tierra, la emergencia sanitaria genera una comunidad global que exige modelos económicos y sociales más justos. Las celebraciones tienen lugar en el quinto aniversario de la encíclica del papa Francisco Laudato Sii sobre el tema de la ecología integral, y en la web los eventos en 193 países. En Italia, el Village for the Earth, tradicionalmente en Villa Borghese, en Roma, se convierte en una maratón multimedia en vivo en Rai Play y con incursiones en otras emisoras. Hablamos de esto con Pierluigi Sassi, presidente de Earth Day Italia. El 50º aniversario de la Jornada de la tierra tiene lugar mientras la humanidad se enfrenta al desafío del coronavirus que nos lleva a revisar nuestras prioridades, valores y objetivos… Hoy más que nunca sentimos la urgencia de cambiar el modelo económico y social que ha gobernado el desarrollo en las últimas décadas y queremos dar un mensaje de esperanza, ofrecer una clave de lectura que destaque la centralidad del hombre y la necesidad de respetar el planeta. Hemos llamado la atención del mundo sobre estos temas y la encíclica del Papa Francisco Laudato Sii, con el principio de la ecología integral, ha sido decisiva. Hoy se ha creado una sensibilidad mundial, pero se debe pasar a la acción. El coronavirus alimenta esta necesidad de cambio.

VILLAGGIO PER LA TERRA, Earth Day Italia, Villa Borghese, Roma 21 abril 2018
© Lorenzo Gobbi/Smile Vision Srls
Lo que surge al observar el desarrollo de la pandemia es la interdependencia de los problemas y las soluciones. Un elemento clave también en la batalla por la protección de la tierra… El gran concepto que el Papa ha transmitido al mundo es que no hay un problema ambiental, un problema social y económico, sino que es humano en el que todos estos factores son interdependientes. Esta conciencia se vuelve operativa cuando uno se da cuenta de que se necesita muy poco para una crisis de salud como esta para resaltar problemas que parecían nos relacionados. De ahí se desprende la importancia de las relaciones humanas y el compromiso con la solidaridad económica y social. La Jornada tiene un alcance mundial. ¿Qué vínculo hay entre las celebraciones en Italia y las de otros países? El coronavirus nos ha obligado a todos a digitalizar las celebraciones llevándolas a la red. Hemos visto que al crear una maratón digital se han creado muchas conexiones. Es la belleza de un paso adelante que casi milagrosamente, en la emergencia, se llevó a cabo en un espíritu de unidad, y que hoy en los 193 países donde se celebra la Jornada de la Tierra nos hace sentir más conectados y nos lleva a unir los esfuerzos para un mayor respeto por el hombre y el planeta. Para Italia, ¿cómo se llevarán a cabo las celebraciones? Organizamos una maratón multimedia llamada “OnePeople, OnePlanet” para recordar que pertenecemos a una sola familia humana y vivimos en un único planeta. Lo realizaremos con muchos otros medios, incluida la Rai, que transmitirá en su totalidad de 8 a 20 en Rai Play, pero también con servicios en otros medios, en contenedores RAI y con conexiones internacionales con muchos países donde hablaremos sobre pueblos indígenas, deforestación, de la belleza de nuestro planeta.
Claudia Di Lorenzi
Abr 16, 2020 | Sin categorizar
Cómo nació la idea de realizar el Instituto Universitario Sophia y cómo se ha desarrollado hasta hoy: el alcance cultural del carisma de la unidad de Chiara Lubich El Instituto Universitario Sophia (IUS) nace como patrimonio espiritual cristiano en constante diálogo con los principios sobre los que florecieron y se desarrollaron las civilizaciones de los pueblos. Tiene su sede en Loppiano (Italia), una ciudadela de los Focolares que, desde su fundación en 1964, es un lugar de formación para familias, jóvenes y adultos con un estilo de vida basada en el Evangelio.
El prof. Piero Coda, Rector del Instituto Universitario desde su nacimiento hasta febrero pasado nos explica cómo se ha realizado este proyecto a lo largo de los años. Prof. Coda, ¿cómo nació en Chiara Lubich la idea de hacer una universidad? “La idea –por lo que me confirmó en 2008, cuando se inauguró Sophia, el Padre Casimiro Bonetti, el Capuchino que acompañó a Chiara en los primeros años de la década de 1940– existió desde el comienzo. Está en el ADN del carisma de la unidad, porque se trata de un carisma del que brota una cultura: una visión concreta de la persona humana y del mundo. El punto inicial, concretamente, surgió tras el rodaje de la Escuela Abbá en la década de 1990, cuando con Chiara se empezó a estudiar la dimensión cultural del carisma recurriendo al patrimonio de luz del Paraíso de 1949. ¿Cuándo nació y cómo se ha ido desarrollando? “La Universidad nació, en una primera etapa, con el Instituto Superior de Cultura dirigido a los Gen (los jóvenes de los Focolares) inaugurado el 15 de agosto de 2001 por Chiara con un discurso que constituye su magna charta. En 2005 –habiendo visto el éxito del experimento y a pedido de exponentes de la cultura como Stefano Zamagni, Presidente de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales– se empezó el proyecto de un verdadero Instituto Universitario; pero de una manera original, según la “idea” que surge del carisma. Luego fue erigido por la Santa Sede el 7 de diciembre de 2007”.
¿Qué vínculo tiene con la Santa Sede? “Fue una elección meditada por Chiara la de erigir una Universidad que no fuera reconocida, inmediatamente, por un Estado sino por la Iglesia Católica, que le da una dimensión universal. Ello significaba también, para Chiara, un reconocimiento del hecho que el carisma de la unidad, como los grandes carismas de la historia cristiana (desde Benito, Domingo y Francisco hasta Ignacio de Loyola y Don Bosco), es un carisma en el que la Iglesia reconoce de hecho un proyecto de formación humana y social que expresa el Evangelio. Cuando más adelante surgió el “proceso de Boloña” –que es el reconocimiento bilateral de los títulos de estudio a nivel europeo y fuera de Europa, en el que la Iglesia participa– se presentaron nuevos escenarios posibles para la Institución que estaba naciendo”. ¿Cómo cambió a lo largo de los años? “Sophia nació y se desarrolló caminando con tres piernas: la de la enseñanza y la investigación a nivel académico; la de la experiencia formativa compartida en la community life entre docentes y estudiantes de todas las culturas; la de la relación con las expresiones concretas de encarnación de los valores en el carisma de la unidad en los distintos ámbitos de la vida social, política y económica. Bajo todos estos perfiles se dieron pasos enormes. Por ejemplo, cuando empezamos teníamos un solo curso de graduación y ahora ya son cuatro. El originario programa en “cultura de la unidad” se manifiesta ahora en ámbito teológico y filosófico, económico y político, de la educación, del diálogo y de la comunicación”. ¿Qué es Sophia hoy? “Una confirmación importante, una esperanza segura, una inversión estratégica. Una confirmación del valor y de la actualidad de la intuición de Chiara. Una esperanza de que la búsqueda del nuevo paradigma cultural que el cambio de época nos pide no es una utopía. Una inversión para promover con seriedad y visión el desarrollo, no sólo cultural, del carisma de la unidad y de su incidencia histórica”. Antes había un Decano, hoy hay un Rector, ¿qué quiere decir esto para la Universidad? “El hecho que el Dicasterio Vaticano para los Estudios y la Universidad haya querido este paso subraya la validez del camino hecho y es un reconocimiento del acceso del Instituto al status de Universidad. Se puede ver allí un eco de lo que el Papa Francisco nos dijo en la audiencia del 14 de noviembre pasado: «Estoy contento con el camino que ustedes han hecho en estos doce años de vida. ¡Adelante! El camino acaba de empezar»”.
Lorenzo Russo
Abr 11, 2020 | Sin categorizar
Los mejores deseos de María Voce –presidenta del Movimiento de los Focolares– para esta Pascua: experimentar el continuo paso de la muerte a la resurrección a través del amor al hermano. Solo así superaremos este doloroso tiempo de la pandemia y cualquier otro dolor. Santa Pascua de 2020 Queridas y queridos todos: Este año Jesús, en su paso de la muerte a una vida completamente nueva, nos cuestiona y nos encuentra a la escucha. Pero precisamente aquí es donde la fe y nuestro carisma vienen en nuestra ayuda: en Jesús crucificado y abandonado –el Dios de este presente que no comprendemos– encontramos la respuesta. Incluso la soledad, en la que tal vez ahora nos vemos obligados a vivir, si la vivimos con Él, puede poblarse y llenarse con su Reino[1]. Solo eligiéndolo, abrazándolo en cada dolor y amándolo de manera exclusiva, nosotros y toda la humanidad encontraremos el camino hacia la luz, hacia un nuevo nacimiento. ¡JESÚS HA RESUCITADO! Hagamos esta experiencia de pasar continuamente de la muerte a la resurrección y propongámosla a muchos, a todos. Así nos preparamos para el mañana y ponemos bases sólidas al mundo que será después, cuando volvamos a encontrarnos y abrazarnos personalmente. ¡FELIZ PASCUA! [1] Ver Chiara Lubich, “¿Dónde está la exclavitud?”, Escritos espirituales/1 , p. 170, Ed. Ciudad Nueva, Madrid 1995
Abr 11, 2020 | Sin categorizar
La emergencia del Coronavirus impuso restricciones en muchos países y no se puede salir de casa. El aislamiento puede convertirse en un problema, pero la fuerza de la solidaridad y el deseo de permanecer unidos y conectados a través de las redes sociales es más fuerte. He aquí los augurios de Pascua que van de un lado al otro del mundo. https://vimeo.com/406331819
Abr 9, 2020 | Sin categorizar
Este año para muchos cristianos los días de Semana Santa y de Pascua – que las Iglesias occidentales celebran el 12 de abril, mientras que las Iglesias ortodoxas y las Iglesias orientales ortodoxas lo hacen el 19 de abril -serán una experiencia especial. Debido a la pandemia del Coronavirus no podrán participar físicamente en las celebraciones litúrgicas. En el siguiente texto del año 2000 Chiara Lubich hace propuestas sobre cómo vivir estos “días sagrados”. Hoy es Jueves Santo. Y nosotros que, por nuestra espiritualidad florecida del carisma que el Espíritu Santo nos donó, lo consideramos muy especial, hoy no podemos dejar de detenernos un poco a meditar, contemplar y tratar de revivir los misterios que desvela junto a los del Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Pascua. Cada uno de estos días, podemos definirlo de entrada con una palabra que, desde hace más de 50 años dice, –casi diría– grita en el Movimiento nuestro deber ser: Amor, el Jueves Santo; Jesús Abandonado, mañana, Viernes Santo; María, el Sábado Santo; el Resucitado, el Domingo de Pascua. Hoy, entonces, Amor. El Jueves Santo, día en el cual, a lo largo de los años, hemos experimentado a menudo la dulzura de una intimidad especial con Dios, nos recuerda la profusión de amor que el Cielo derramó sobre la Tierra. Amor es ante todo la Eucaristía, que se nos donó en este día. Amor es el sacerdocio, que es servicio de amor y, entre otras cosas, hace posible la Eucaristía. Amor es la unidad, efecto del amor que Jesús, un día como hoy, imploró al Padre: “Que todos sean uno, como tú y yo” (Cf. Jn 17, 21). Amor es el mandamiento nuevo que Él reveló en este día antes de morir: “Como yo los he amado, así ámense unos a otros. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros” (Jn 13, 34-35). Este mandamiento nos permite vivir aquí en la tierra según el modelo de la Santísima Trinidad. Mañana: Viernes Santo. Un solo nombre: Jesús Abandonado. En estos días escribí un libro sobre Él titulado: “El grito”. Lo he dedicado a Él con la intención de escribirlo también en nombre de ustedes, en nombre de toda la Obra de María “Como una carta de amor a Jesús Abandonado”, como dice la dedicatoria. En el libro se habla de Él, el cual, en la única vida que Dios nos ha dado, un día, un día preciso, diferente para cada uno de nosotros, nos llamó a seguirlo, a entregarnos a Él. Y se comprende –lo declaro ahí – que todo lo que quiero decir en esas páginas, no puede ser un discurso, aunque sea familiar, caluroso, íntimo y sincero; sino que pretende ser un canto, un himno de alegría y sobre todo de gratitud hacia Él. Él lo había dado todo: una vida al lado de María, con incomodidades y en plena obediencia. Tres años de predicación, tres horas en la cruz, desde la cual perdona a los verdugos, abre el Paraíso al ladrón, nos da a su Madre. Solo le quedaba la divinidad. Su unión con el Padre, su dulcísima e inefable unión con Él -que lo había hecho tan potente en la tierra, como Hijo de Dios que era, y con tanta realeza en la cruz-, esa sensación de la presencia de Dios debía perderse en el fondo de su alma, no dejarse sentir; separarlo en cierto modo de Aquel con el cual Él había dicho que era uno y gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46). Pasado mañana: Sábado Santo. María está sola. Sola, con su hijo-Dios muerto. ¿Un abismo de angustia insondable, un tormento infinito? Sí, pero Ella permanece de pie, firme, convirtiéndose así en un ejemplo excelso, un monumento de todas las virtudes. Ella espera, cree: las palabras de Jesús que, durante su vida anunciaban su muerte, pero también su resurrección, si otros las habían olvidado, Ella no las ha olvidado nunca: conservaba todas estas y otras en su corazón y las meditaba (Cf. Lc 2, 51). Por eso, no sucumbe ante el dolor, espera. Y, finalmente: Domingo de Pascua. Es el triunfo de Jesús resucitado que conocemos y revivimos también en nosotros en pequeño, personalmente después de haber abrazado el abandono, o cuando unidos de verdad en su nombre, experimentamos los efectos de su vida, los frutos de su Espíritu. El Resucitado debe estar siempre presente y vivo en nosotros en este año 2000 en el que el mundo espera no solo personas que crean y lo amen en cierta medida, sino testigos auténticos que puedan decir de verdad, como la Magdalena a los apóstoles después de haberlo encontrado junto a la tumba, aquellas palabras que conocemos, pero que son siempre nuevas: “¡Lo hemos visto!”. Sí, lo hemos descubierto en la luz con la que nos ha iluminado; lo hemos palpado en la paz que nos ha infundido; hemos oído Su voz en el fondo del corazón; hemos saboreado su alegría incomparable. Recordemos entonces en estos días 4 palabras: amor, Jesús Abandonado, María, el Resucitado.
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Castel Gandolfo, 20 de abril de 2000) Cf. “Las cuatro palabras”, en: Chiara Lubich, Unidos hacia el Padre, Ciudad Nueva, Madrid 2005, pp. 22-25
Abr 6, 2020 | Sin categorizar
En diálogo con Vincenzo Buonomo, rector de la Universidad Pontificia Lateranense; Luigino Bruni, economista: Amy Uelmen, abogada y profesora de la Universidad de Georgetown. https://vimeo.com/402591495