Oct 11, 2019 | Sin categorizar
Cada cristiano tiene su “misión” en su propia comunidad social y religiosa, construir una familia unida, educar a los jóvenes, comprometerse en la política y en el trabajo, hacerse cargo de las personas frágiles, iluminar la cultura y el arte con la sabiduría del Evangelio vivido, consagrar la vida a Dios pero al servicio de los hermanos. Vacaciones Mi esposo y yo tenemos formas distintas de descansar. A mí me gusta hacer deporte y nadar, él en cambio ama visitar lugares nuevos o museos. Este año, cuando se acercaban los días de vacaciones, sentía más que nunca la necesidad de recuperar fuerzas, pero una voz interior me sugería que no expresara ni impusiera mis preferencias, sino que más bien me adecuara a los deseos de mi esposo. Pero también él trató de hacer lo mismo conmigo. Esto llevó a ambos al desapego de los proyectos personales e hizo que nuestras vacaciones fueran bellas y reparadoras como nunca antes. (B.S. – USA) El ejemplo Un joven migrante acababa de tocar a mi puerta para venderme unos calcetines. Estábamos hablando, yo me interesaba en su situación, cuando pasó mi vecina que sabía que no tenía un concepto positivo de los migrantes. Para mi sorpresa también ella lo invitó a pasar, diciéndole que tenía algo para él. Al día siguiente supe que le había dado zapatos, medicinas y también se había comprometido a proveer a otras necesidades. ¡Realmente no me lo habría esperado! (C.V. – Italia) Al servicio de los demás Nuestro hijo sufría una depresión. No lográbamos ayudarlo de ninguna forma, se nos escapaba. Una tarde de verano decidió dejar esta vida. Personalmente me sentía castigada y con muchos sentimientos de culpa. Poco a poco, con el apoyo de la comunidad parroquial, empecé a rezar y me puse a disposición de quien podía tener necesidad de ayuda, de una palabra, de una sonrisa. Un día vino a buscarme una mamá, también ella como yo había perdido una hija. Le comuniqué cómo trataba de llenar ese vacío, poniéndome al servicio de los demás. Si bien no era creyente, también ella encontró un poco de serenidad haciendo lo mismo. (G.F. – Italia) De enemiga a hermana Una colega mía del hospital, enfermera como yo, me había hecho la vida difícil. Un día fui al trabajo con un ramito de flores y se lo ofrecí con una sonrisa. No voy a olvidar nunca su expresión de sorpresa. Fue el inicio de una nueva fase de nuestra relación. Ahora nos hemos vuelto como hermanas. (Annamaria – Italia)
Recogido por Chiara Favotti
Oct 9, 2019 | Sin categorizar
Se sigue acogiendo a miles de refugiados, sobre todo venezolanos; en Perú el aporte de los Focolares, narrado por Gustavo Clariá. Yo ya conocía el contenido del “Mensaje para la 105° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019” del Papa Francisco. Pero escuchándolo ahora, con unos cien migrantes, la mayoría de los cuales venezolanos, fue distinto: era nuevo y muy impactante, especialmente en algunos pasajes.
Es cierto que una hora antes, mientras la gente llegaba al “Centro Fiore” de Lima, gestionado por el Movimiento de los Focolares y donde algunas personas están abocadas a la acogida de los migrantes – venezolanos en particular– había yo tenido la ocasión de saludar y conocer a muchos de ellos. Los había escuchado cuando me contaban los motivos por los que habían dejado su país, sus dolores, la angustia de partir dejando a su esposa, sus hijos o sus padres ya ancianos, y el esfuerzo – a menudo inútil – por ayudarlos, enviándoles sumas de dinero. Me habían hablado de su soledad, el rechazo, la discriminación, de cómo eran acusados aquí de quitarles el trabajo a la gente del lugar, de sentirse observados con difidencia e incluso con sospecha. Sus emociones me ayudaron a comprender de una manera diferente las palabras del Papa y captar más en profundidad la importancia del contenido de su mensaje; aprendí a mirar lo que está detrás de todo esto, que ha sido definido como un fenómeno: las estadísticas dicen que hoy son 70,8 millones de personas, en todo el mundo, que se ven obligadas a huir de su propio país; y de éstas alrededor de 25,9 millones son refugiados. Un número impresionante. Francisco resume la respuesta al reto de las migraciones con cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. No están dirigidos solamente a los migrantes y refugiados, sino a todos, como explica el papa Francisco: “la misión de la Iglesia es para todos los habitantes de las periferias existenciales”, especialmente “los migrantes, a menudo los más vulnerables”.
Tras la lectura del mensaje, hecha por Silvano Roggero, venezolano hijo de italianos y miembro de la Comisión Internacional para los Migrantes de los Focolares, se compartieron algunos de sus testimonios: “Hemos llegado a través de la Iglesia Luterana –empieza Koromoto, de Venezuela–. Al comienzo teníamos mucho miedo: ¿qué nos esperará aquí, cómo haremos? Pero su acogida fue generosa y nos sentimos en familia, como hoy con todos ustedes, junto a los Focolares”. Impresiona la actitud de los migrantes, llenos de gratitud hacia el país que los acoge, y el deseo de integrarse, aun permaneciendo muy vinculados a sus raíces, y de ayudar a la distancia a sus familias que quedaron en la patria; quieren corresponder a su vez por todo lo que han recibido. La jornada prosigue con un almuerzo juntos, en un clima de fiesta, como en una familia, mientras algunos entonan cantos nativos y se acrecientan el conocimiento y el deseo de volverse a encontrar, peruanos y venezolanos (y otros también), para seguir viviendo en sus vidas los cuatro verbos propuestos por el papa Francisco.
Gustavo E. Clariá
http://w2.vatican.va/content/francesco/it/messages/migration/documents/papa-francesco_20190527_world-migrants-day-2019.html
Oct 8, 2019 | Sin categorizar
Tonadico en las Dolomitas: “Apuntar alto” – rostros y voces de la Mariápolis. Jóvenes y adultos, participantes del Este y del Oeste han hecho una experiencia importante de apertura, conocimiento de las distintas culturas y diálogo en Europa.
https://vimeo.com/363579426
Oct 6, 2019 | Sin categorizar
300 conversaciones telefónicas de Chiara Lubich con las comunidades de los Focolares en el mundo recogidas en un volumen. Hablamos al respecto con Maria Caterina Atzori, miembro del Comité directivo de la Colección “Obras de Chiara Lubich” del Centro Chiara Lubich de Rocca di Papa (Roma). Conversaciones es el segundo volumen de la Colección “Obras de Chiara Lubich” que la Editorial Cittá Nuova, en colaboración con el Centro Chiara Lubich, inició en el 2017 con la publicación del primer volumen sobre las Palabras de Vida. ¿Puede explicarnos mejor de qué se trata?
El libro “Conversaciones” recoge 285 pensamientos espirituales escritos por Chiara entre 1981 y el 2004, y que cada vez ella transmitió personalmente, a través de conferencias telefónicas, a las varias comunidades de los Focolares presentes en los varios continentes. Son pensamientos muy ricos que hablan de una vida y delinean, en sus distintas etapas, un auténtico camino espiritual vivido a la luz del carisma de la unidad. Es la traza de un camino de santidad colectiva que abre un nuevo itinerario, un camino marcadamente comunitario, mediante el cual se va a Dios “junto con” el hermano. Este camino fue recorrido in primis por Chiara Lubich y, contemporáneamente, por cuantos –conquistados por su ejemplo y guiados también por estas “conexiones telefónicas” –han acogido la invitación a realizar juntos aquello que Chiara misma, retomando las palabras del Salmo 83, definió como el “Santo Viaje” de la vida. ¿Pero, se puede decir que Chiara Lubich de alguna forma creó un “nuevo género literario”? Seguramente Chiara no tenía la intención de crear un nuevo género literario. De hecho estos escritos ella no los redactó en vista de la publicación de un libro. La publicación llegó después, inicialmente a través de pequeños libritos, editados siempre por Cittá Nuova, y muy solicitados no sólo por los miembros del Movimiento de los Focolares, sino por todos los que de distinta forma entraban en contacto con el Carisma de la unidad. Pero, al inicio, estos textos fueron escritos, uno por uno, primero que nada para ser “contados”, transmitidos oralmente utilizando la bocina del teléfono (y aquí está la novedad de este “género literario”), porque de esta forma todas las veces se creaba un diálogo inmediato con los interlocutores, formando una familia esparcida en todos los continentes, hecha “una” por el compromiso de recorrer juntos el “Santo Viaje” de la vida. Solo en un segundo momento estos mismos textos fueron recogidos en vista de una publicación. Y por lo tanto es en este sentido que, con Conversaciones, nace también un nuevo género literario; un género que conjuga palabra, metodología comunicativa y vida, que estrecha un íntimo y profundo diálogo entre la autora y sus interlocutores, y en sentido más amplio entre emisor y receptores, entre escritor y lectores. ¿Cuáles son las características de estos textos? En el pasaje de la “conexión telefónica” a la página escrita, cada texto se presenta como una carta que, si bien contextualizada en el tiempo y el espacio, quiere establecer un contacto directo con los nuevos lectores, interpelados cada vez con la fórmula de apertura: “Queridísimos”. Son “conversaciones” que continúan ya no con la bocina del teléfono sino mediante las páginas de un libro. El lenguaje que Chiara utiliza es rico de calor y color; se adapta a los jóvenes y a los no tan jóvenes, de varias categorías sociales. Vez por vez se injerta en la realidad contemporánea, relee la existencia humana a la luz del Carisma de la unidad, relata una experiencia suya sobre el pensamiento que quiere transmitir, interactúa con los interlocutores, propone un lema para vivir hasta la nueva cita telefónica (en el volumen, hasta la próxima carta). Después expresa su pensamiento espiritual con imágenes concretas y cotidianas, muy cercanas a los interlocutores. Frecuentemente son similitudes, metáforas, eslóganes vivaces y fáciles de memorizar, que hacen que el mensaje sea límpido, participativo, “fácil” de vivir. Cada uno de estos textos, de hecho, requiere que el lector, también hoy los traduzca en vida. Este libro es el segundo, después de “Palabras de vida”, de una colección que prevé la publicación de la opera omnia de la fundadora de los Focolares. ¿Cuáles son las próximas publicaciones en programa? Más que de “Opera omnia” hablamos sencillamente de “Obras”. De hecho, el material documentario que lleva la firma de Chiara Lubich, que además se puede adquirir de otras formas, es muy consistente y requiere un trabajo de organización y catalogación que implica tiempos muy prolongados. Sin embargo, ya ahora, se ha visto que es posible editar un corpus de obras que represente en manera sistemática el patrimonio de referencia de su pensamiento, considerando tanto lo que ya ha sido editado como lo que está inédito. Este es el intento de la Colección “Obras de Chiara Lubich”. El proyecto prevé 14 volúmenes, organizados en tres amplias áreas temáticas: 1. La persona; 2. La vía espiritual (en esta segunda área se colocan los primeros dos volúmenes de la colección que recién editó Città Nuova, es decir, “Palabras de vida” y “Conversaciones”); 3. La obra (a esta tercer área en cambio se refiere el próximo volumen, que ya está en preparación, y que recogerá los discursos en ámbito civil y eclesial y que debería concluirse el próximo año). ¿Estos textos se publican sólo en italiano o también en otros idiomas? Está en curso la traducción en inglés del volumen de “Palabras de vida”. Nos auguramos que pronto pueda estar traducido, también el volumen de “Conversaciones”, considerando el hecho de que los distintos pensamientos espirituales (así como los comentarios a las Palabras de Vida) habían sido traducidos en su tiempo en varios idiomas por la exigencia de comunicar en forma inmediata con los destinatarios no italianos. Por lo tanto nos auguramos ver pronto en las librerías también las traducciones de la Colección “Obras de Chiara Lubich” en una amplia variedad de lenguas.
A cargo de Anna Lisa Innocenti
Oct 4, 2019 | Sin categorizar
El Movimiento de los Focolares participa de la alegría de Chiara Amirante y de la Comunidad “Nuevos Horizontes” por ella fundada, con motivo de la visita sorpresiva del Papa Francisco a su “Ciudadela Cielo” cerca de Frosinone (Italia). “Si yo empezara a responder a las preguntas, las mías serían palabras, palabras, palabras… Creo que ensuciaría la sacralidad de lo que ustedes han dicho, porque no han dicho palabras, han dicho vidas: sus vidas. Historias. Caminos. Búsqueda, pero una búsqueda de carne, espíritu, de toda la persona”. El Papa Francisco así se dirigió, improvisando, a cinco chicos de la Comunidad “Nuevos Horizontes” que le habían ofrecido sus testimonios fuertes de dolor y de volver a nacer, durante la visita privada que el Pontífice realizó a la sede de la Comunidad, en la provincia de Frosinone (Italia) el pasado 24 de septiembre. “Sus historias son historias de miradas –siguió diciendo el Papa– y en un momento dado, percibieron una mirada –una– que no era como las demás, era ésa sola: una mirada que te miró con amor. Yo también conozco esa mirada. Una mirada que te cogió de la mano y te permitió caminar, no te quitó la libertad”. Acogido con alegría y emoción, el Papa Francisco llegó a las 9,30 de la mañana a la “Ciudadela Cielo”, sede central de esa Comunidad que, gracias a recorridos de curación y conocimiento de uno mismo basados en el Evangelio, permite a muchos jóvenes salir de túneles infernales de dolor y dependencias y pasar a ser testigos de esperanza para otros jóvenes en situaciones de grave malestar. El Papa en su intervención hizo referencia, justamente, a la “fecundidad del testimonio”: “El testimonio de ustedes también es una siembra, no una idea; el hecho que Dios es amor, que Dios nos quiere, que Dios nos está buscando en cada momento, que Dios está a nuestro lado, que nos rescata y nos salva (…) Nosotros somos hombres y mujeres del Magnificat, o sea del canto de María, de ir a contar que Dios me miró, me acarició, me habló, venció. Y está conmigo. Me cogió por la mano y me sacó del infierno”. El Papa luego saludó personalmente a los miembros de la Comunidad y a los responsables de los Centros de Italia y de otros países que se encontraban reunidos para su Asamblea Central anual. Celebró la Misa, almorzó y plantó un olivo en el jardín de la ciudadela, que es una de las cinco que hizo nacer la Comunidad fundada por Chiara Amirante. Cuando era niña, Chiara conoció la espiritualidad de los Focolares y tuvo un encuentro personal con la fundadora Chiara Lubich. Luego, cuando ya era mayor, escuchando el grito de los jóvenes por la calle pidiendo ayuda para escapar del infierno en el que vivían, le nació la idea de iniciar una comunidad de acogida. Esta visita del Papa Francisco es una continuación del llamado telefónico del Pontífice y el vídeo-mensaje de junio pasado para festejar este año especial, en el que la Comunidad celebra sus 25 años de vida. Saludando al Papa Francisco, Chiara recordó los comienzos de su aventura cuando, poniéndose en contacto con el “pueblo de la noche”, la fue guiando la certeza de que el encuentro con “Cristo Resucitado podría llevar la vida allí donde yo veía muerte”. En 1994 hizo nacer la primera comunidad en Trigoria (un barrio en la periferia de Roma) y en 1997 nació en Piglio (en la provincia de Frosinone) una comunidad de formación y acogida. Hoy cuentan con 228 centros de acogida, formación y orientación con muchas iniciativas de solidaridad, proyectos sociales e iniciativas de promoción humana en varios países. En 2006 Chiara lanzó la propuesta de ser “caballeros de la Luz”, o sea de ser, para quien está en la desesperación más profunda, testigos de la alegría de Cristo Resucitado, intentando vivir el Evangelio a la letra, y renovar así el mundo con la revolución del Amor. Adhirieron a este compromiso más de 700.000 personas. “Las nuevas pobrezas constituyen una verdadera emergencia que sigue segando millones de muertos invisibles frente al desconocimiento de la mayoría”, explicó Chiara delante del Papa Francisco, hablando del uso y el abuso del alcohol y sustancias estupefacientes, anorexia, bulimia, depresión, ludopatía, adicción a internet, bullying, abusos, sexo-dependencia… “Sentimos con más fuerza que nunca –concluyó – la urgencia de hacer todo lo posible para responder al grito no escuchado de muchos”.
Anna Lisa Innocenti
Oct 2, 2019 | Sin categorizar
Con el Sínodo Panamazónico a las puertas, esta historia se desarrolla en un pueblo peruano de Amazonas. No habla de incendios, ni de deforestación, ni de petroleras, ni de buscadores de metales preciosos. Es la historia de Jenny y Javier que eligieron vivir en Amazonas con el deseo de llevar, como familia, la luz del Evangelio a “los últimos”.
“Vivíamos en Argentina pero decidimos trasladarnos a Lámud, el pueblito donde nació Jenny, en lo que se denomina “Ceja de Selva” (mitad selva, mitad montaña), cerca de las nacientes de los grandes ríos Marañón y Amazonas. Queríamos estar cerca de sus padres, ya mayores y delicados de salud”. Javier es argentino y con Jenny se conocieron mientras ella estudiaba en Rosario. Tienen dos hijas pequeñas (2 y 4 años) y Angie (de 17). Pasar de una gran ciudad como Rosario, a un pueblito perdido con 2.500 habitantes y a 2.300 metros de altura fue sin duda un gran salto. Me cuentan que vendieron “lo poco que tenían” y partieron para Amazonas, la región más pobre de Perú, a 1.600 km. de Lima y a 14 horas del focolar más cercano.“Sabíamos que no tendríamos viaje de vuelta”. Era, sobre todo para Javier, un verdadero desafío. Desde muy jóvenes habían encontrado la espiritualidad de la unidad de los Focolares y, también ahora como familia, decidieron poner en práctica el Evangelio. Por eso “su mayor preocupación”, me cuentan, era llegar a un lugar donde “estarían solos”, sin personas que compartieran sus mismos ideales. Decidieron, entonces, hacer de todo para testimoniar y anunciar el Evangelio con sus vidas, para que, también en ese pueblito amazónico, naciera una semilla de la espiritualidad de la unidad. Se propusieron vivir el mandamiento del amor recíproco para que Jesús estuviera siempre presente espiritualmente en su familia, según la promesa que “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20). Con esta convicción y creyendo en la afirmación de Chiara Lubich que “uno de los frutos de tener a Jesús en medio es que hace nacer la comunidad”, partieron decididos hacia el Perú. A los pocos días de llegados, el Obispo visitó el pequeño pueblo de Lámud y se presentaron como una “familia focolar”. El obispo los bendijo y los estimuló a seguir adelante en el compromiso asumido. Empezaron recorriendo la periferia del pueblo visitando “a los más pobres de los pobres, a los últimos”. Iban a las casas (por así llamarlas) en donde encontraban a ancianos que “no tenían ni siquiera un lecho digno en donde morir. Tal era la pobreza!”, cuentan. Conocieron a muchas familias con la única expectativa de tener un plato de comida al día para ellos y sus hijos. “Tratábamos de acariciarlos, de mirarlos a los ojos, de darles una palabra de aliento, de llevarles algo para comer. A veces, y cuando podíamos nos quedábamos 2 ó 3 días con ellos compartiendo sus dolores, su pobreza, sus breves alegrías y esperanzas”.
Con el deseo de generar una pequeña comunidad comenzaron a organizar encuentros de la “Palabra de Vida”, sin algún éxito. Cambiaron de táctica varias veces. “Nunca nos desanimamos, pues sabíamos que Jesús tiene sus tiempos y lo importante era estar a Su juego”. Insistieron en invitar a los vecinos a encontrarse en torno a la Palabra de Dios y, de a poco, fueron sumándose algunas personas, entre las cuales algunas madres de los niños que van al Jardín de infantes con sus hijas. Prepararon también momentos para los más pequeños. Fue el comienzo, una pequeña llamita. Mientras tanto, el párroco les pidió que asumieran la catequésis familiar del poblado y de otros diez pueblitos aledaños, algunos ubicados a dos horas de viaje. Recientemente tuvieron la primera visita de un grupo de la comunidad de los Focolares de la ciudad de Talara, a 650 km de Lámud (12 horas con carro). Una visita que marcó, según ellos, “un antes y un después en la vida de nuestra comunidad”. Jenny y Javier afirman con la alegría de quienes han encontrado su lugar en el mundo: “Somos poquitos, pero algo nació! No queremos crearnos expectativas, pero creemos que Jesús tiene una cierta debilidad por Amazonas, por los más pobres. Quizás porque también El nació entre los pobres…. y entre ellos se quedó. No sabemos los caminos por los que quiere llevarnos, pero son los únicos que queremos recorrer! Queremos, como El, dar la vida por nuestra gente”.
Gustavo E. Clariá