Movimiento de los Focolares

Con María

«Al no estar más Jesús en la tierra, María convive con la Iglesia, en donde Jesús continúa. Externamente no se presenta como madre de Jesús, quien desapareció de la vista; se presenta como madre de Juan, que representa la figura del discípulo. Y así María está en el vientre de la Iglesia, en el Cenáculo. Allí, en el monte de los olivos, donde tuvo lugar la ascensión, ella se une al grupo de los apóstoles y de los discípulos, y de las pías mujeres. Y allí los apóstoles «perseveraban concordes en la oración, junto con las mujeres, y con María, la madre de Jesús» (Hch, 1, 14). La primera Iglesia – dice san Lucas – conformaba «un solo corazón y un alma sola» y «no había ningún indigente»; había un solo comedor. ¿Por qué había tanta comunión, al punto que hacía de todos uno? Porque estaba María y por lo tanto el Espíritu Santo. Se realizaba por lo tanto  el ideal del Hijo y reinaba allí el Padre. Había venido su Reino: estaba el Padre nuestro de los cielos y el pan nuestro de cada día. Se repetía el Magníficat y se realizaba la diakonia, el servicio. La función de María –función de amor, y por lo tanto de Espíritu Santo- era, y es unificar, reuniendo bienes celestes y terrestres y así contribuir a suscitar el cuerpo místico de Cristo; colaborando así a generar a Jesús en el mundo; unificando y acomunando almas en Él, según el orden de la Sabiduría. Es el modelo de quien debe ser la madre en la casa cristiana: un corazón que unifica, una mente que vivifica (…) volviendo a encender, día tras día, la atmósfera del focolar, donde todos se sienten uno, células de un único cuerpo. Consciente de esta misión, que es participación en la obra de Cristo, la mujer –asociada más que cualquier otra criatura a la obra de la creación- se dirige más fácilmente al Creador, y más tiernamente se confía a María, mientras que sobre su ejemplo ella confiere a la intimidad de la ama de casa una pureza virginal con calor materno, siendo copia de la Virgen Madre. María en el Cenáculo representaba a Jesús y por lo tanto significaba la dignidad más alta, que sostenía espiritualmente la preminencia jurídica de Pedro. Pero con su apoyo aparecía como el alma ensimismada con la Iglesia, que hace suya, la vive como fruto bendito de su vientre, perdida en ella, escondida, verdadera esclava del Señor. Y es éste el sentimiento con el que deben vivir la Iglesia, en la Iglesia, con la Iglesia, todos los fieles, también los laicos para quienes de ese modo la Iglesia no se presentará como algo extraño, sino que les resultará propia, vida propia, centro de su santidad. No es necesario hablar o vestirse con hábitos especiales; es necesario vivir la santidad. Y el primer fruto será la unidad. María inspira «las distintas formas del apostolado de los laicos… A las almas deseosas de vivir más abiertamente y más enteramente la doctrina de Jesús, a aquellas que arden por el deseo de darla a conocer a los demás, en especial a sus compañeros de trabajo, a quienes quieren devolver el orden de la justicia y de la caridad en los institutos sociales y llevar al orden temporal de la sociedad un centelleo de armonía perfecta que une los hijos de Dios, María obtiene la gracia del apostolado, ella pone en Sus labios las palabras que convencen sin irritar…» (Pio XII). María la reformadora social, modelo de apostolado que convence; símbolo de caridad, fuente de justicia, a quien no pocos movimientos laicos miran para contribuir a constituir la unidad, testamento ideal de Jesús, en un orden mariano de las cosas, preparatorio de la ciudad de Dios en la tierra; y de la que ya fue vista por los santos como la ciudad de Dios.» Igino Giordani, Maria modello perfetto, Città Nuova, Roma, 1967 2012, pp.150-152.

Ramadán

El 15 de mayo empezó el mes sagrado del Ramadán y terminará el 14 de junio, es un período de 29 o 30 días. Durante este tiempo los fieles musulmanes recuerdan «el mes en el que fue revelado el Corán como guía para los hombres y prueba clara de la recta dirección y salvación» (Corán, Sura II, verso 185). Durante dicho período, se intensifican la oración y las obras de misericordia, el ayuno desde el alba hasta el ocaso, para todos los fieles que pueden sostenerlo, y constituye el cuarto de los cinco pilares del Islam. El significado espiritual del ayuno, unido a la oración y a la meditación, va de la abstinencia sexual a la renuncia en general, y según muchos teólogos, se refiere a la capacidad del hombre de autodisciplinarse, de ejercitar la paciencia y la humildad y recordar la ayuda a los más necesitados y a quienes son menos afortunados. El Ramadán es por lo tanto una especie de ejercicio de pureza contra todas las pasiones mundanas, cuyos beneficios recaen en el fiel todo el año.

Palermo, capital de una nueva cultura

Palermo, capital de una nueva cultura

Veinte años atrás, Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, recibía de manos del alcalde Leoluca Orlando la ciudadanía honoraria de Palermo. Hoy, con ocasión de las celebraciones organizadas en Palermo, nombrada en 2018 la “capital italiana de la cultura”, el Movimiento consolida ese vínculo en nombre de la acogida y la fraternidad universal, como contrapartida de las acciones negativas que se registran a diario en una ciudad con fuertes contrastes. Un programa de conferencias, congresos, espectáculos artísticos y talleres marcados por el diálogo entre generaciones, culturas e Iglesias de Sicilia. La conferencia de María Voce a la Pontificia Facultad Teológica de Sicilia está dedicada a este tema: «Llegando a Palermo, en este feliz momento en el que tantos eventos concentran la atención en la ciudad, me pareció oir las palabras de Chiara Lubich que resonaban en mí, esas palabras que dirigió a la ciudad: ‘prometemos que Palermo estará siempre en nuestros corazones, para que, por la audacia y el coraje de sus ciudadanos, sepa llegar a ser modelo para muchas otras ciudades de Italia y fuera de Italia, como verdadera ‘ciudad sobre el monte’». «Chiara Lubich – prosigue María Voce – nos ha dejado un signo indeleble de su compromiso con la comunión en la Iglesia, con el diálogo ecuménico y la fraternidad entre todos los pueblos. Desde la década de 1940, Chiara manifestaba este anhelo suyo con expresiones ricas de vivacidad y pasión. “Miremos aldedor de nosotros, todos somos hermanos, ¡sin excluir a nadie!”, exhortando así a vivir por “la fraternidad universal en un solo Padre, Dios, que está en los Cielos”. Es un programa que se puede poner en práctica en toda ciudad, pero que encuentra un terreno particularmente fértil justamente aquí, en Palermo, lugar “de encuentro entre los pueblos a lo largo de los siglos, entre culturas y civilizaciones diferentes”, que tiene en sus raíces “los valores de la acogida de la diversidad,la solidaridad y la generosidad”». ¿Qué aporte da este carisma a la Iglesia universal y a las Iglesias particulares, de Sicilia también? Responde María Voce: «Con el carisma de la unidad nació un “camino nuevo” en la Iglesia», una espiritualidad que también encuentra plena consonancia en el Concilio Vaticano II. «De esta espiritualidad de comunión hemos visto florecer la comunión dentro de la Iglesia entre los varios Movimientos eclesiales que la enriquecen, entre los varios carismas antiguos y nuevos. Hemos visto además cuán útil es para favorecer la unidad de los cristianos y asimismo para abrir el diálogo con personas de otras religiones, ese diálogo que representa una de las fronteras más exigentes y urgentes del tercer milenio. Es una realidad que también hemos podido experimentar en las iglesias particulares». «A pesar de las innumerables emergencias de estos últimos años, y justamente a través de estas emergencias, el compromiso de los miembros del Movimiento, en Sicilia, está profundamente orientado a dar testimonio y a construir la unidad de la familia humana allí donde se encuentra más amenazada y precaria. Ellos tratan de responder así a ese llamado lanzado por Chiara, cuando los instó a “construir una cultura nueva que sea la cultura de los derechos humanos, la cultura de la legalidad, la cultura del amor, la cultura de la vida y no de la muerte”». «Me parece poder afirmar – dice María Voce – que para la realizaciónm de este objetivo algunos pasos se han dado. Ciertamente hay mucho camino por hacer aún, pero éste es un compromiso que hoy también, con todo el Movimiento, queremos renovar: el de dar nuestro aporte para crear esa “civilización nueva”, que contiene todos esos valores que lamentablemente muchas veces son pisoteados, y crecer cada vez más “sin olvidar – como recordaba Chiara – a todos los hermanos cristianos, sin olvidar a las otras religiones, sin olvidar a nadie”. De esta manera se podrá verdaderamente dar vida a una “cultura de la unidad”, definida muchas veces por Chiara Lubich como la “cultura de la resurrección”». Y concluye; «con el deseo de que esta ciudad pueda de veras ser “capital italiana de la cultura”, pero de una “cultura de la resurrección”». Lee el discurs: Leyendo el Carisma de la unidad en diálogo con las iglesias de Sicilia (Maria Voce)  

Jornada internacional de la familia

Jornada internacional de la familia

“El 15 de mayo pasado se festejó en todo el mundo, la Jornada Internacional de la Familia, decretada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994. Contemporáneamente, se está preparando para realizar desde el 21 al 26 de agosto de 2018, en Dublín, Irlanda, el IX Encuentro Mundial de Familias. El tema a tratar será, “El Evangelio de la familia: alegría para el mundo”. Dado que la familia encuentra hoy numerosas dificultades en llevar adelante sus funciones, auguramos que  la Jornada sirva para la promoción de políticas y acciones de apoyo a la familia, reconociendo en ella el rol esencial como “primera célula” de la sociedad. «Salvar  la familia – escribió Igino Giordani, político, escritor y considerado por Chiara Lubich cofundador del Movimiento de los Focolares – es salvar la civilización. El Estado está constituido por familias; si éstas declinan, también la civilización vacila». Y es más: «Los esposos se convierten en colaboradores de Dios al dar a la humanidad vida y amor. Amor que desde la familia se dilata a la profesión, a la ciudad, a la nación, a la humanidad».  

Congreso sobre Antonio Rosmini y Chiara Lubich

Promovido por el Centro de Estudios e Investigaciones A. Rosmini – Universidad de Trento y por el Centro Chiara Lubich se desarrollará (en Trento, Italia) un Congreso sobre las Raíces e Intersecciones históricas de Antonio Rosmini y Chiara Lubich. No sólo pretende ofrecer una posibilidad de profundización y descubrimiento de dos grandes personalidades trentinas de los últimos dos siglos, sino preparar el terreno para el centenario del nacimiento de la fundadora de los Focolares (1920-2008) ofreciendo un aporte original e inesperado. El congreso se realizará, el 24 de mayo, en la Sala de los Espejos de la Casa Rosmini; y el 25 de mayo en la Sala de Conferencias de la Fundación Caritro.  

Unidad, palabra divina

: palabra divina. Si en un momento dado fuese pronunciada por el Omnipotente y los hombres la llevasen a la práctica en sus más variadas aplicaciones, veríamos el mundo pararse de golpe en su marcha general y, como en una moviola, reanudar la carrera de la vida en dirección opuesta. Innumerables personas desandarían el ancho camino de la perdición y se convertirían a Dios, encaminándose por la senda estrecha… Familias desmembradas por peleas, heladas por la incomprensión y el odio y como muertas debido a los divorcios, se recompondrían. Y nacerían niños en un ambiente de amor humano y divino y se forjarían como hombres nuevos para un mañana más cristiano. Las fábricas, normalmente llenas de «esclavos» del trabajo en un ambiente de tedio, si no de blasfemia, se convertirían en lugares de paz, donde cada cual trabaja en su parcela para bien de todos. Y las escuelas reventarían los muros de la limitada ciencia para poner conocimientos de todo tipo al servicio de la contemplación eterna, aprendida en los pupitres como en un continuo desvelarse de misterios intuidos a partir de pequeñas fórmulas, de leyes simples, hasta de los números… Y los parlamentos se transformarían en un lugar de encuentro de hombres a los que les apremia, más que la idea que cada uno sostiene, el bien de todos, sin engaños a hermanos ni a patrias. En definitiva, veríamos el mundo hacerse más bueno y el Cielo bajar como por encanto a la Tierra, y la armonía de la creación serviría de marco a la concordia de los corazones. Veríamos… ¡Es un sueño! ¡Parece un sueño! Y sin embargo, Tú no pediste menos cuando rezaste: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». Chiara Lubich   Fuente: Lubich, Chiara Fermentos de unidad, Ed. Ciudad Nueva, 1969.