Movimiento de los Focolares
Pon el amor en movimiento

Pon el amor en movimiento

Cómo comenzó esta aventura de la unidad. Queridísimos, comenzó cuando no yo, sino Otro lo quiso. No sé si saben que de vez en cuando, llegan a la Tierra, dones, llamados carismas. Los envía Aquél que gobierna la historia, la conduce hacia un objetivo bien preciso: el bien, haciendo concurrir a éste incluso todo lo negativo que nosotros, hombres y mujeres, podemos realizar en este mundo. Es Dios, Dios que es Amor, en quien muchos de nosotros creemos fuertemente. Sin embargo, un día, hace muchos años, uno de estos carismas llegó también a nosotros. Por él, entendimos que sobre nosotros, jóvenes de entonces, había un designio maravilloso, una tarea, casi una misión: trabajar en la vida, que se nos había dado, para que todos sean uno, poniendo en movimiento, en nuestro corazón y en el de otros, el amor. ¿Fantasías? ¿Utopía? Ciertamente, no. Si Jesús un día pidió a su Padre del Cielo precisamente así: “Que todos sean uno”. ¿Podía el Padre- Dios de un Hijo-Dios, con el cual es un solo Dios, no escuchar su voz? Partimos seguros hacia esa meta y ahora en el mundo, entre chicos, jóvenes y personas adultas, somos millones y millones de casi todas las naciones existentes. No podemos contar cuántos somos; es una empresa imposible. Obviamente entre los nuestros existe quien no tiene nuestra fe, pero quizás tiene otra, o no la tiene. También estos poseen la así llamada benevolencia, que en todo corazón humano no puede faltar. Así se camina, también junto a ellos, hacia el objetivo de la familia universal, hacia la edificación de un mundo unido. ¿Y si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros? […] Y ahora ustedes empuñen la bandera de nuestro ideal; por un lado dice: unidad, amarse mutuamente hasta estar dispuestos a morir el uno por el otro; el otro sugiere el medio: el esfuerzo, la fatiga, el estar dispuestos también a sufrir, para que en el mundo florezca una sola familia. Son jóvenes, jóvenes. La valentía no puede faltarles. Si nosotros pudimos hacerlo, ¿por qué ustedes no? Chiara Lubich   (Del Archivo del Centro Chiara Lubich)

Nos dejó Tommaso Sorgi

Nos dejó Tommaso Sorgi

Tommaso Sorgi con Igino Giordani

El pasado 24 de abril, Tommaso Sorgi «nos dejó serenamente, luego de una larga vida, completamente entregada a la Iglesia, a la Obra de María y al bien de la humanidad». Así anunció el Movimiento de los Focolares la muerte de este hombre político elegido repetidas veces diputado del Parlamento italiano, entre los primeros focolarinos casados y un estrecho colaborador de Chiara Lubich. Sorgi comenzó y dirigió por muchos años el Centro Igino Giordani. Ayer, 26 de abril, se celebró el funeral en Téramo, su ciudad natal. En breve publicaremos un perfil de su vida.

Danza la paz

Danza la paz

Antonella Lombardo

Una jornada importante para todos los apasionados. El 29 de abril la danza es la protagonista, con espectáculos, talleres, iniciativas de apoyo de las escuelas, pasantías, cursos de formación en todo el mundo. Contemporánea, clásica, deportiva, hip hop, breakdance, funky jazz… la danza es un lenguaje universal, un vehículo potentísimo de cohesión social, “esperanto” del cuerpo, presente en todas las culturas. Hablamos de esto con Antonella Lombardo. «Danza y música son un instrumento de diálogo que nace a partir del hacer, del estudio y del placer de compartir distintos lenguajes, transmitidos a través de culturas milenarias». Después de una formación como bailarina, en la escuela de grandes maestros, sobre todo en Italia y Francia, desde hace más de 30 años Antonella trabaja como bailarina y docente. «En un momento dado advertí la exigencia de llevar este arte a un nivel más espiritual. Buscaba la Belleza con la “B” mayúscula. Había abierto una escuela de danza, pero me parecía, que en un mundo tan atormentado y complejo, se trataba de cosas efímeras. En esos años tuvo lugar mi encuentro con el carisma de Chiara Lubich. Le escribí una carta, hablándole de esta situación que me atormentaba. Su respuesta fue límpida y decisiva: “Cualquier trabajo, si es hecho por amor, tiene un sentido profundo. Todo contribuye al Bien, a la Verdad, a la Belleza. La armonía es altísima unidad”. Entonces no entendí enseguida cómo poner en práctica este programa, pero después de un tiempo, me pidieron que realizara un espectáculo con ocasión de un encuentro de jóvenes a nivel nacional, me encontré con el asesor de la Región Toscana, Massimo Toschi, quien me preguntó si tenía algún sueño. Le contesté que era el de hacer danzar, en un único escenario, con bailarines de todas partes del mundo». Así nació la Asociación cultural Dancelab Armonía, para desarrollar la búsqueda de armonía y diálogo entre culturas diferentes, desde la perspectiva de la paz. La asociación promueve un Festival internacional, “Armonía entre los pueblos”, que ya llegó a su 13ª edición, y ha involucrado a toda la comunidad provincial, es un Campus de danza, destinado a bailarines provenientes de varias partes del mundo, también de zonas en conflicto como Israel y Palestina. A ellos especialmente está dirigida una actividad de formación profesional y humana, basada en la cultura de la paz. A lo largo de los años la Asociación ha realizado varios Campus en Italia, en Budapest y desde el 2014 en Medio Oriente, con la Fundación Juan Pablo II y en colaboración con la Asociación “Children Without Borders y el apoyo de la Custodia de Tierra Santa. Explica Lombardo: «La paz no es una meta, sino un proceso fatigoso, en lo cotidiano. Una apuesta educativa. Durante el Campus los jóvenes aprenden las técnicas de danza y experimentan la potencia del lenguaje superior del Arte. En la velada conclusiva, dan testimonio de sus experiencias positivas, basadas en el respeto recíproco, en relaciones de auténtica fraternidad, de conocimiento recíproco». También forma parte del proyecto una Marcha por la paz, intercultural e interreligiosa que tiene lugar todos los años el 4 de octubre, y en la que participan la Región Toscana, Entidades locales y las escuelas, pero también comunidades religiosas (católica, musulmana y judía) y las asociaciones de voluntariado. ¿Con cuántos jóvenes te has encontrado a lo largo de tu carrera? «Con miles. La danza es una disciplina severa y selectiva, pero los jóvenes se sienten atraídos. Un cierto impulso proviene de los concursos de talentos que promueve la televisión, pero esos dan una información distorsionada de la esencia del Arte. Es necesario responder con una dimensión experiencial para ser más incisivos como maestros. Hoy los jóvenes no acogen fácilmente las enseñanzas teóricas si no prueban personalmente su eficacia». ¿El arte puede tener un valor social? Antonella Lombardo está segura: «El arte es la profecía de un nuevo humanismo, uno de los caminos para alcanzar la armonía social. Porque es un reflejo de la Belleza que es Amor». Y concluye: «Tratando de vivir mi profesión en esta dimensión he visto cambiar mi vida. He encontrado un sentido a todo lo que antes no me parecía esencial. Y además trato de darles la posibilidad a muchos jóvenes de hacer lo mismo. Porque todos, como me enseñó Chiara Lubich, pueden hacer de su vida una obra de arte». Chiara Favotti Ver también: www.festivalarmonia.org, www.dancelab.it.

Palabra de vida – Mayo 2018

El apóstol Pablo escribe a los cristianos de la región de Galacia, que habían recibido de él el anuncio del Evangelio, pero ahora les recrimina que no han comprendido el sentido de la libertad cristiana. Para el pueblo de Israel, la libertad es un don de Dios: Él lo sacó de la esclavitud en Egipto, lo condujo hacia una nueva tierra y estipuló con él un pacto de fidelidad recíproca. Del mismo modo, Pablo afirma con fuerza que la libertad cristiana es un don de Jesús, pues Él nos da la posibilidad de convertirnos, en Él y como Él, en hijos de Dios, que es Amor. También nosotros, imitando al Padre como Jesús nos enseñó y mostró con su vida , podemos aprender la misma actitud de misericordia para con todos, poniéndonos al servicio de los demás. Para Pablo, este aparente sinsentido de la «libertad de servir» se resuelve por el don del Espíritu que Jesús hizo a la humanidad con su muerte en la cruz. En efecto, el Espíritu es el que nos da la fuerza de salir de la prisión de nuestro egoísmo –con su lastre de división, injusticia, traición y violencia– y nos guía hacia la verdadera libertad. «En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí». La libertad cristiana, además de ser un regalo, es también un compromiso. En primer lugar, el compromiso de acoger al Espíritu en nuestro corazón, haciéndole sitio y reconociendo su voz en nosotros. Escribía Chiara Lubich: «[…] Ante todo debemos ser cada vez más conscientes de la presencia del Espíritu Santo en nosotros; llevamos en lo más íntimo un tesoro inmenso, pero no nos damos cuenta de ello suficientemente. […] Además, a fin de poder oír y seguir su voz, hemos de decir no […] a las tentaciones, atajando de raíz sus insinuaciones; sí a las tareas que Dios nos ha encomendado; sí al amor a todos los prójimos; sí a las pruebas y a las dificultades que nos salen al paso… Si lo hacemos, el Espíritu Santo nos guiará y dará a nuestra vida cristiana ese sabor, ese vigor, esa garra, esa luminosidad que no puede tener si no es auténtica. De ese modo, también quienes están cerca se darán cuenta de que no solo somos hijos de nuestra familia humana, sino hijos de Dios» . Pues el Espíritu nos llama a apartar nuestro yo del centro de nuestras preocupaciones, para acoger, escuchar y compartir los bienes materiales y espirituales, perdonar o preocuparnos de de todo tipo de personas en las distintas situaciones que vivimos cada día. Y esta actitud nos permite experimentar el fruto característico del Espíritu: el progreso de nuestra humanidad hacia la verdadera libertad, pues pone de manifiesto y hace que florezcan en nosotros capacidades y recursos que quedarían para siempre sepultadas y desconocidas si vivimos replegados en nosotros mismos. Cada acción nuestra es, pues, una ocasión inexcusable para decir no a la esclavitud del egoísmo y sí a la libertad del amor. «En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí». Quien acoge de corazón la acción del Espíritu contribuye además a construir relaciones humanas positivas por medio de todas sus actividades cotidianas, tanto familiares como sociales. Carlo Colombino es empresario, marido y padre, y tiene una empresa en el norte de Italia . Una cuarta parte de sus sesenta empleados no son italianos, y algunos de ellos arrastran experiencias dramáticas. Al periodista que lo entrevista, le cuenta: «También el puesto de trabajo puede y debe favorecer la integración. Me dedico a actividades de extracción, de reciclado de material de construcción, y tengo responsabilidades con el entorno, con el territorio donde vivo. Hace unos años la crisis golpeó duramente: ¿salvamos la empresa, o a las personas? Trasladamos a varias personas, hablamos con ellas, buscamos la solución menos dolorosa, pero fue dramático, como para no dormir por las noches. Este trabajo podía hacerlo mejor o peor, y procuré hacerlo lo mejor posible. Aposté por el contagio positivo de ideas. Una empresa que solo piensa en la facturación, en los números, tiene un futuro de cortas miras: en el centro de toda actividad está el ser humano. Soy creyente y estoy convencido de que una síntesis entre empresa y solidaridad no es una utopía» . Activemos, pues, con valentía nuestra llamada personal a la libertad en el lugar donde vivimos y trabajamos. Así permitiremos que el Espíritu alcance y renueve también la vida de muchas otras personas a nuestro alrededor, impulsando la historia hacia horizontes de «alegría, paz, paciencia, afabilidad…». Letizia Magri

La esperanza más allá de los miedos

La esperanza más allá de los miedos

Foto: © CSC Audiovisivi

Promovida por el Movimiento de los Focolares, durante el congreso “Juntos para dar esperanza. Cristianos y Musulmanes en camino con el carisma de la unidad”, se llevó a cabo, el sábado 21, una sesión abierta en la cual participaron numerosas personalidades y promotores de un diálogo vivido en la cotidianidad entre cristianos y musulmanes. En la apertura la Presidente del Movimiento de los Focolares, María Voce, saludó con estas palabras: «Desde hace ya 52 años estamos recorriendo un camino juntos, cristianos y musulmanes, iniciado en 1966, cuando se abrió una comunidad del focolar en Tlemcen (Argelia). Para Chiara Lubich, cuyo ideal es “Que todos sean uno” – la Unidad –, resonó sin duda con más fuerza la realidad del don incluso fuera de nuestros recintos cristianos. Fundamental ha sido vivir y compartir el llamado “arte de amar”». Entre los presentes en el Congreso estaba S.E. Mons. Miguel Ayuso, secretario del Pontificio Consejo para el Diàlogo Interreligioso. «En el actual panorama mundial – afirmó – que vive una profunda transformación hacia una sociedad cada vez más multicultural y multi religiosa, el Movimiento de los Focolares se ha comprometido desde hace tiempo en la promoción del diálogo entre creyentes para que el pluralismo religioso de la humanidad no sea causa de divisiones y guerras, sino que aporte en la construcción de la fraternidad y la paz en el mundo». Intervino también el Imam de Florencia Elzir Izzeddin, Presidente de la Unión de las Comunidades Islámicas de Italia, con quienes los Focolares tienen una relación profunda y proficua de colaboración desde hace muchos años. «Somos todos hermanos. No es nuestro objetivo hacer una única religión, sino construir puentes. Con el diálogo podemos ir al encuentro de esa esperanza que va más allá de los miedos que se han creado a causa del terrorismo internacional. Trabajemos juntos para ir más allá de nuestros miedos». Entre los varios testimonios, el de la comunidad austriaca de los Focolares con los refugiados sirios. Cuenta Hedy Lipburger: «Al sur de Austria, en 2015, llegaron cientos de refugiados. No podíamos ignorarlos, y por ello fuimos a verlos para ayudarlos». Y Mohammad Kamel Alshhada, refugiado sirio, sigue: «Tuve que dejar mi país, no tuvo opción porque si no habría tenido que seguir al Isis para enseñar sus ideas, porque soy profesor. En los primeros tres meses en los campos de refugiados en Austria estaba deprimido y sin esperanza, no podíamos hablar con los habitantes del lugar. Luego, por primera vez, algunas personas del Focolar hablaron con nosotros y se interesaron de nuestra situación. Nos sentíamos aceptados y apreciados, como si alguien nos tomara de la mano y nos ayudara paso a paso a comenzar una nueva vida». Finalmente el testimonio de fuerte unidad entre Mohammad Shomali, director del Centro Islámico de Inglaterra, y Piero Coda, rector de la Universidad Sophia de Loppiano, quienes dieron vida a “Wings of Unity”, un recorrido a través de un Seminario para jóvenes cristianos y musulmanes hacia una profundización de sus respectivas creencias y de caminos de diálogo y paz. Afirma Shomali: «si con sinceridad pedimos a Dios que nos guíe para comprendernos mejor entre nosotros, Dios nos guiará. Debemos pedir a Dios que nos hable juntos. Piero Coda en 2016 en Loppiano hizo propia esta idea mía y dijo que debíamos encontrarle un nombre a este proyecto. Así surgió el nombre “Wings of Unity”, “alas de unidad”». Y Piero Coda: «Advertí en esto un claro proyecto de Dios. Entonces le propuse a Shomali un pacto: Pidámosle a Dios que tome en sus manos nuestro corazón, nuestra mente. Él acogió esta oración con alegría».

Un aniversario “de familia”

Un aniversario “de familia”

«Recordamos hoy, a una gran mujer, en ocasión del décimo aniversario de su fallecimiento». Quien habla es el Arzobispo de Belgrado, Mons. Hočevar, durante una Santa Misa celebrada el 14 de marzo pasado: «Cuando en el mundo gobernaban las tinieblas, una nueva Luz iluminaba el corazón de Chiara Lubich. Donde el pecado, el odio y el mal creaban división, el amor acercaba, conectaba, unía, construía y restauraba. Bajo el fragor de conflictos históricos, culturales y sociales, hoy, como en aquel entonces, estamos llamados a encender una nueva luz de comprensión, unidad y cooperación» Acercar, vincular unir, construir, son los verbos que tal vez expresan mejor el sentido de una “fiesta” planetaria que comenzó el pasado mes de marzo, y todavía se sigue celebrando, para recordar y relanzar la herencia espiritual dejada por la fundadora de los Focolares. «Si hoy tuviese que dejar esta tierra y se me pidiera una palabra, como la última palabra que exprese nuestro Ideal, les diría, segura de estar siendo comprendida en el sentido más exacto: sean una familia». Fue pronunciada por Chiara Lubich en diciembre de 1973. Estas palabras resuenan como un testamento siempre actual. . Pequeños flash, entre los numerosos ecos que nos llegan de cada ángulo del mundo. En Chiang Mai, entre las montañas de Tailandia septentrional, donde centenares de templos budistas ricamente decorados son el símbolo cultural de la nación, unas sesenta personas, miembros de la comunidad de los Focolares, que pertenecen a cinco distintos grupos étnicos (Thai, Karen, Akha, Lahu, Kachin), junto con otos procedentes de Filipinas, quisieron recordar a Chiara Lubich con una iniciativa de ayuda a una comunidad pobre de la tribu Kachin. «Después de la celebración Eucarística, niños y adultos de la comunidad emprendimos un viaje hacia una aldea pobre, a 7 km de la ciudad, donde viven nuestros amigos de la tribu Kachin. Nos pusimos a limpiar y a preparar, por pedido de los habitantes, un lugar donde los niños pudieran jugar. Al final, este pequeño espacio quedó transformado, pero la mayor aventura se vivió en el corazón y en las relaciones personales, mientras trabajábamos sudando bajo el sol abrazador. En este barrio tan despojado, estaba la presencia de Dios. Tratamos de cambiar el mundo, una aldea a la vez». En seis regiones de Kenia, en contextos político-sociales caracterizados por tensiones, incertidumbre, desconfianza y en algunos casos por verdaderos y reales conflictos entre las personas, la comunidad del lugar, realizó diversas jornadas, para encarnar con nuevo impulso un mensaje de unidad y enfrentar los desafíos y dificultades de un país multiétnico y multirreligioso: en Garissa, en la zona oriental, que sufrió fuertes tensiones entre cristianos y musulmanes, en Amukuro y en Seme, en el oeste; en Mombasa, sobre la costa, pero también en Karatina en el centro y en Meru en el noreste. «Chiara sigue guiándonos también en este momento de nuestra historia» En casi todos los lugares, en los distintos países, las autoridades religiosas o los representantes de la Iglesia estuvieron presentes y participaron de los eventos. Como ocurrió en Varsovia, en Polonia. El Obispo de la Iglesia Metodista, envió un mensaje a la comunidad reunida, y el Nuncio de la Iglesia católica llevó a todos el saludo del Papa Francisco. En Moscú, durante una velada enriquecida por el intercambio espontáneo entre los participantes, el recuerdo de la llegada, en los años ’70, de los primeros focolarinos, en la que en aquél entonces era la Unión Soviética, despertó en todos una renovada gratitud. También en Chelyabinsk, en el extremo oriental de los Urales, a casi 1900 km de Moscú, se reunió la comunidad de los Focolares. En Krasnojarsk, en Rusia siberiana central, se desarrolló durante tres días una “Mariápolis”, definida, no por casualidad “de familia”. La “herencia” de Chiara Lubich resonó con particular intensidad en Dublín, Irlanda, elegida para alojar, en el próximo mes de agosto, el Encuentro Mundial de las Familias. Aquí su figura fue recordada también con testimonios de acogida y atención especial entre las generaciones. En Estocolmo, Suecia, un grupo de jóvenes preparó para todos una cena,  fue una ocasión para un intercambio profundo entre los participantes sobre los efectos de la espiritualidad de la unidad en su propia vida. Un aniversario “de familia” también aquí. Chiara Favotti