Movimiento de los Focolares

Chiara nos ha enseñado el Amor

Feb 26, 2017

En ocasión del 50º de Familias Nuevas, hablamos con Anna María y Danilo Zanzucchi, entre los primeros casados que siguieron a Chiara Lubich. También los casados están llamados a la santidad.

¿Qué ha significado para ustedes conocer a Chiara Lubich y qué consecuencias ha tenido, en ustedes y en su familia, la relación con ella y su espiritualidad? Danilo:«En el ambiente en el que crecimos Anna María y yo, las costumbres tradicionales eran muy fuertes. La familia existía, pero a menudo estaba unida por una convención social. Conociendo a Chiara entendimos que ser cristianos era sobre todo una elección. Por eso sufrimos mucho para liberarnos de la forma de pensar de entonces, del apego al propio rol, al propio círculo, al título profesional. Me había encaminado a ser un gran ingeniero, pero para vivir el Evangelio con radicalidad, empezamos a hospedar a personas pobres, a hacer la comunión de bienes, todas cosas que eran un escándalo, porque rompían con las costumbres de una ciudad burguesa. Mis padres no entendían nuestras elecciones y se opusieron. Recuerdo que un día fui a hablar a un pueblito de montaña, porque también era el presidente diocesano de los hombres católicos. Y sentía un gran dolor y el alma dividida. Enseguida después fui a la iglesia y me encontré delante de una estatua de Jesús abandonado. Para mí fue claro que para ser cristiano era necesario pasar por estos momentos dolorosos». Igino Giordani (Foco) en el ‘56 escribía que “también los casados están capacitados de hacer vida su llamado a la perfección de la caridad”. ¿Podrías comentar esta carta? Anna María: «Chiara básicamente entendió que también los casados están llamados a la santidad. Para vivir así, tuvimos que desapegarnos de la idea de familia que existía entonces y hacer cada uno una elección personal, también los hijos. Ella siguió con amor a cada uno de los miembros de la familia, puso en evidencia el llamado personal de cada uno para que fuéramos una familia que viviera la frase del Evangelio “Donde dos o más están unidos en mí nombre, yo estoy en medio de ellos” (Mt, 18,20). Foco dio un gran aporte para poner en evidencia la parte divina de la familia, valorando también la parte humana, porque amó a su esposa en forma extraordinaria hasta el último momento. Amaba también a nuestros hijos, los cuidaba, nos hacía entender la gracia que teníamos. Nos parecía que teníamos que volver al tiempo de los primeros cristianos, cuando se decía que también los casados eran consagrados exceptuando el celibato, pero eran todos de Dios». Estaban presentes cuando Chiara fundó el movimiento Familias Nuevas, el 19 de julio de 1967.  ¿Qué percibieron en ese momento? Anna María: « Era la primera escuela de focolarinos casados. En un determinado momento,Chiara  comprendió que podía nacer algo nuevo. Desde que la conocí en Tonadico en el ’53, había tenido la impresión de que miraba a la humanidad. Ahora nos abría de par en par un horizonte vastísimo, confiándonos el mundo de la familia, las situaciones familiares dolorosas y difíciles, los huérfanos que amaba especialmente, pero también los novios… Desde los primeros tiempos Chiara tuvo en el corazón a los jóvenes que se preparaban al matrimonio, valoraba lo que vivían, hacía crecer el amor por el novio/a., quería que entendieran que el amor es un don de Dios y que también las dificultades que pueden sentir tienen un fin. Los enamoraba del amor, el amor verdadero, y también con nosotros casados hizo así». Han visto nacer Familias Nuevas y se han encontrado con familias de todo el mundo, que han encontrado en la espiritualidad de la unidad la respuesta a los desafíos de la familia en su propio contexto. ¿Qué ha significado esto para ustedes? Anna María: «Nos sentíamos adentro de esta realidad de amor que ella tenía por las familias. Chiara  valoraba la cultura y las características de los distintos países y las tradiciones locales, pero después iba a la raíz del Hombre, al ser humano creado por Dios. La experiencia que hicimos viajando por el mundo ha sido extraordinaria, porque nos sentíamos hermanos, como si hubiésemos vivido juntos toda la vida. Íbamos donde ricos y pobres. En Filipinas y en Brasil, por ejemplo, fuimos también a las favelas donde las calles son de barro de un metro y medio y las casitas con habitaciones armadas de cualquier forma. También allí llegó el ideal de la unidad». ¿Cuál es el don más grande que Chiara le ha dado a la familia de ustedes? Anna María: «Chiara nos ha hecho sentir el amor y nos ha enseñado qué es, con todas sus características: que es el primero en amar, que se hace uno con el otro. Nos ha hecho ver la belleza de la unidad, vivida con ella y entre nosotros. Nos ha puesto en la condición de sentir la alegría, la plenitud, la fuerza para afrontar las dificultades, los fracasos, que hay en la vida de familia. Nos ha dado una luz tan fuerte, que nos ha hecho ver a Jesús abandonado que es quién ha generado la unidad en el mundo, quien ha acogido el dolor por amor y nos ha donado esta realidad viva. Ésta es la base para entender también cómo educar y hacer crecer a nuestros hijos». Giovanna Pieroni  

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