Ser concretos en el amor

El deseo de eternidad es inherente a todo hombre, tenga o no convicciones religiosas. Cada uno de nosotros, de hecho, desearía dejar tras de sí algo que hable de sí mismo para siempre. Lo sienten y lo experimentan con fuerza los artistas que se expresan en las obras que crean y entregan su alma a través de ellas, pero también los que trabajan en la investigación científica, los que buscan una economía a escala humana, los que luchan por los derechos fundamentales y los que sueñan con un mundo de paz en fraternidad

Pero también es cierto que todo hombre o mujer tiene la oportunidad de vivir una experiencia con sabor a eternidad, amando, amando a los demás, empezando por los más cercanos y siguiendo por los más lejanos, sin olvidar a ese prójimo que la vida pone cada día a nuestro lado. Nos lo recuerda una frase: "Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti, no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti", la llamada "regla de oro" presente en todas las culturas y religiones de la humanidad.

Amar, pues, amar siempre, es decir, ocuparse del prójimo, compartir alegrías, penas, salir de nosotros mismos para construir nuevas relaciones, hechas de respeto mutuo, de comunión fraterna, de ayuda desinteresada, de colaboración, de búsqueda común... Una experiencia extraordinaria que puede dar sentido a nuestros días, que amplía nuestros sentimientos más hermosos y responde a una necesidad profunda que nos pertenece a todos y pone en circulación ese "bien relacional" que da sabor tanto a la vida individual como a la vida social en la que estamos inmersos. Amar a todos sin distinción, tomar la iniciativa en el amor, comprender profundamente al otro y captar sus necesidades, y responder con gestos concretos, porque el amor no es sentimentalismo sino un valor que mueve la mente el corazón y los brazos y nos impulsa a la acción. Y allí donde antes había prepotencia, dominio, indiferencia, soledad, veremos nacer una vida a nuestro alrededor, gracias también a nuestra pequeña pero fuerte y decisiva contribución; una vida más rica de sentido, que dejará una huella duradera para siempre.

Todos sabemos que fue Jesús de Nazaret el primero que habló de amor y de amor mutuo. Sus palabras resuenan todavía hoy en todos nosotros y nos muestran un camino a seguir. De hecho, recordamos la parábola del samaritano, la historia de un hombre de Samaría que, al encontrar en el camino a un extranjero herido y maltratado por unos ladrones, se detuvo y se ocupó de él, mientras que un sacerdote y un levita habían pasado de largo sin detenerse.

Todos nosotros podemos ser como aquel samaritano y vivir la dimensión concreta del amor, especialmente en estos días tan llenos de violencia de guerras, de abusos, de muertes, y generar en nuestras casas, en nuestros lugares de trabajo, en nuestras ciudades, como recordaba Chiara Lubich, "una cultura de paz para la unidad de los pueblos".

Era su sueño y hoy podría ser también el nuestro.


LA IDEA DEL MES, basada en la Palabra de Vida del Movimiento de los Focolares, surgió en Uruguay en el contexto del diálogo entre personas de convicciones diversas. Su lema es “construyendo diálogo”. La finalidad de esta publicación es contribuir y promover el ideal de la fraternidad universal. Actualmente LA IDEA DEL MES se traduce a doce idiomas y se distribuye en más de 25 países.

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IDEA DEL MES - Enero 2024

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