"Nada es pequeño si se hace por amor"[1]

Cada persona puede dar su propia aportación a la construcción de la fraternidad allí dónde se encuentre: aunque seamos "pequeños", aparentemente desprovistos de cualidades o títulos especiales, siempre somos capaces de dar testimonio de un amor concreto por quienes nos rodean.

Todos hemos recibido atención, cuidados o perdón de otras personas; todos podemos dar algo a los demás y permitirles experimentar la ternura de los gestos de fraternidad que pueden cambiar la vida de una persona.

Chiara Lubich siempre nos decía que no importa si podemos dar mucho o poco. Lo que importa es "cómo" damos, cuánto amor ponemos en un pequeño gesto de atención a los demás. A veces basta con ofrecer un vaso de agua, y este gesto, si se hace por amor, puede marcar el comienzo de una nueva relación que cambie la vida del que da y del que recibe.

Redescubramos entonces el valor de "cómo" realizar nuestras acciones, cada acción: las tareas de la casa o del campo, los deberes de la oficina o la realización eficiente de los trámites burocráticos, las relaciones con los compañeros, cada iniciativa relacionada con las responsabilidades en la esfera civil, política y religiosa.

Todo lo que hacemos puede transformarse en un servicio atento y valioso que puede ayudar a sanar conflictos, a eliminar injusticias, a hacer realidad los derechos humanos fundamentales y a crear relaciones de comunión fraterna y de compartir. Porque tendremos ojos nuevos para ver lo que los demás necesitan y podremos ayudarles de forma creativa y generosa. Y así nacerán relaciones de reciprocidad, que son la base de toda experiencia vital, donde circularán los talentos y se multiplicará en nosotros la alegría porque "hay más alegría en dar que en recibir".

Es necesario, por tanto, estar ante cada hombre y mujer que encontremos con el corazón abierto y generoso, superando nuestras categorías e impidiendo que broten nuestros juicios, sabiendo que son la causa de todo pequeño o gran conflicto y del destrozo del cuerpo social.

De este modo pueden nacer, en nuestros ambientes, experiencias de colaboración activa y responsable orientadas al bien común, empezando por las pequeñas cosas cotidianas.

La experiencia de Manuel de Australia es significativa:

"Dejé mi trabajo en Filipinas y me fui a Australia para estar con mi familia. Allí encontré trabajo en una obra como limpiador, encargado de la sala de comidas, los vestuarios y las oficinas. Una ocupación muy diferente de lo que había hecho antes como ingeniero.

Al principio, tuve que replegarme sobre mí mismo para no desanimarme ni frustrarme: con la certeza de que "nada es pequeño si se hace por amor", me di cuenta de que todo trabajo puede vivirse con dignidad si nos ponemos en una verdadera actitud de servicio hacia las personas que pasan a nuestro lado.

A partir de ese momento, la cafetería, donde cada día me encontraba con multitud de personas, se convirtió en mi pequeña obra de construcción donde edificaba "ese mundo unido por la fraternidad" que desde hacía tiempo se había convertido en mi ideal de vida.

Descubrí la importancia y la belleza de "servir". Que repartir la bandeja o retirarla al final de la comida, barrer, poner todo en orden, eran concretamente pequeños actos de amor hacia los que utilizaban el comedor cada día.

Fue esta toma de conciencia la que transformó mi forma de ser: sí, ya no era un ingeniero que construía casas o carreteras, sino un ingeniero que ayudaba a que ese servicio público fuera eficiente y digno para quienes lo frecuentaban.

Del mismo modo, ante comportamientos agresivos o indiferentes, intentaba no juzgar, comprender las necesidades de quienes me rodeaban, mantenía la calma y no perdía la paciencia.

Cada día era una nueva aventura, y poco a poco fui consciente de que me sentía realizado, y me parecía vislumbrar un ambiente de mayor serenidad y armonía en el comedor. Para mi sorpresa, se formaron nuevas relaciones, algunas amistades, y algunos de estos amigos incluso se quedaron conmigo después del servicio para ayudarme a ordenar"[2].

 

[1] Chiara Lubich: “Detti Gen” Città Nuova
[2] extraído de una recopilación de testimonios editada por S. Pellegrini, G. Salerno, M. Caporati.


LA IDEA DEL MES, basada en la Palabra de Vida del Movimiento de los Focolares, surgió en Uruguay en el contexto del diálogo entre personas de convicciones diversas. Su lema es “construyendo diálogo”. La finalidad de esta publicación es contribuir y promover el ideal de la fraternidad universal. Actualmente LA IDEA DEL MES se traduce a doce idiomas y se distribuye en más de 25 países.

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IDEA DEL MES - Julio 2023

1 Comment

  • Un grand merci pour cette publication si utile à nous encourager à être acteur du changement en commençant par les petites choses.

    Seul petite remarque: je ne pense pas qu’il faille » empêcher nos jugements de germer (car il y a un risque de les refouler) mais plutôt les interroger et rectifier.

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