Por primera vez asistí a un concierto de música clásica en medio de una batalla. En Alepo sucede que en medio de la muerte, se levanta una voz de paz entre todas las demás que anuncian la guerra, para aliviar los ánimos y olvidar por algunos minutos la muerte y el frío. Es como un capítulo de una tragedia moderna que recuerda la mitología griega. Con pocos medios, Padre Elias Janji con el coro Naregatsi y la pianista, presentaron obras de Verdi, Mozart, Vivaldi y Karl Orf, en una iglesia repleta, a pesar del frío polar que invade Alepo en estos días, elevando nuestros espíritus a otro cielo. Y pensar que no muy lejos de aquí la tragedia continúa con misiles lanzados desde Alepo Este hacia la parte Oeste, matando a niños en las escuelas y a personas inocentes, mientras en la parte Este de la ciudad sigue el ataque del ejército sirio. Miles de personas (se habla de unos 60.000 hasta hoy) lograron huir de Alepo Este y refugiarse en la zona Oeste. Cuentan que muchos fueron tomados como rehenes y a otros, mientras huían, les dispararon por la espalda, matando a algunos; otros corrían en medio de los tiroteos cargando sobre sus espaldas a la abuela o a otros parientes ancianos. La gente está contenta porque por fin algunos pudieron volver a sus casas, liberadas en estos días mientras el ejército tomó la estación de bombeo del agua de toda la ciudad, aunque estuviera minada. Se prevé que en un mes, después de que los técnicos hayan terminado su trabajo, el agua volverá a toda la ciudad. Así se acabará un capítulo de la tragedia pero seguramente, pienso, habrá otros. El 4 de diciembre se recuerda a Santa Bárbara, la joven mártir de los primeros siglos del cristianismo, traspasada por la espada del padre porque, creyendo en Jesús, no había aceptado adorar a otro dios. Una gran fiesta para los cristianos de Oriente, adultos y jóvenes, quienes, a pesar de la guerra, se reunieron para celebrarla, enmascarados y cantando su historia, una historia que – a pesar de los siglos – poco ha cambiado. Cabe preguntarse: ¿qué quedó del ser humano y de su dignidad? Ahora ¿qué pasará? ¿Se acabará la guerra en Alepo devolviendo tranquilidad a la gente que tanto ha sufrido, aunque se encontrará con gran parte de la ciudad destruida? El pueblo está cansado y quiere que el conflicto termine, pero los grupos armados no se dan por vencidos y quieren luchar hasta el final. Y esto a pesar del llamado a todos los grupos por parte del enviado especial de las Naciones Unidas, Staffan De Mistura, para que dejen la ciudad y le perdonen la vida a la gente que, de otra manera, pagaría con un número muy alto de víctimas, ¡según la lógica de la guerra! Pero ¿cómo olvidar que, a fin de cuentas, quien muere es el Ser Humano, porque cada uno, bueno o malo que sea, es imagen de Dios, aunque esta imagen haya quedado enterrada bajo mil vicios y maldades? Entonces, con la Navidad que ya toca a las puertas, pidamos que ésta no sea sólo recordar un hecho pasado con las mismas habituales celebraciones, sino que la llegada del “Príncipe de la Paz” cambie algo en los corazones y en los gestos de todos nosotros, y que se conviertan en pequeñas piedras en la construcción de un mundo mejor que todos soñamos. Desde Alepo, Pascal Bedros
Confiar en Dios
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