
Gis y Ginetta
Cuando terminó la guerra Gis y Ginetta le dijeron a su madre que querían irse a vivir al focolar. Ginetta recibió el permiso pero la ‘pequeña’ no. Ella no se resignó: sabía que su elección era definitiva; era sólo cuestión de esperar un poco. La solución la encontró el honorable diputado Giordani, quien, sabiendo que la mamá Calliari era una apasionada lectora suya, le ofreció trabajo a Gis en Roma. El 6 de diciembre de 1949, la madre la dejó ir a Roma, porque estaba contenta del ofrecimiento de Giordani, ignorando que su hija, además de trabajar como secretaria del diputado Giordani, abriría con Chiara y otras compañeras suyas el primer focolar en Roma. Desde ese momento Gis vivió al lado de Chiara, con algún breve intervalo por el inicio de algún focolar en otras regiones italianas. De su vida con ella, comenta en el año 2005: «Es muy simple, límpida, profunda: todo lo que es de ella es mío, todo lo que es mío es de ella». Afirmaciones que coinciden con lo que representa para Chiara su focolar: «La filadelfia es más que una realidad – dice Chiara-. Es aquí que yo tomo fuerza para enfrentar las cruces de cada día, después de la unión personal con Jesús. Aquí pasamos de la sabiduría, comunicada con espontaneidad, a los consejos prácticos sobre la salud, sobre la ropa, sobre la comida; a ayudas continuas, cotidianas, con sacrificios que a menudo no se cuentan. Aquí […] circula la sangre de la casa, pero celestial»
«Desde su oficina – recuerda Gabri Fallacara- llamaba por teléfono a todos, tejiendo una red de amor, incisiva, que comprendía a todos. En la máxima confianza, nos ponía en las condiciones más favorables para comprender lo que el carisma de la unidad, día a día, le pedía a Chiara y a nosotros. Después de la muerte de Chiara, Gis siguió viviendo por todos, tejiendo, más allá de su reducida capacidad, fuentes refrescantes de afecto y ternura. Los primeros días de julio de 2017, un decaimiento de salud transformó su habitación en un ir y venir de encuentros de cielo. El 20 de enero de 2018, a los 97 años, Gis dejó serenamente este mundo. La presidente de los Focolares María Voce, en su funeral dijo: «Hasta el final ella se donó totalmente a sí misma para que Chiara viva en el Movimiento de hoy. Me dio una gran lección de esencialidad, de radicalidad, de confianza en los designios de Dios, de unidad con todos». (18.4.1920-20.1.2018)




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