Para que la humanidad siga viviendo
tenemos que tener el valor de “inventar la paz”.

Seguramente nos hemos preguntado:
�De dónde nace la radicalidad
de la terrible elección de los kamikasis?
Nosotros deberíamos ser capaces
de dar nuestra vida
por el gran ideal del amor a Dios y a los hermanos.

Un amor posible para todos,
porque el amor fraterno
es el ADN de cada hombre.

Florecería por doquier esa fraternidad
que Jesús ha traído a la tierra
haciéndose hermano nuestro
y haciéndonos hermanos.

Quizás la providencia divina
se sirve de las situaciones de destrucción
para suscitar transformaciones morales inesperadas
y energías insospechadas
para construir “ex-novo” la paz
y volver a dar aliento a la humanidad.

Chiara Lubich

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