Mucho más que solidaridad

“Entre el polvo de L’Aquila se respiró mucha humanidad – nos cuenta Humberto, voluntario de la unidad de rescate alpina, comprometido en las operaciones de salvamento entre los escombros -. Se derrumbaron prejuicios, presunciones, arrogancia y parecía que sólo hubiese quedado la “pureza” del hombre, como si apenas nos hubiesen creado. Había mucho más que sólo solidaridad: la humanidad de todos emergió en su espléndida grandeza”.

Una experiencia que te cambia.

Marta, de diecinueve años y estudiante de ingeniería civil de la Universidad de L’Aquila, no puede evitar conmoverse: “Es una experiencia que te cambia. Sólo Dios queda. Lo sabía, lo creía, pero ahora lo he experimentado. ¿De qué sirvió programar la vida? Ahora vivo un día a la vez, es más, un instante a la vez”. El domingo 5 de abril el temblor, de las 11 de la noche fue acompañado por un bramido.  Marta se asustó mucho. Ni ella ni sus compañeras sabían qué hacer, a pesar de que la casa que alquilan, construida en los años noventa, parecía segura. Llamaron por teléfono a sus respectivos padres. Parecería que se hubieran puesto de acuerdo en la respuesta: no se preocupen, no tiene sentido exagerar, piensen más bien en estudiar. ¿Quién sabe cuántos remordimientos, a pesar de que sus hijas lograron salvarse.

Chiara, 24 años, cursa odontología, recuerda muy bien el temblor de las 10:45 de la noche. Estaba hablando por teléfono con Lisa: ¡qué susto! Las otras estudiantes de las respectivas habitaciones ya habían abandonado L’Aquila. Solas en dos casas. Deciden dormir juntas, “¿Voy a tu casa? “¿Vienes tú a la mía?”. Menos mal que Chiara fue donde su amiga. Su casa estaba ubicada en una de las zonas que quedaron más afectadas.

Reconstruir. También por dentro

No se puede olvidar otra tipo de reconstrucción. La de las muchísimas personas traumatizadas por el sisma. Las crisis de pánico, el estado de ansiedad y de inseguridad, la dificultad de administrar la cotidianidad y de proyectar se ven acompañados con frecuencia por insomnio y falta de reactividad. Los síntomas del trauma duran meses, cuando no quedan permanentes. “Saberlos dominar – nos explica Giuseppe Riccio, neurólogo, dirigente de psiquiatría de la Asl de Teramo, que trabaja con los damnificados – es posible, pero no es suficiente el apoyo de la psicoterapia y de las medicinas. Sirven contextos ricos en relaciones. Entonces los daños del trauma sí pueden ser reversibles”. En esta crucial reconstrucción interior, la generosidad y el calor humano de grupos, movimientos y asociaciones pueden ser de mucha ayuda». Como ya se está viendo mientras todavía la tierra sigue temblando.

Los testimonios han sido publicados en Cittá Nuova n.8 del 25.04.2009

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